Los aranceles de Trump ya pasan factura al aceite de oliva español
Las tasas a los productos nacionales envasados hunden los precios y presionan el almacenamiento
La aplicación de un arancel estadounidense del 25% desde mediados de octubre sobre los aceites españoles envasados junto con la, hasta la fecha, escasa respuesta de Bruselas al almacenamiento de excedentes para aligerar el mercado, han colocado al sector contra las cuerdas tras el hundimiento de las cotizaciones. Además, los bajos precios para la aceituna tampoco hacen rentable su recogida en olivares de secano, con bajo rendimiento. Por si fuera poco, el sector teme que la Administración estadounidense aumente los aranceles en los aceites envasados y aplique otros nuevos a los que se venden a granel.
A escasas semanas de que termine el grueso de la campaña olivarera, las cooperativas tienen aún mucho aceite sobrante de la anterior. La falta de capacidad de almacenamiento no simplifica tampoco las cosas, viéndose obligadas a vender a bajos precios para hacer hueco.
La decisión de Donald Trump afecta a unas 60.000 toneladas de envasado de las 120.000 que España exportaba a EE UU. A ese volumen se sumarían otras más de 70.000 toneladas que llegaban vía empresas italianas —y envasadas en este país— y a otras de terceros, lo que, según estima el sector, afectaría a unas 150.000 toneladas. El impacto directo ya se ha reflejado en el mercado: las exportaciones de la industria en diciembre cayeron a solo 70.000 toneladas frente a las 85.000 de noviembre y las 106.000 de octubre. A su vez, las industrias se han visto obligadas a realizar unas importaciones récord de 20.000 toneladas para poder exportar a EE UU aceite envasado libre de aranceles.
En medios industriales se cree que, si esta situación se prolongara, las empresas se verían obligadas a deslocalizar en otros países parte de las compras y las plantas de envasado. En principio, el grupo Acesur, con marcas como Coosur y La Española, aunque posee planta en Siria, ha optado por adquirir aceite en países como Portugal, Grecia y norte de África y envasarlo en España. Borges posee planta en Túnez y lo envasará en ese país. Dcoop, socio de la firma norteamericana Pompeian lo enviará como granel para envasarlo en EE UU. Por su parte, la portuguesa Sovena, proveedor de Mercadona, con planta en España, tiene la mejor posición al contar también con un centro para envasar en Portugal su aceite portugués y otro en EE UU. En el caso de Deoleo, con una cuota a la baja en el país norteamericano y en una situación financiera complicada, sus portavoces dicen exportar desde Italia, Portugal y Grecia.
Bruselas tampoco ha contribuido a solucionar la crisis provocada por Washington. La UE apostó por el almacenamiento privado con ayudas comunitarias para aligerar los mercados y mejorar los precios. La Comisión Europea prometió actuar con la retirada de más de 150.000 toneladas. Hasta la fecha, sin embargo, con dos licitaciones, se ha dado luz verde solo para almacenar poco más de 21.000.
Riesgo de colapso
Agustín Rodríguez, olivarero de la organización andaluza Profesionales de la Agricultura y la Ganadería y presidente de la Asociación de Regantes Andaluces, teme un colapso si se produjera una primavera con lluvias y la posibilidad de una gran cosecha. Según los datos manejados, hay cooperativas que tienen un 30% de su capacidad de almacenamiento ocupada por aceite viejo y no pueden recibir todo el nuevo. Rodríguez entiende que la salida pasa por una oferta organizada y la búsqueda de más mercados para un producto de calidad modificando la estrategia de la interprofesional. Antonio Luque, responsable de Dcoop, primera cooperativa del sector a escala global, apunta a la necesidad de que el sector esté más organizado y se prepare para tener más capacidad de almacenamiento para cuando la producción sea de dos millones de toneladas.
Al margen de las medidas arancelarias de la Administración Trump y la supuesta marginación comunitaria hacia el país que es primer productor del mundo, los problemas en el aceite también ponen de manifiesto la necesidad de una mayor organización de la oferta en manos básicamente de las cooperativas y donde únicamente cinco grandes grupos controlan más de medio millón de toneladas.
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