La crisis estrecha el margen para diseñar los Presupuestos

La pandemia ha hecho saltar por los aires los planes presupuestarios. El Gobierno ya asumió que no presentará las cuentas de 2020 para concentrarse en las de 2021, en un escenario cada vez más complicado y lleno de incógnitas, tanto internas (el impacto económico final del golpe) como externas (en qué medida las ayudas europeas pararán la sangría y a qué precio). De momento, Hacienda traslada que no se ha iniciado a trabajar en los nuevos Presupuestos. Lo que sí confirma es que el bloque central de las medidas fiscales contempladas en el pacto de coalición sigue en pie: las tasas Google y Tobin y las alzas en IRPF y sociedades. Habrá qué ver si los ingresos adicionales y la recuperación proyectada para el año que viene serán suficientes para compensar el batacazo.

El Gobierno se enfrenta a la crisis con un reducido colchón fiscal. En 2019, el déficit aumentó en tres décimas, hasta el 2,8%, y la deuda cerró en el 95,5%. “Todos sabemos que habrá menos margen”, dice Idoia Sagastizabal, portavoz del PNV en la Comisión de Hacienda. “Entendemos que hay que gastar y endeudarse, pero también habrá que abordar el desfase de las cuentas”.

El Ejecutivo tiene hasta el 1 de octubre para presentar los Presupuestos. Ante todo, deberá fijar una nueva regla de gasto y senda de déficit y deuda, ya que las metas aprobadas en febrero, calculadas sobre un crecimiento del PIB del 1,6%, se han quedado en papel mojado. El Ejecutivo estima ahora una caída de la actividad del 9,2% en 2020 y una merma en los ingresos de 25.700 millones. A esto se añade un fuerte aumento del gasto: el Programa de Estabilidad enviado a Bruselas a finales de abril incluía ayudas directas por casi 30.000 millones (la mayoría destinada a los ERTE), a los que hay que añadir medidas posteriores como el Ingreso Mínimo Vital.

Fuentes de distintos partidos confirman que todavía no han sido contactados oficialmente para hablar de los Presupuestos, pero calculan que con el levantamiento del estado de alarma y el avance en las negociaciones comunitarias, claves para saber qué margen tendrá el Gobierno, se empezarán a sentar las bases de las futuras cuentas. “El escenario ha cambiado mucho y todos nos tenemos que reajustar”, comenta Txema Guijarro, portavoz de Unidas Podemos en la Comisión de Hacienda.

La formación morada propuso hace unas semanas un impuesto a los grandes patrimonios, que no estaba en el acuerdo de coalición y que no parece tener mucho recorrido. Lo que no se descarta es una armonización de sucesiones y donaciones y patrimonio en el marco de la reforma de la financiación autonómica que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se había comprometido a abordar en otoño. La crisis, sin embargo, podría trastocar nuevamente el calendario.

Lo que sí estaba previsto en el pacto de Gobierno son alzas en sociedades e IRPF. El Ejecutivo estima que la recaudación de sociedades será una de las más golpeadas por la crisis, con un desplome del 8,7% en 2020. El IRPF, al contrario, solo caería un 2,4% según las previsiones oficiales, gracias al salvavidas de los ERTE.

Las tasas Google y Tobin, por su parte, recaudarían solo unos 1.800 conjuntamente según las previsiones del Gobierno previas a la pandemia, cuantía que varios organismos y partidos de la oposición consideran inflada. “Una política fragmentaria de establecimiento de nuevos tributos permite un discurso político a Sánchez tan pírrico como la recaudación que se espera obtener”, critica Mario Garcés, portavoz adjunto del grupo parlamentario Popular, que presentó, sin éxito, una enmienda a la totalidad a estas dos tasas en el Congreso.

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