Innovar para recuperar la normalidad: el ejemplo de los ERTE
El retorno a la actividad de los casi 3,5 millones de trabajadores en un expediente de regulación temporal de empleo es quizá el mayor desafío en el panorama económico actual
Decía Albert Einstein que es en las crisis donde nace la inventiva y esta pandemia nos ha obligado a todos a buscar soluciones audaces a marchas forzadas. La epidemia de la covid-19 y sus consecuencias sociales y económicas nos están planteando nuevos retos, no sólo a España, sino a la mayoría de países del mundo, a los que hemos tenido que responder con una enorme intensidad y en un brevísimo periodo de tiempo.
Enfrentado a esta situación, el Gobierno de España ha sido especialmente innovador en el plano laboral. Hemos puesto en marcha prestaciones inéditas aquí, como la que cubre a los autónomos que han visto suspendida su actividad o las que aseguran ingresos a trabajadoras de hogar y asalariados que hasta ahora no tenían derecho a desempleo, y ha facilitado la utilización de una solución apenas explotada hasta ahora, como son los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), en una escala enorme, lo que ha permitido evitar la destrucción de millones de relaciones laborales. Ahora, aunque parece que lo peor ha quedado atrás, no podemos relajarnos y debemos seguir respondiendo con audacia también durante la desescalada.
El retorno de los casi 3,5 millones de trabajadores en ERTE a la actividad es quizá el mayor desafío en el panorama económico actual, y hemos querido abordarlo también desde una perspectiva innovadora, con un conjunto de políticas que incentive a las empresas a reincorporar cuanto antes a sus trabajadores a la actividad, sin olvidarnos de las que, por sus características, tienen imposible el regreso inmediato al trabajo de sus empleados. Desde el Gobierno entendemos que debemos acompañar a empresas y trabajadores durante este periodo de desescalada.
Para ello hemos diseñado políticas que respondan a dos escenarios. Por un lado, para las empresas cuya actividad no puede ser retomada, ni siquiera parcialmente, en las próximas semanas, como consecuencia de las medidas que estamos tomando contra la pandemia. Ellas continuarán en la situación actual, de fuerza mayor, y estarán exoneradas de pagar a la Seguridad Social las cotizaciones de sus empleados en ERTE como hasta ahora (totalmente si tienen menos de 50 trabajadores y al 75% si tienen más). Es nuestra forma de mantener rentas y de que no perdamos capital humano.
Por otro, tenemos que ayudar a las empresas que progresivamente sí pueden ir retomando su actividad, que entrarán en una nueva categoría, que llamaremos fuerza mayor parcial. En ella, podrán incorporar a parte de la plantilla al trabajo mientras mantienen otra parte de la plantilla suspendida. Para incentivar que traten de hacer volver a la mayor cantidad de trabajadores a la actividad, no solo se mantendrá una exoneración en las cotizaciones de los trabajadores suspendidos, como hasta ahora, sino que ésta se dará también, en una mayor cuantía aún, en las cotizaciones de los trabajadores que se reincorporen a la actividad. Como los incentivos son el motor de tantas cosas en la vida, la idea con este diseño es incentivar a las empresas a vencer su natural resistencia a ir probando las aguas inciertas de la economía posterior al confinamiento compartiendo con ellas parte de estos costes iniciales.
Así, en el caso de las pequeñas empresas (menos de 50 trabajadores), habrá una exoneración del 85% y del 70%, respectivamente, para las cotizaciones devengadas por sus asalariados reincorporados en mayo y en junio, mientras que si los mantienen suspendidos tendrán reducciones menores (del 60% y del 45% para mayo y junio, respectivamente). En el caso de las empresas de más de 50 trabajadores, la exención será del 60% de la aportación devengada en mayo y del 45% para la de junio si se reincorporan, mientras que si se mantienen suspendidos la bonificación es del 45% y del 30%, respectivamente.
Si se analizan con detalle las decisiones que han tomado los países de nuestro entorno en este campo, llaman aún más la atención las aportaciones en cuanto a innovación que introduce esta nueva medida en España. Es cierto que la mayoría de ellos se ha acogido a fórmulas similares a las nuestras durante el confinamiento pero, de momento, apenas se pueden encontrar esquemas de incentivos de la misma profundidad en la desescalada.
Mientras que Alemania, Bélgica o Italia no han anunciado medidas en este campo, Francia y el Reino Unido sí que tienen previstas unas bonificaciones para la fase de reapertura que se inicia, pero no han definido todavía cuál será su modelo. Portugal ha sido el país donde se ha ido más lejos, pero ha primado la facilidad de implementación frente a la precisión en el diseño con un pago único por trabajador para aquellas empresas que hayan sido beneficiarias de alguna ayuda.
Lo avanzado de la administración de la Seguridad Social española permite una aproximación muy quirúrgica al diseño de mecanismos e incentivos en la que se tienen en cuenta no solo el salario de cada trabajador, sino los días trabajados o la parte de jornada trabajada.
Desde que se inició el confinamiento, el Gobierno de España ha realizado un esfuerzo enorme con el firme propósito de proteger las rentas. Gracias a ello casi seis millones de personas, a las que la pandemia ha afectado de manera especial, están siendo cubiertas. Ahora, en el camino hacia esa normalidad que tanto anhelamos, tenemos que ayudar a las empresas para que, más pronto que tarde, podamos recuperar los niveles de empleo previos a la pandemia.
José Luis Escrivá es ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
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