Los Mahou y su rentable imperio cervecero
La multimillonaria saga familiar que controla el negocio fundado por Brígida Solana mantiene el liderazgo en España
Una de las últimas iniciativas de Mahou-San Miguel, la cervecera líder en España, ha sido Solana, una tienda on line en la que, además de las cervezas de la firma, vende calcetines, calzoncillos, paraguas, mochilas, llaveros o delantales. Que una cervecera venda calcetines o que la tienda se llame Solana podrían parecer ocurrencias, pero en realidad dicen mucho de una empresa que, en manos de la familia fundadora desde 1890, goza de una salud envidiable y se mueve para afianzar su posición en España y aumentar su presencia en el extranjero.
Brígida Solana se llamaba la matriarca de la familia y fundadora de la empresa en 1890. Le puso el nombre de su marido, Casimiro Mahou, que había fallecido unos años antes, sin ver cumplido su sueño de poner en pie una cervecera. Los descendientes de Solana y sus cinco hijos siguen hoy al frente de la empresa, que en 2018 –ya con las incorporaciones de San Miguel (2000), Alhambra (2007), Solán de Cabras (2011) o las más recientes participaciones en las estadounidenses Founders y Avery, la barcelonesa Nómada y la bilbaína La Salve, además de las Aguas del Valle de la Orotava (Tenerife)– facturó casi 1.300 millones de euros, un 3% más que un año antes, y obtuvo un beneficio de 124,4 millones, un 2,6% menos.
Los miembros de la sexta y séptima generación de la familia Mahou, a través de las sociedades patrimoniales Las Tejoneras (50%), Sociedad Gala de Inversiones (27,15%) e IPL Gala Internacional (22,69%) poseen la empresa al 100% y ocupan, evidentemente, todos los puestos del consejo de administración, que preside José Antonio Mahou Herráiz. Los sucesivos descendientes se han ido incorporando al consejo para asegurar el relevo generacional.
Sería lo más normal pensar en desavenencias entre las distintas ramas familiares que conviven en el consejo, pero fuentes de la empresa aseguran que son mínimas. “Más aún, todas las decisiones (adquisiciones y otros movimientos estratégicos) se toman por unanimidad”, aseguran dichas fuentes. La unanimidad, eso sí, puede retrasar la decisión. “Hay dinámicas de diálogo hasta que se llega al acuerdo”, afirman dichas fuentes.
Sin embargo, ese requisito de unanimidad no ha impedido que la empresa se moviese mucho en los últimos años para ganar presencia internacional y para renovar la gama de productos, orientando el foco hacia el sector de las artesanas y la premiumización (cervezas especiales, más caras, que ayudan a crecer en valor si el volumen se estanca). Como comenta Celia Rodríguez, especialista en cerveza de la consultora Nielsen, el consumo de cerveza en España en 2018 apenas creció un 1,5%, mientras que el negocio lo hizo un 5,2%. Es decir, el alza de facturación se debió en buena parte al aumento de los precios.
En este sentido, Mahou ha tomado posiciones en el exterior en los últimos años. Tras un inicio cauto, ahora posee el 90% de la cervecera estadounidense Founders y el 70% de Avery, también en EE UU. Tiene negocio de distribución en Chile (Mahou Andina) y de fabricación de cerveza en India (Mahou India), aunque en ambos casos los resultados aún son negativos, especialmente en India. También está por ver cómo funciona el acuerdo alcanzado en septiembre con Ab InBev, la mayor cervecera del mundo, para producir y distribuir alguna de sus marcas en España, como Budweiser o Corona. La alianza implica que Mahou tendrá que distribuir entre sus clientes las marcas del gigante belga, lo que significa colocar a la competencia en las mismas barras y estanterías que las marcas propias. En cuanto a exportaciones, Mahou-San Miguel vende alrededor de un 13% de su volumen fuera de España. Ante el estancamiento del consumo en España, la estrategia pasa por aumentar la partida exterior al menos hasta el 20%.
Quizá sea más significativo algún agujero interior. Con una cuota del 32% de la producción total de cerveza en España, según datos de la gremial Cerveceros de España, la presencia de Mahou es muy importante en el centro, especialmente en Madrid, pero otras marcas están expandiéndose con más ahínco por el resto del país, ganando cuota de mercado. No obstante, también ha extendido las redes en el mercado nacional, con la compra de San Miguel, Alhambra, o las inversiones en Nómada, La Salve, o la guadalajareña Brutus, estas últimas con una clara orientación al segmento craft o artesano, una de las tendencias más acusadas de los últimos años.
“El mercado va hacia la premiumización, hacia la diversificación del portafolio, buscando nuevas variedades para nuevos momentos de consumo, más allá del tradicional aperitivo”, explica Rodríguez, de Nielsen. Mahou ha dado respuesta a esta tendencia con las adquisiciones y con nuevos productos, como Mahou Barrica o Maestra, San Miguel Magna, Alhambra, las Casimiro Mahou... El objetivo es que las innovaciones, las variedades con menos de cinco años en el mercado, más caras en general, supongan el 10% de las ventas en 2020. No obstante, no puede perder de vista sus versiones tradicionales, porque, como explica Rodríguez, un frenazo económico se notaría antes en las premium, aparte de que cabría la posibilidad de que una excesiva premiumización acabe en menos ocasiones de consumo.
Prudencia financiera
Pese a todas las operaciones corporativas e inversiones, como la planta en Alovera (Guadalajara), que se ha llevado cerca de 120 millones en la última década, el grupo apenas tiene deuda. A cierre del ejercicio 2018, no llega a 100 millones de euros, incluyendo las fianzas que se cobran a clientes por los envases y que hay que devolver. Es política de la empresa “mantener un perfil bajo de endeudamiento”, y los Mahou la llevan a rajatabla. La compañía hace gala de “la virtud de la prudencia financiera”, que no excluye el recurso a la deuda si alguna operación lo hace necesario. “Ya estuvimos endeudados en 2000, con la adquisición de San Miguel, pero se optó por el pago rápido”, recuerdan fuentes de la empresa, pero en general “se prefiere abordar el crecimiento con recursos propios”. Esa prudencia ha servido para hacer músculo y guardan reservas voluntarias por más de 1.200 millones.
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