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Opinión
Columna
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Deuda y déficit

El nuevo Gobierno deberá cumplir el mecanismo preventivo europeo que se verá reforzado en 2020 por la entrada en vigor de la reforma Constitucional del artículo 135

José Carlos Díez
Sede del Banco de España en Madrid.
Sede del Banco de España en Madrid.C. Rosillo

Las grandes cicatrices de la crisis son la elevada tasa de paro y la deuda pública. El desempleo ha bajado desde el 26% en 2013 hasta el 14% actual, pero sigue siendo casi el doble que el de nuestros socios europeos y el mismo que había en el año 2000, cuando Aznar nos decía que España iba bien. La mayor parte es paro de larga duración que ha provocado un aumento significativo de la pobreza en el 10% de los hogares españoles y sin cobertura adecuada del Estado de bienestar.

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La deuda pública ha pasado del 35% del PIB en 2007 hasta el 100% y apenas ha bajado desde 2013. Para reducir la deuda pública es necesario que el PIB nominal supere al tipo de interés de la deuda y tener un superávit primario excluyendo el pago del servicio de la deuda. La intervención del BCE desde 2012 frenó la fuga de capitales y la restricción del crédito, y la economía española ha vuelto a demostrar que es muy agradecida creciendo muy por encima de los tipos de la deuda pública.

Desde 1492 España ha tenido crisis de deuda recurrentes y la causa ha sido el déficit estructural por gastar sistemáticamente por encima de lo recaudado. Los ingresos y el gasto público están próximos al 40% del PIB, igual que en 1999, cuando comenzó la burbuja inmobiliaria. La estructura de impuestos es similar a la de entonces, pero la composición del gasto ha cambiado significativamente. El envejecimiento de la población explica que el desembolso en pensiones haya pasado del 8% del PIB al 11%. Y en las comunidades autónomas el gasto en sanidad ha pasado del 5% del PIB al 6,5%.La educación, la ciencia, la innovación y las infraestructuras han perdido peso.

La desaceleración de la economía ha frenado los ingresos y el aumento de gasto, principalmente en pensiones y sanidad, ha provocado un aumento del déficit. Las emisiones de nueva deuda pública estarán próximas a los 200.000 millones de euros en 2020, el 40% de los ingresos públicos. Históricamente, siempre que España llegó a ese nivel de estrés acabó reestructurando su deuda.

La crisis financiera provocaba una depresión económica que nos alejaba aún más de la renta por habitante de los países más desarrollados. La diferencia ahora es que estamos en el euro, disfrutamos de tipos de interés alemanes y el BCE está comprando deuda española masivamente en los mercados. El riesgo, como sucedió en 2012, es que tengamos problemas para emitir la deuda y haya que aplicar duros recortes de gasto público. El nuevo gobierno deberá cumplir el mecanismo preventivo europeo para reducir el déficit y la deuda y en 2020 se verá reforzado por la entrada en vigor de la reforma Constitucional del artículo 135. Ningún partido habló de ello en la campaña y no se está incorporando esta restricción a los pactos de investidura, salvo que dicen que cumplirán la Constitución. Veremos.

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