Holdren: “Los que ya padecen con mayor virulencia el calentamiento global son los pobres”
El antiguo asesor de Ciencia del presidente Barack Obama cree que castigar a las petroleras por mentir no ayuda
Lleva 50 años estudiando el cambio climático. Y las imágenes que crean sus palabras y sus entrevistas hablan de “catástrofe”, hablan de “un mundo irreconocible” y de personas que ven “cuerpos en las calles arrastrados por enormes inundaciones e incendios forestales”. Pese a todo, John P. Holdren (Pensilvania, Estados Unidos, 1944), antiguo asesor de Ciencia del presidente estadounidense Barack Obama y profesor de Política Medioambiental en la Universidad de Harvard, aún cree en la responsabilidad y el futuro del hombre. A pesar de su temerario comportamiento de aprendiz de brujo del medioambiente. Hace falta voluntad de los políticos, un impuesto al carbono y “acciones radicales” para proteger, sobre todo, a los más pobres. Porque en esta tragedia que asoma sobre el alba habrá ganadores y vencidos.
Pregunta. ¿Cómo impulsa el cambio climático la inequidad del mundo?
Respuesta. Aunque todos los habitantes de la Tierra al final sufrirán el calentamiento global, la mayoría de quienes ya padecen con virulencia su impacto (olas de calor, sequías, incendios forestales, aumento del nivel del mar y fuertes tormentas) son personas pobres en países subdesarrollados y en vías de desarrollo. Tienen mucha menos capacidad que la gente rica para trasladarse y adaptarse. La injusticia de esta situación es especialmente profunda porque la gente pobre, que apenas consume energía y cultiva solo pequeñas parcelas de tierra, ha contribuido relativamente poco a la emisión de gases de efecto invernadero que están provocando el cambio climático.
P. ¿La actual sociedad capitalista es capaz de reducir significativamente las emisiones de carbono? ¿Un realineamiento radical de nuestra economía exige un realineamiento radical de nuestro sistema político?
R. Creo que, en principio, las sociedades capitalistas son capaces de reducir las emisiones sin tener que realinear la estructura política. Lo que hace falta es que los Gobiernos pongan un precio sustancial a las emisiones de carbono para impulsar el uso de las mejores tecnologías disponibles de bajas y nulas emisiones. La mejor forma es a través de un impuesto que revierta en la población en función de un criterio per cápita. Así se evitan efectos negativos en el consumo. También es necesario que las Administraciones aumenten su inversión en I+D y exploren aquellas opciones que son demasiado inciertas para atraer al sector privado. Nada de esto es un realineamiento radical pero resulta imprescindible que la gente entienda la urgencia del desafío, y necesitamos también voluntad política.
P. ¿Qué sanciones impondría a las grandes petroleras por su responsabilidad en el calentamiento global?
R. Castigar a las compañías energéticas por producir algo que han demandado las economías no sería justo. Y castigarlas por engañar/confundir a la gente sobre el cambio climático tampoco ayudaría particularmente. Necesitamos que se unan al esfuerzo de reducir las emisiones de carbono, y la mejor forma de hacerlo no es castigando comportamientos pasados sino impulsando actitudes que lleven al mundo en la dirección correcta. Un impuesto al carbono proporcionaría gran parte del estímulo necesario.
P. ¿El mundo se dirige hacia una catástrofe inevitable?
R. Si creyera que es inevitable, no continuaría enseñando, investigando, escribiendo y asesorando a responsables políticos y empresas sobre el reto del cambio climático. Es verdad que los impactos adversos del calentamiento seguirán creciendo durante las próximas décadas. E incluso que el aumento del nivel del mar puede durar siglos. Pero cuánto crecen estos impactos dependerá, en gran medida, de si la sociedad emprende o no acciones sensatas y radicales dirigidas a reducir las emisiones en las décadas venideras. Y también si acomete las inversiones necesarias en la preparación y resilencia frente a alteraciones en el clima que ya son inevitables. Sin duda, tal y como se recoge en el Acuerdo de París, hará falta ayuda internacional para aquellos que la necesiten. El cese, por ahora, de ese respaldo por parte de los Estados Unidos es una consecuencia particularmente deplorable del negacionismo climático del presidente Trump.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.