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La era de los pagos invisibles

Visa reconoce que la tecnología supone un reto para el control personal de las finanzas

Charlotte Hogg, consejera delegada de Visa en Europa.
Charlotte Hogg, consejera delegada de Visa en Europa. Robert Tjalondo
David Fernández

Charlotte Hogg, máxima responsable del negocio de Visa en Europa, es la quintaesencia del establishment británico. Su abuelo, vizconde de Hailsham, fue primer lord del Almirantazgo, su padre, Douglas, ejerció de ministro de Agricultura en el Gobierno de John Major, y su madre, Sarah, que tiene el tratamiento de baronesa, fue la primera mujer en presidir una compañía del índice FTSE 100, en concreto el grupo de capital riesgo 3i. Una forma de ser y estar labrada durante generaciones en los centros educativos de la élite local (Eton, Oxford, Saint Mary's Ascot) proporciona la flema suficiente para, en el día en el que tu empresa sufre el mayor impacto reputacional en décadas, puedas salir a un escenario ante más de 200 expertos en temas financieros para aleccionarles sobre el sistema de pagos en el futuro.

"Me gustaría empezar pidiendo perdón a clientes y socios. Nuestra misión es conectar el mundo a través de la red más segura y resistente, permitiendo interactuar a consumidores y empresas. Y durante unas horas incumplimos esas expectativas". Así empezó Hogg (Londres, 1970) su presentación durante el evento Money 20/20, celebrado recientemente en Amsterdam. La directiva, que trabajó durante algunos años en Santander UK, se disculpaba porque el pasado 1 de junio un problema técnico impidió que los clientes europeos pudieran hacer transacciones a través de la plataforma de Visa. "Algunos se preguntarán qué hago yo aquí y quiero decirles que tenemos un magnífico equipo que ha trabajado duro para que el sistema vuelva a operar con normalidad". Poco ha trascendido desde entonces sobre lo que ocurrió, aunque la compañía descarta que fuera objeto de un ciberataque.

Tras entonar el mea culpa, Hogg se centró en el objeto de su conferencia: la era de los pagos invisibles. "A lo largo de la historia, la forma en la que se han establecido las relaciones comerciales ha evolucionado mucho. Primero se usó el trueque, luego se introdujeron las monedas y los billetes y en el siglo XX llegaron las transacciones electrónicas. Ahora, sin embargo, nos encontramos en una nueva era, la de los pagos invisibles. Este mundo se caracteriza porque ya no pasamos por caja para pagar, ni tan siquiera abrimos la cartera. En esta etapa lo importante no es el lugar en que hacemos la operación, sino el momento en el que la hacemos. Incluso determinados objetos como los coches podrán actuar en nuestro nombre", explicó.

Un conflicto de interés

Un asunto familiar acabó con la carrera de Charlotte Hogg en el Banco de Inglaterra. La actual responsable de Visa fue jefa de supervisión en el banco central británico durante cuatro años, puesto que le catapultó hasta la vicepresidencia de la institución. Sin embargo, a las pocas semanas de su ascenso, se vio forzada a presenta su dimisión ya que no había hecho público que uno de sus hermanos trabajaba en Barclays, uno de los bancos que tenía que supervisar. "Fue un error", reconoció Hogg tras su adiós.

En su opinión, los nuevos sistemas de pago (teléfonos móviles, sistemas biométricos, anillos inteligentes, el internet de las cosas...) inauguran un mundo de posibilidades para los vendedores, que podrán ofrecer diferentes experiencias a sus clientes. "Al liberarles del momento del cobro, tendrán más tiempo para asesorar a los consumidores", augura.

La revolución que supone para el negocio de las transacciones la digitalización, sin embargo, no significará el fin definitivo de los billeteros. "El dinero no puede ni debe desaparecer. Todavía necesitamos el efectivo para determinadas operaciones complejas. La labor de la industria de los medios de pago, sin embargo, deberá ser la de facilitar a los clientes el control de su vida financiera. Es decir, tendremos que controlar cómo gasta, dónde gasta y en qué gasta el dinero nuestro frigorífico", dijo Hogg. "Y les aseguro que será más fácil controlar al frigorífico que a mi hija adolescente", bromeó la directiva.

Aunque el dinero no vaya a desaparecer, su papel será cada vez más residual. La responsable de Visa recordó que en Europa los pagos que se realizan con efectivo y cheques cayeron en los últimos cinco años desde el 40% del total al 31%. En países como Reino Unido, Finlandia y Dinamarca las operaciones con cash suponen menos del 10% del volumen. "En este contexto, surgen nuevos requerimientos para la industria de los medios de pago. Tenemos que trabajar para que el uso del dinero sea más seguro, fluido y simple".

Visa aprovechó el evento Money 20/20, al que invitó a varios medios europeos, entre ellos EL PAÍS, para anunciar una colaboración más estrecha con el mundo de las nuevas empresas financieras surgidas al calor de los avances tecnológicos (fintechs). La primera línea de actuación es un programa destinado a facilitar y abaratar el acceso de las startups a la plataforma global de la compañía. "Cualquier red debe de ser abierta para que todos podamos beneficiarnos de las innovaciones. Sé que históricamente Visa no se ha caracterizado por ser una plataforma con la que sea fácil trabajar. Hemos adquirido el compromiso de cambiar esta actitud".

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Hogg llegó al cargo en otoño pasado. En 2015 Visa pagó 21.000 millones de euros para hacerse con su filial europea, ocho años después de vendérsela a diferentes bancos. La reciente crisis de la compañía por el cortocircuito de sus sistemas ha reforzado su idea de que en este negocio es fundamental tejer alianzas constantes con cualquier fintech que pueda aportar soluciones distintas de las que desarrolla la propia compañía. "Por eso vamos a lanzar un plan de 100 millones de euros para invertir en compañías de reciente creación en Europa. Nos vamos a centrar sobre todo en aquellos proyectos que se centren en este mundo de los pagos invisibles y que ayuden a los clientes a tener mayor control de su dinero", subrayó. En los últimos años, Visa ya ha invertido en diferentes fintechs como Klarna, solarisBank y Payworks. El pasado año, la industria europea de las fintech recibió en su conjunto inversiones por valor de 4.700 millones, según datos de KPMG.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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