El dinero digital cierra el círculo
El foro ‘No Money’, organizado por EL PAÍS, muestra que el futuro del efectivo está en los dispositivos móviles
En una parroquia en Upsala (Suecia), terminado el servicio dominical, los diáconos pasan el cepillo. Pero no son bolsitas de terciopelo como antaño: son datáfonos sobre los que los feligreses deslizan sus smartphones para autorizar la transferencia de sus donativos. En Mombasa (Kenia) un hombre baja de un taxi colectivo. Saca el móvil de su bolsillo, muestra al chófer que su tarifa está pagada y marcha sin más dilación. Mientras, en una fiesta de cumpleaños en Shenzhen, al sur de China, el adolescente que celebra sus 15 años ya no recibe una retahíla de sobres rojos cargados de billetes de banco recién impresos; por el contrario, su smartphone vibra constantemente con los mensajes de confirmación de las transferencias de dinero de sus familiares.
A lo largo y ancho del planeta, la tecnología está transformando una vez más la forma en la que usamos y consumimos. "La democratización del dinero", como explica el socio de Servicios Financieros e Innovación de Accenture Digital, Rodrigo Álvarez. Es la siguiente fase de una revolución cuya consecuencia última podría ser el relegar a los museos las monedas y billetes, una hipótesis aventurada por el economista estadounidense —y columnista regular en Negocios— Kenneth Rogoff en un reciente libro provocativamente titulado La maldición del efectivo. EL PAÍS ha reunido, una vez más, a expertos del sector para discutir el futuro del dinero en el foro No Money, que ha celebrado ésta semana en Madrid su segunda edición con el patrocinio de Accenture, El Corte Inglés, Samsung y Santander.
Un estudio publicado a principios de este año afirma que un 54% de los encuestados en 15 países europeos (entre ellos España) dice utilizar menos dinero en efectivo que hace un año. Uno de cada cinco (un 21%) afirma no usarlo nunca o casi nunca. Los alemanes y los españoles siguen siendo los más reacios a no llevar efectivo. Los franceses y los polacos, por su parte, son los más abiertos.
En todo caso, en toda Europa, las pequeñas transacciones, como almuerzos, taxis o un poco de dinero de bolsillo, siguen llevándose en su mayoría en efectivo. Con los datos en la mano, la conclusión de los expertos presentes en el foro está clara: a corto y medio plazo, el objetivo es terminar de cerrar el círculo y traer todas esas pequeñas transacciones al marco electrónico; especialmente, en el teléfono móvil.
Lo que quedará tras la 'burbuja' de las criptomonedas
El baile de las cotizaciones del 'bitcoin', la más visible de las centenares de criptomonedas que, amparadas en la tecnología, han ido surgiendo como setas en los últimos años, ha sido una de las noticias de la semana. 1.200 dólares el martes, 6.000 en octubre, 11.000 éste miércoles; una revalorización de 900% que redobla las acusaciones de "fraude" y "burbuja" hechas, entre otros, por el presidente de JP Morgan, Jamie Dimon, y el economista Kenneth Rogoff. Para Raúl Marcos, especialista en criptomonedas, "puede que haya una burbuja a corto plazo, puede que no la haya".
Pero para el cofundador del fondo de inversión SPiCE VC, Vicenç Marti. el bullicio por las cotizaciones no deja ver la revolución que suponen para la economía global."Es bastante difícil darte cuenta de todo lo que está cambiando", considera. "Es mareante pensar que tenemos monedas no avaladas por los estados. Tiene profundas implicaciones sociológicas".
Ante la pregunta de si el sector no necesitaría una mayor regulación, Marti le da la vuelta y lo presenta como un refugio ('hedging') de unos bancos centrales y reguladores propensos a equivocarse. "La regulación la hace la propia comunidad, y es muy estricta",
El verdadero triunfo para la comunidad, sin embargo, es el 'blockchain', el registro distribuido de transacciones que es el sostén tecnológico de todas las criptomonedas. "Es como la propia Internet", afirma Bogda Stirbu, diseñador de negocio 'blockchain' en Accenture. "Es una tecnología que permite que otras cosas funcionen".
Y que España puede ir a la cabeza en ésta revolución, porque la infraestructura existe. "En España los bancos apostaron directamente por la tecnología chip, por eso la mayoría de comercios ahora tienen la capacidad de abrir la puerta al pago sin contacto directo", indica Carlos Palacios, director de Desarrollo de Producto de Santander España. "Tenemos un parque de terminales contactless [sin contacto] que nos convierten en un país destino de primer nivel para probar nuevas tecnologías". "España es un gran ejemplo de bancarización", apunta Paloma Real, directora general de Mastercard España. "De media, los españoles tienen entre 1,2 y 1,3 tarjetas por habitante, y en los últimos años, el número de transacciones en TPV [terminales de punto de venta, conocidos como datáfonos] ha superado a las extracciones en cajeros".
El desafío, en España, es cambiar la mentalidad de los consumidores, especialmente aquellos de edad más avanzada o más reticentes a adoptar nuevas tecnologías. Un experimento llevado a cabo en Suances (Cantabria) por el Gobierno regional y AFI con la colaboración de Santander y Mastercard propuso a los vecinos de la localidad vivir sin efectivo durante un mes. "Hemos alfabetizado y detectado las carencias básicas que impiden la bancarización", recuerda Emilio Ontiveros, presidente de AFI. "La mayor resistencia viene de los pequeños comercios, pero la parroquia también es un factor".
Un factor que contribuye a la confusión de los usuarios es la rapidez de los cambios tecnológicos. "Las tarjetas no llevan tanto tiempo con nosotros", apunta Palacios. "Hemos pasado de la bacaladera a la TPV, de la banda magnética al chip y de ahí al contactless y al pago por móvil".
Y es que los métodos ya existentes son tan confortables que dar el siguiente paso es un gran desafío para los operadores. "El pago contactless es tan cómodo que es difícil reemplazarlo", apunta Paloma Real, directora general de Mastercard España. "Para que realmente el móvil sea el sustituto de la tarjeta tiene que hacer algo más", señala Gustavo García Brusilovsky, consejero delegado y cofundador de Klikin. "Pagar el parquímetro o la gasolina desde el propio coche, por ejemplo". "La experiencia es fundamental", confirma Palacios.
Una forma de impulsar el paso a otros medios de pago es crear mecanismos por el que se premia al consumidor que utiliza aplicaciones móviles para sus compras, sea con descuentos o con productos exclusivos. "En un mundo en el que las tasas de intermediación están, más que planas, a la baja, los programas de premios y recompensas son fundamentales, y se deben dar de inmediato", apunta Rodrigo Álvarez. "Steve Jobs decía que al cliente había que decirle lo que quería", considera García Brusilovski. "Salvo que seas Steve Jobs, no es verdad. Nunca antes el cliente ha tenido tanto poder y, en consecuencia, no podemos dejar de fijarnos en lo que quiere".
Y, según los expertos, lo que más quiere ahora mismo es comodidad. Los fabricantes toman nota. "Lo que queremos a largo plazo es un monedero multipropósito en el que no haga falta utilizar una cartera de verdad: que el abono transportes, el seguro médico, todo bajo identificación biométrica", considera Eduardo García, desarrollador de negocio de Samsung Pay España. A la empresa le va el futuro en ello. "Nuestro core business son los dispositivos móviles y sus ecosistemas", considera. "Nuestro objetivo es lograr más valor para el ecosistema que nos diferencia de la competencia". "Un reto es la incorporación de las tarjetas sin contacto al transporte público, como ya ocurre en Londres", señala Real.
Mónica López Cea, consejera delegada de Financiera El Corte Inglés, preside el paso a lo digital de un clásico de los bolsillos españoles. "Tenemos un icono, que son las más de ocho millones de cuentas y 11 millones de tarjetas de compra", explica. "Hay que tener en cuenta que, de media, un usuario de las tarjetas de compra lleva 16 años siéndolo; hay clientes que llevan 25 años o más. Es imprescindible tratarlo con notoriedad. Queremos anticipar las necesidades de nuestros clientes de forma que solo tengan que entrar y escoger las mercancías que quieren".
La identificación biométrica es parte de la preocupación por la seguridad del usuario, un problema obvio en un mundo donde los anuncios de filtraciones de datos se suceden día sí y día también. "La sencillez y la seguridad son, efectivamente, cuestiones de percepción", apunta García. "Pero si el cliente no se encuentra alguna de estas dos cosas, simplemente dejará de utilizar el servicio. Hay que trabajar esa percepción, explicar que el rumor de que hay un tipo con un TPV paseando por el metro y robando de tarjetas contactless no funciona así".
Pero las actitudes hacia la seguridad están cambiando. "Yo creo que ya no es una preocupación principal", apunta Alejandro Javier Tosina, director de Economía Digital de Red.es. "Hoy pedimos comodidad, inmediatez y accesibilidad. Los jóvenes —y no tan jóvenes— y urbanizados piden esos efectos porque facilitan la interacción social y económica. La gestión digital nos permite avanzar en ello"."La experiencia es que, al principio, la seguridad es una prioridad a la hora de adoptar las tecnologías", explica David Alonso, director del Área de Empresas de Samsung España. "Pero una vez dado el paso, la seguridad pasa a un segundo plano detrás de la conveniencia; que se pueda utilizar el dispositivo en cualquier sitio".
Uno de los motivos es el cambio de actitudes hacia el anonimato. "Hay que relativizar la trazabilidad que tienen las transacciones digitales", apunta Ontiveros. "Ya estamos ampliamente fichados paguemos como paguemos". "Hay que preguntarse si la privacidad es un valor hoy en día", señala Tosina. "Hoy compartimos cosas en las redes sociales que antes no hacíamos". En un estudio, citado por Álvarez, se indicaba que casi la mitad de los jóvenes de la generación Z (entre 15 y 25 años) están dispuestos a compartir sus transacciones en redes sociales, un concepto inconcebible hace tan solo una década.
Esto no significa, ni de lejos, que las empresas deben desentenderse de la protección. "La seguridad puede hacer más problemática la existencia del usuario", apunta Juan Ignacio García Braschi, director financiero del grupo Cabify, "pero nos hemos dado cuenta de que, a la larga, cada nueva medida de seguridad, cada nueva capa de autentificación, mejora la reputación y atrae a más usuarios legítimos".
"El fin del dinero es una tendencia razonable", considera Ontiveros. "El efectivo estorba. En una tribuna que publiqué en Negocios hace ya dos años señalaba que el dinero es sucio, opaco y perturba el control de la actividad económica. Por ejemplo, en un entorno de tipos bajos, es más rentable tener dinero en una caja de zapatos que en un depósito bancario". Un informe calcula que una sociedad sin dinero en efectivo tendría una actividad económica adicional de 12 billones de dólares y crearía cinco millones de puestos de trabajo.
El Banco Central Europeo ha anunciado que no habrá un billete de 500 euros en la nueva serie de billetes de la moneda única, lo que supone, en la práctica, su retirada de la circulación. Es un paso, pero no supondrá, por ahora, el fin del dinero en efectivo, ni siquiera para las grandes transacciones. "Por muy buena voluntad que se ponga, realmente la verdadera forma de salvar las reticencias es una buena regulación", señala Ontiveros.
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