La Ley Fintech está salada
La iniciativa llegó al Senado pero las elecciones atrasarán su aprobación
La semana pasada por fin inició la discusión en el Senado Mexicano de la muy anunciada Ley Fintech, que regulará a las “Instituciones de Tecnología Financiera”, como el fondeo colectivo (crowdfunding), medios de pago, las empresas que manejan criptomonedas y empresas innovadoras de servicios financieros que no caigan en ninguna de las anteriores. Esto que podría ser una buena noticia para la innovación en el país, dado el historial de retrasos de la iniciativa se perfila como el inicio de una larga espera.
La Ley Fintech está salada. Originalmente se iba a presentar en el periodo de sesiones de septiembre de 2016 pero no contaban con los movimientos en la Secretaría de Hacienda de ese año tras la desastrosa visita de Trump a México, la discusión del presupuesto, las elecciones en Estados Unidos, la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN)…
Y la verdad estos tiempos tampoco son mejores: el periodo de sesiones acaba el 14 de diciembre –y hay que descontar el día de la virgen de Guadalupe -, todavía hay pendientes como el tema del fiscal electoral, José Antonio Meade acaba de dejar la Secretaría de Hacienda –que es la que empuja la iniciativa – para registrarse como precandidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia, y con el clima político que traen las elecciones se ve difícil que pase por las dos cámaras en este sexenio.
¿Y por qué la prisa? Porque sin reglas claras es complicado que las innovaciones de las nuevas tecnologías aplicadas al sector financiero realmente tengan un impacto positivo en el país.
Hay muchos jugadores que están desarrollando tecnologías más eficientes y en algunos casos también más baratas -por ejemplo usar blockchain y criptomonedas para el envío de remesas-, que no se pueden aliar con instituciones financieras justamente porque no están regulados.
Del lado del usuario también es un riesgo alto usar los servicios de este sector cuando no hay regulación. Legalmente no hay mucho que prevenga que desaparezcan con su dinero – como ya ha pasado en México con exchanges de criptomonedas como Mexbt y campañas de equity crowdfunding, como el caso de Foodies en Fondeadora- y tampoco hay otra vía que los juzgados para recuperarlo.
Algunos han optado por autoregulación en temas de prevención del lavado de dinero y financiamiento al terrorismo o en prácticas de comunicación, pero hay algunas que no han tomado medidas, que de momento no pueden individualizar los recursos o que tienen campañas de publicidad con barbaridades imposibles como “esta inversión es de bajo riesgo y alto rendimiento”. Sí, entendemos que las tecnologías exponenciales pueden romper paradigmas, pero no son contrarias a los principios de las inversiones.
El sector financiero mexicano sí necesita más competencia y también nuevas herramientas. En la sesión del miércoles pasado en comisiones Lorenza Trigueros de Banco de México (Banxico) comentó que la Ley Fintech no es sólo para las “startups”, también para los grandes jugadores.
Seguir dándole largas al tema es poner en riesgo a los usuarios, quedar atrás en un sector que globalmente está creciendo y sobre todo permitir la incertidumbre en un campo que no es el futuro, es el presente.
Son muy pocas las posibilidades de que se apruebe pronto, algunas empresas de fintech albergan la esperanza de que al menos pase Senadores en este periodo, pero esperemos que a la Ley Fintech se le quite ese estigma de “Esperando a Godot”.
Sofía Macías es especialista en educación financiera, autora de la serie de libros Pequeño Cerdo Capitalista. Puedes encontrarla en Twitter como @PeqCerdoCap y en www.pequenocerdocapitalista.com
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.