Cataluña frente al espejo
Mejorar la situación de las personas vulnerables pasa por mejorar el sistema de protección social, logrando que llegue a través de reformas que reduzcan la carga burocrática e integren todas las ayudas

La euforia de la creación de empleo y el crecimiento económico se rompe cuando se sitúan frente al espejo de la pobreza. En Cataluña más de un millón de personas vive bajo el umbral de la pobreza, una tímida mejora respecto al año anterior, pues la tasa de pobreza apenas baja un punto respecto de 2023, situándose ahora en el 12,9 %. No obstante, se trata de una cifra dramáticamente alta comparada con la situación del mercado laboral catalán, con una tasa de paro que apenas supera el 8 %. En Cataluña hay ahora más gente en situación de pobreza que en paro, lo que refleja una realidad que exige innovación en el diseño de políticas públicas. El mercado de trabajo y el modelo productivo no parecen ser herramientas suficientes para combatir la pobreza.
Pero, ¿qué implica una tasa de pobreza de pobreza del 12,9 %? Son cientos de miles los hogares catalanes que no son capaces de ingresar los 24.327,2€ de ingresos anuales que establece el Instituto Nacional de Estadística (INE) como umbral de la pobreza para un hogar formado por dos personas adultas y dos niños o niñas.
Los nuevos datos sobre pobreza y condiciones de vida publicados en febrero por el INE no señalan solo la mala situación de las personas más vulnerables, también reflejan la realidad por la que están pasando las clases medias trabajadoras, que están viendo que el crecimiento económico es un tren sin parada, pues el estancamiento salarial no compensa su pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación.
En el último año en Cataluña ha aumentado la cantidad de gente que se encuentra en situación de carencia material (32,4 % de la población, más de dos millones y medio de catalanes) y el número de personas con carencia material severa (alrededor de setecientas cincuenta mil, el 9,40 % de la población catalana). Esto significa que han aumentado hasta el medio millón las personas que no pueden comer carne o pescado dos veces a la semana por no poder afrontar la compra o que 386.000 hogares han tenido retrasos en el pago de su alquiler o hipoteca como consecuencia de la crisis habitacional.
Mientras tanto, a principios de febrero supimos que durante los casi cinco años de vigencia del programa Ingreso Mínimo Vital en Cataluña, de manera acumulada, solo ha habido 289.000 beneficiaros de esta prestación. Visto de otro modo, en el mejor de los casos aproximadamente el 70 % de la población vulnerable y en situación de pobreza de Catalunya no ha sido perceptora de la prestación que debe combatir la pobreza. Nuevamente, los datos resquebrajan los discursos de optimismo cuando se ponen ante el espejo de la pobreza.
Mejorar la situación de las personas vulnerables en Cataluña pasa por mejorar el sistema de protección social, logrando que llegue a través de reformas que reduzcan la carga burocrática e integren todas las ayudas. Es necesario afrontar la realidad de depauperación de las clases medias trabajadoras y reflexionar sobre la compatibilidad de los ingresos laborales con las prestaciones sociales o habilitar nuevas ayudas para afrontar la crisis de la vivienda. El actual debate sobre la reforma de la Ley de la Renta Garantida y su integración con el Ingreso Mínimo Vital abre una oportunidad única para implementar todas estas mejoras de tal forma que se amplíen derechos y se avance hacia la universalización de la garantía de ingresos.
Alejandro García-Gil Berbería es responsable de políticas de protección social y empleo de Oxfam Intermón
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