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Enric Morist: “En la reclamación de la financiación singular tiene que haber una visión social”

El presidente de la Taula d’Entitats del Tercer Sector reclama presupuestos al Govern y mejorar la financiación de las entidades sociales

Josep Catà Figuls
El presidente de la Taula del Tercer Sector, Enric Morist, el pasado 9 de diciembre en Barcelona.
El presidente de la Taula del Tercer Sector, Enric Morist, el pasado 9 de diciembre en Barcelona.Gianluca Battista

Hay dos cosas que el sector social en Cataluña no se cansa de repetir. Una es que la de los servicios sociales es la pata más corta del Estado del Bienestar, después de Sanidad y Educación, porque está infrafinanciada. Y dos, que la pobreza estructural que sufre el territorio sería mucho peor si no existiesen las entidades sociales, que prestan el servicio público de atención a la personas vulnerables ahí donde no llega la Administración. En ello insiste Enric Morist (Igualada, 59 años), director de la Fundación Ajuda i Esperança y exdirector de Cruz Roja en Cataluña durante casi 20 años. Fue elegido nuevo presidente de la Taula d’Entitats del Tercer Sector el pasado mes de noviembre, relevando a Francina Alsina. La plataforma representa a 37 federaciones y 3.000 entidades, y es uno de los principales interlocutores con el Govern para afrontar retos como la cronificación de la pobreza.

Pregunta: Su predecesora siempre decía que la pobreza se puede erradicar, que es solo cuestión de voluntad política. ¿Era demasiado optimista?

Respuesta: Es una evidencia que la pobreza no se ha reducido, y también creo que la política lo tiene que arreglar. En Cataluña un 24,4% de la población está en riesgo de pobreza, y entre los menores de edad la tasa es de un 32,5%. Hay una parte coyuntural, pero también hay otra pobreza estructural, que es mayor entre personas migrantes y mujeres. Nadie tiene que nacer pobre, pero todos podemos estar en algún momento en una situación de vulnerabilidad. Faltan acciones estructurales y continuadas: un escudo social igual que tenemos el sanitario o el educativo.

P: ¿El sistema de ayudas sociales funciona?

R: El escudo social tiene que ser rápido, efectivo, claro y amable, sin que por ello deje de haber control y transparencia. Cuando tienes que pagar una multa es muy rápido, no son ni dos minutos. En cambio, pedir una ayuda es complicadísimo. Pese a las dificultades, la Renta Garantizada de Ciudadanía o el Ingreso Mínimo Vital están muy bien, pero necesitamos una gestión integral y una ventanilla única.

P: La pobreza está enquistada desde hace años en alrededor del 20% de la población. ¿Por qué?

R: Son múltiples causas. Una es hereditaria: los niños que nacen en familias vulnerables tienen más probabilidad de serlo. Todos van a la escuela, pero no todos han podido hacer los deberes, han desayunado bien o tienen buena temperatura en casa. Después está la pobreza sobrevenida: por perder el trabajo, por no poder pagar la vivienda, por tener que afrontar los cuidados a un familiar dependiente. En estos casos normalmente la mujer renuncia a su trabajo, bajan los ingresos y empiezan los problemas.

P: ¿Confía en el plan del Govern para que haya más vivienda social?

R: No somos ingenuos, pero confiamos. En vivienda vamos muy retrasados con respecto a otras partes de Europa, pero necesitamos inversión y compromiso por 20 años, no los cuatro electorales. Hemos expresado al nuevo Govern las prioridades, y la primera de ellas es que haya presupuestos, porque son un instrumento para ayudar a las personas. Tienen que tener una mirada social, igual que la nueva oportunidad que se abre con la financiación singular. Si hay una entrada importante de dinero, tiene que ser para ayudar a las personas.

P: El 7,7% de las personas que trabajan son pobres. ¿El empleo no es suficiente?

R: Antes si tenías un trabajo podías vivir mínimamente. Desde hace unos 10 años ya no es suficiente, necesitas más salario. Incluso con el salario medio, cuesta encontrar una vivienda para vivir solo, tiene que emparejarse o buscar compañero de piso. La vivienda se ha disparado, la alimentación también... Y me duele, porque muchos trabajan en entidades sociales. Los salarios de nuestros trabajadores tienen que equipararse a los sueldos públicos, para que puedan vivir dignamente. Estamos haciendo servicio público ya desde antes de la democracia, y algunas entidades no saben si el año que viene podrán seguir. Necesitamos financiación. Y por eso pedimos que se nos reconozca con la ley del tercer sector, que espero que se retome en el Parlament.

P: ¿Cómo afectan estas condiciones laborales en las entidades?

R: Muchísimo, hay descontento, frustración, ansiedad, y mucha rotación. La gente busca trabajos con mejores salarios.

P: ¿Cuáles son las prioridades para su mandato?

R: Primero, nuestras demandas se basan en cinco ejes transversales: la pobreza, la vivienda, la dependencia, la salud mental y la soledad no deseada. Después, atacar la infrafinanciación, para poder hacer el servicio público. Y hacer la administración más amable. Y por último, fortalecer el voluntariado. Se tiene que prestigiar, y aunque no sea sustitutivo de un puesto de trabajo, el voluntario también es un profesional.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.
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