Paula Sevilla acelera la revolución de los 400m femeninos
La atleta manchega que llega desde los 200m, reactivo químico para que el relevo español llegue cargado de esperanzas a los Europeos de Apeldoorn


Al final de los recientes campeonatos de España en pista cubierta todo el mundo en Gallur hablaba de la carrera de los 400m y anticipaba, como el sibarita que paladea mentalmente el vino especial que se dispone a trasegar, la gloria que sería el relevo femenino español en los próximos Europeos de Apeldoorn (6 a 9 de marzo: el relevo, la última prueba, el domingo a las 18.50), y más que nadie, quizás, ojos brillantes de emoción, Aauri Lorena Bokesa, alma del equipo español de 400m hasta hace nada, que habla de todas, de las cuatro que descendieron en la misma carrera, en la final, de 52s lo nunca visto en España, lo que quizás nunca vuelva a verse. Hablaba excitada Bokesa de las especialistas de toda la vida, que lograron en la pista de 200m invernal mejores marcas incluso que las que llevaban del aire libre, mujeres esclavas del ritmo clavadas en la frontera de los 52s —Blanca Hervás, 22 años, 51,44s; Eva Santidrián, 25, 51,46s; Daniela Fra, 25, 51,64s— y, sobre todo, se le iba la lengua detrás de Paula Sevilla, de 27 años, la chispa recién llegada de los 200m que a todas ganó (51,20s, tercera mejor marca española de la historia, aire libre y pista cubierta incluidas, tras los 49,67s de Sandra Myers y los 51,08s de Bokesa): “Ha revolucionado la distancia. Va a revolucionar el relevo. Ha hecho mejores a las de siempre y todas la van a hacer mejor a ella”.
Paula Sevilla podría llegar a la concentración chulapa y manchega, cantando el himno de La Solana, “aunque soy de la Mancha no mancho a nadie”, tomado de la zarzuela La rosa del azafrán, que para eso es el alma, la curva del relevo corto, el de 100m, finalista en el Mundial y en el Europeo al aire libre, pero llega como es, con humildad y apetito, ganas de aprender, deseos de ser querida. “Me siento muy orgullosa de mi pueblo y soy muy de pueblo. Estoy viviendo un cambio. Siempre he sabido, bueno, se me ha dado bien entrenar por arriba y tenía un buen potencial, pero el 400 es una prueba muy dura, y nunca me he atrevido a hacerlo en serio, hacer las competiciones cuando estás en estado de forma bueno. Este año se ha dado el caso y he tenido mucha repercusión, más en un día que en todos mis años, 10, en los 200m. He llegado a muchos sitios”, dice Sevilla, que vive en la residencia Blume y entrena en el CAR de Madrid con José Luis Calvo. “El año pasado ya hice un 400 en pista cubierta como parte de mi preparación y este año lo volvimos a hacer. Mejoré marca, hice 53,34s, y la sensación de la carrera fue de no haberme esforzado mucho, he acabado bien, ha sido como un entrenamiento, una serie y me gustaría volver a hacer uno pero en serio. Se planteó la oportunidad de poder hacerlo en el Campeonato de Madrid, allá tenía dos grandes referencias como eran Daniela y Blanca, entonces mi objetivo ahí era intentar llegar, o sea, salir con ellas y ver hasta dónde llegaba. Me vi bien, me vi fuerte, salió la marca (51,79s), entonces en ese momento sí que cambié un poco todo ya mi planificación porque obviamente en el 200 no opto a nivel internacional a nada, no tenía nada, sin embargo en el 400 sí, entonces quería aprovecharlo”.
En el Campeonato de España, que ganó, bajó a 51,20s, y se convirtió en el centro del huracán. Inmóvil, todo gira a su alrededor. “Justo hablé con Aauri antes de competir en el Campeonato de España, cuando ya tenía la decisión tomada de competir en el cuatro me dio grandes consejos, me ofreció su apoyo y escuché atentamente sus palabras porque me vinieron superbien. Tener un reconocimiento de una gran referente como es Aauri en el 400 creo que también me hace sentir muy querida, muy emocionada. Y las del 400m me han recibido muy bien, me siento superquerida, me están enseñando mucho”, dice Sevilla, la pólvora, el reactivo químico del 400m, que corre aún aprendiendo, aprovechando, en pista corta, su velocidad única para coger la cuerda en la calle libre y desde allí gestionar la carrera. Y todas la persiguen. Son los consejos que le dio Óscar Husillos, el palentino que también llegó al 400m desde el 200m y es el alma del relevo masculino. “Hay un punto en el 200 que sí que te llega a entrar el láctico, pero es verdad que nunca he acabado en ese punto en un 200, sí que he podido acabar mareada, pero no tanto. En un cuatro sí que tienes que aprender a manejar, tienes que también ser un poco más consciente del ritmo y... porque en cualquier momento llega el ácido láctico y te da fuerte y no sabes cómo vas a reaccionar. Es lo difícil, encontrar el punto, cuál es el ritmo perfecto para tú pasar y poder aguantar, y saber si hay veces que también tienes que arriesgar y ver dónde estás, entonces es una prueba bastante difícil”.
Paula habla de las zapatillas con placas de carbono que ayudan mucho, pero siempre dependiendo de las piernas, y de Allyson Felix, el ejemplo de la norteamericana, elegante, en 100m, 200m, 400m, multimedallista en todos los relevos de Estados Unidos, y también de la reina Sydney McLaughlin, pero habla sobre todo, de la neerlandesa Femke Bol, quien justamente en la pista de Apeldoorn batió el año pasado por primera vez el récord del mundo en pista corta (49,24s) y ha llevado a Países Bajos al oro olímpico, mundial y europeo de relevos. “Corre muy fácil, ni parece que esté corriendo, va fácil y en verdad está haciendo 49 segundos”, dice, admirada. “Es ella la gran referencia que puedo seguir”.
Y allí, en su templo, en su jardín, Bol les espera para una final de seis países, la final estelar de los campeonatos, y la España de Sevilla, Hervás, Santidrián y Fra será parte del espectáculo, y no comparsas. Y caerá, seguro, estrepitosamente, un récord (3m 31,86s), conseguido hace ya 34 años por Sandra Myers, Julia Merino, Gregoria Ferrer y Esther Lahoz). Fue el primer relevo de oro del 4x400 femenino. Fueron cuartas en un Mundial en pista cubierta. Quizás ya pasen definitivamente a la historia, como también lo podrá hacer el récord al aire libre (3m 25,25s) que Carmen Avilés, Berta Segura, Santidrián y Hervás fijaron en la final del Europeo de Roma hace ocho meses, el inicio de la nueva edad de oro.
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