El atleta Abel Jordán dispara la euforia en los nacionales en pista cubierta
El velocista y vallista madrileño de la Universidad de California lidera una generación que multiplica las buenas noticias a dos semanas de los Campeonatos de Europa

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En un rincón de Carabanchel, en la pista cubierta de Gallur late la poesía del atletismo, brote de esperanza en un mundo oscuro. Es el campeonato de España. Un oasis de placer.
Es la Ana Peleteiro de siempre pese a ser más gallega y más francesa, que, una vez comprobado que cambiar de pierna de batida y de movimiento de brazos traía dolores más que triunfos, regresa, bien entrenada por su pareja, Benjamin Compaoré, a su pierna derecha para ganar con 14,33m, la mejor marca europea del año a dos semanas de los Campeonatos de Europa. Es Moha Attaoui contra Adrián Ben en los 1.500m, y gana una carrera lenta (3m 48,61s) que solo acelera en los últimos 400m, y, 40 minutos después, en el mismo óvalo de 200m, es Mariano García contra Josué Canales contra Álvaro de Arriba contra Moha Attaoui, que dobla hasta estamparse contra sus límites (cuatro carreras en dos días) en los 800m, y gana el murciano, intocable (1m 46,05s), y es Quique Llopis, que no puede sentirse tranquilo en su trono de las vallas, y acelera en persecución de Abel Jordán, que se escapa.

Jordán, madrileño de 21 años, es espigado y tranquilo, no parece un velocista. No es de esos musculosos y compactos, bolas de pesas de gimnasio, pero es rapidísimo, es la definición de fluidez su deslizar, en los 60m lisos y en los 60m con cinco vallas, y a todos maravilla su pie, cómo se desplaza. Y todos en las gradas de técnicos, atletas, mánagers y periodistas, hablan de él, del chaval que estudia y entrena en la Universidad de California State, en Fullerton, suburbio inmenso de Los Ángeles, y que gana los 60m lisos con una marca de 6,54s, la mejor europea del año y segunda mejor española de siempre tras los 6,52s del récord nacional de Yunier Pérez. Así termina el sábado, cuatro carreras y un oro, y al día siguiente dos carreras más, las semifinales y la final de los 60m vallas, la prueba, junto al 800m, con más densidad y juventud del atletismo español, la especialidad de Llopis, cuarto en el Mundial indoor y en los Juegos de París en los 110m con vallas, y de Asier Martínez, finalista olímpico en Tokio y campeón de Europa en Múnich de los 110m también.

La velocidad de salida de Jordán –”me llaman Yordan, y me gusta que me llamen así, y también me llaman Jordán, y no me disgusta”, dice el atleta, bisnieto de españoles que emigraron a Cuba en la posguerra “para huir de la dictadura de Franco” e hijo de españoles que nacieron en La Habana y migraron a España en 2002, “para alejarse Fidel Castro”, y en Madrid nació él—descentra y desquicia en las semifinales a Asier Martínez que se olvida de su callejón, y como imantado, intenta seguir el ritmo del chico de California y, olvidando el suyo propio, tropieza con la tercera y se desequilibra en la cuarta valla, y termina quinto. Llopis, de 24 años, maestro de la concentración y la técnica, confiesa que en la final él también estuvo a punto de dejarse llevar por el ritmo tan fácil, sibilino, sobre las vallas de Jordán, y que rozó la primera, pero luego se compuso y le superó al madrileño en el rush final para ganar, patrón de las vallas españolas, con 7,50s. Con 7,53s, su mejor marca de siempre como la de los 60 lisos, 99 centésimas más lenta por los obstáculos, Jordán también llegará como uno de los favoritos al Europeo de Apeldoorn, del 5 al 9 de marzo. “Tengo el don de mi velocidad de salida y lo uso para eso, para desconcentrar a los rivales”, sonríe Jordán, que sostiene en la mano el dorsal de Llopis autografiado, como Llopis, de Bellreguard se queda con el de Jordán. “Es como cuando corres con Grant Holloway [plusmarquista mundial, con 7,27s], que lo ves salir y alucinas, qué explosión”.

Paula Sevilla, de 27 años, manchega de La Solana, como la rosa del azafrán zarzuelera, y sprinter rapidísima de 200m salta a los 400m y revoluciona la prueba, y a sus compañeras, que mejoran. Siguiendo la senda de la pupila de José Luis Calvo desde la calle libre, camino de unos magníficos 51,20s, quinta mejor marca europea del año y segunda española de la historia, a 21 centésimas de los 50,99s (1991) de la importada Sandra Myers, y catedrática de piano en el conservatorio de Salamanca, tres más, un relevo perfecto, consiguen también la mejor marca de su vida y descienden de los 52s: Blanca Hervás (51,44s), Eva Santidrián (51,46s) y Daniela Fra (51,64s).
Jaël Bestué hace mejor a Maribel Pérez, que bate el récord de España de 60m (6,15s), como Marta Mitjans achucha a Lorea Ibarzabal, intocable en los 800m (2m 7,77s), y a Daniela García, y Markel Fernández, de Sopelana, tan veloces sus 200m, da más valor a la victoria, por fin de Iñaki Cañal (45,74s) en los 400m, y eso que al atleta vasco, de 21 años recién cumplidos (46,24s, su mejor marca) le han prohibido su prólogo fetichista, una vuelta completa al anillo en su salida de prueba de tacos, que hacía inspirado y admirado por los ciclistas que competían en su pueblo y antes de la carrera daban una vuelta al circuito para conocer las malas curvas. Sale como un rayo por la calle tres, tan cerrada la curva, e Iñaki Cañal, poderoso desde la seis, tiene que darle duro para coger la calle libre, y cerrar el debate.
Es la belleza del gesto atlético que solo es pleno cuando se ejecuta a toda velocidad, bajo la presión del rival, y alguna sonrisa angelical, que conmueve a los viejos atletas que, amorosos, preparan a los que llegan. Tensión, explosión. Se ven en ellos, son ellos mismos, perfectos, sin sus defectos. De la alcarreña Carmen Rosales, maravillan su juventud y su velocidad de entrada a tabla en el salto de longitud, en el que se impone a la jerarquía de Tessy Ebosele, que se rompe, y Fátima Diame, a quien le cuesta el proceso de cambiar de pierna de batida, y es campeona nacional a los 22 años (6,51m), y se entrena en Guadalajara, la capital mundial del salto largo, donde Yulimar Rojas y Jordan Díaz, con técnico cubano, Pedro Figueroa. Jaime Guerra, de 25 años, de Cornellà, también es rapidísimo, y llega a la tabla de batida a una velocidad de 10,35 metros por segundo, y bate con tremenda potencia, tanto potencial posee, para saltar 8,14m, quinta mejor marca europea del año, a tres centímetros de la mejor suya al aire libre, pero él se queda un poco insatisfecho. “Quería pasar de 8,23m y batir el récord de Cataluña de Antonio Corgos”, explica su entrenadora, María Durán. “Y está para ello después de un 2024 en el que se operó en marzo y pese a saltar 8,17m en el campeonato de España no fue seleccionado para los Europeos de Roma, y también se perdió los Juegos de París”. Y Corgos, mito de la longitud española, finalista en los Juegos de Moscú 80, 8,09m a los 19 años, dos platas europeas, a su lado sonríe. “Jaime entiende muy bien el salto, el ritmo y la técnica. Sé que quiere batir mi récord, y ojalá lo haga”, dice Corgos, técnico en la CAR de San Cugat. “Pero que se dé prisa antes de que el cuerpo le diga que no”.
La segoviana Águeda Marqués puede con Marta García, que ha estado enferma, en los tácticos 3.000m, y Pol Oriach, su compañero de entrenamientos aragonés en el CAR de Madrid a las órdenes de Arturo Martín, se impone en los 3.000m masculinos que se renuevan tras las ausencias de Mechaal y Katir, los dominadores de los últimos años.

No todo es potencia o velocidad, también los atletas están dotados de gracia, como la sonrisa de Ona Bonet, saltadora de altura de Manresa, de 18 años aún, y es una aparición que ilumina la pista cuando se acerca después de cada salto a escuchar las explicaciones técnicas de su entrenador, Gustavo Adolfo Becker, uno de los tres únicos españoles que ha saltado 2,30m, con Arturo Ortiz (2,34m) y Nacho Pérez (2,30m, como él). Becker, activo y vivo, y curioso, y enamorado del salto, la recibe siempre con una sonrisa que intenta igualar la sonrisa angelical de ella, y se desplaza como los ángeles también, flotando sobre una nube. La atleta es no una espiga, un junco, finísima, un suspiro, y alta, y Becker, que la entrena en el CAR de Sant Cugat y nunca echa broncas como otros técnicos porque prefiere siempre construir y motivar, dice que es como un jilguero, y que así es su constitución, tan ligera, y así vuela porque tiene un bote magnífico, y que está tomando suplementos en batido para hacer músculo, y habla de un potencial tremendo. “Estuvo unos días en el CAR Mahuchikh [la ucrania campeona olímpica y plusmarquista mundial, 2,10m], y su entrenadora, Tetiana Stepanova, quedó admirada de Ona, y predijo que llegará muy alto”, dice Becker, y se disculpa, y se acerca corriendo a la valla que le separa de la pista. Llega Bonet después del salto de 1,84m que le da un título que le entrega en persona Ruth Beitia, la campeona olímpica en Río. Llega feliz, sonriendo. Becker solo se acerca, y sonríe más, y choca su puño con el de la atleta, la gracia.
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