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Columna
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‘Mo’, el largo peregrinaje de una familia palestina

La serie de Netflix muestra sin rencor y con humor algunos de los problemas más sangrantes e injustos del siglo XXI, la inmigración, los exilios, el desprecio de los poderosos hacia los desheredados de la Tierra

Desde la izquierda, Tobe Nwigwe, Martica 'Fat' Nwigwe, Mo Amer, Farah Bsieso, Chase Robin y Omar Elba, en la segunda temporada de 'Mo'.
Desde la izquierda, Tobe Nwigwe, Martica 'Fat' Nwigwe, Mo Amer, Farah Bsieso, Chase Robin y Omar Elba, en la segunda temporada de 'Mo'.EDDY CHEN/NETFLIX
Ángel S. Harguindey

La serie Mo, creada por Mohammed Amer y Ramy Youssef, de origen palestino el primero y egipcio el segundo, demuestra cuando menos dos hechos: que la crítica social no tiene por qué estar exenta de humor y que Estados Unidos acepta de buen grado la denuncia de las imperfecciones de su sistema político.

Las dos temporadas de la serie de Netflix narran las venturas y desventuras de un joven palestino residente en Houston, Texas, por conseguir la nacionalidad estadounidense. Lleva 22 años en el empeño y las kafkianas trabas burocráticas encubren una actitud política que se desvela con el comentario que un funcionario de inmigración le dice a Mo: “Podrías estar en Guantánamo con tus amigos”, frase que suscribiría sin duda el grosero prepotente que habita en la Casa Blanca, un presidente que es nieto de inmigrantes alemanes, lo que no le impide ser el adalid de la lucha contra la inmigración, una más de las contradicciones de quien pretende representar el mundo libre al mismo tiempo que demuestra ser el mejor aliado de personajes como Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu, o que pretende acabar con las masacres de Gaza reconvirtiéndola en una costa dorada para disfrute de turistas, otra de las ocurrencias de Trump.

El largo viaje geográfico y vital de Mo desde su Palestina natal a Houston muestra también el inhumano trato de Israel a su familia y un México hospitalario y pobre al que se ve obligado a viajar temporalmente el protagonista sin que en ningún momento pierda la esperanza de regularizar su situación en los Estados Unidos. Mohammed Amer no deprecia en ningún momento el recurrir a las situaciones más típicas y tópicas, por ejemplo durante su estancia en el país azteca se verá obligado a participar en la lucha libre mexicana como uno de sus enmascarados o vender tacos con un carrito para poder pagar el alquiler de su misérrima habitación. Una de las virtudes colaterales de las series realizadas con talento es la información que suministran sobre países sin alardes didácticos, con sencillez.

Mo muestra sin rencor y con humor algunos de los problemas más sangrantes e injustos del siglo XXI, la inmigración, los exilios, el desprecio de los poderosos hacia los desheredados de la Tierra, en un mundo en el que, como afirmó Erasmo de Rotterdam: “Cuanto menos talento tienen, más orgullo, vanidad y arrogancia exhiben. Pero la necedad nunca camina sola: siempre encuentra a otros necios dispuestos a aplaudirle”.

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