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Las exportaciones del Mercosur crecen casi 14% en 2017

Un informe del BID destaca la evolución económica del bloque sudamericano

Federico Rivas Molina
Los representantes de los países de Mercosur posan durante la cumbre celebrada el 21 de diciembre de 2017 en Brasilia
Los representantes de los países de Mercosur posan durante la cumbre celebrada el 21 de diciembre de 2017 en BrasiliaReuters
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El giro político hacia la derecha en el Cono Sur latinoamericano ha tenido efectos concretos sobre la integración económica regional. El informe anual sobre comercio elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca que, en 2017, las exportaciones del Mercosur, el bloque comercial que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, crecieron 13,8% tras caer 2% en 2016. El comercio intrazona, en tanto, subió aún más, hasta 16,4% durante el primer semestre, evidencia de la buena sintonía entre los socios y un crecimiento promedio de sus PIB de 2,8%. La publicación del BID, titulada Renovando la integración y elaborada por el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), destaca que “en un contexto de incertidumbre global, el Mercosur se ve revalorizado como proyecto regional, como instrumento para lograr una mejor inserción internacional de las economías”.

 Si hasta hace sólo tres años los esfuerzos de los socios del bloque estuvieron puestos en la integración política, la llegada al poder de gobiernos liberales supuso un cambio de enfoque dentro de Mercosur. El triunfo de Mauricio Macri en Argentina y la llegada al Planalto de Michel Temer, previa destitución parlamentaria de Dilma Rousseff, dio impulso a una agenda centrada en lo económico. La primera evidencia del giro fue la suspensión indefinida de Venezuela como socio pleno, en agosto pasado, al tiempo que se aceleraron las negociaciones con la Alianza del Pacífico, el bloque que integran Colombia, Perú, Chile y México, más alineado a Estados Unidos. Para el BID, la decisión de abrir el Mercosur al mundo permitió avances sin precedentes en negociaciones largamente demoradas, como el TLC con la Unión Europea (UE). Fue, en el fondo, una vuelta a los orígenes del bloque, pensado más como un facilitador del comercio que cómo un acuerdo político.

En este regreso a las fuentes, los socios se encontraron con capítulos pendientes que, según el BID, fueron en parte saldados. En la lista está el haber generado reglas de inversión y compras públicas intrabloque, el perfeccionamiento de las regulaciones comerciales con la identificación de al menos 43 trabas y, sobre todo, una mayor fluidez en las relaciones bilaterales. En cuanto a la agenda externa común, el informe destaca el acercamiento a la Alianza del Pacífico, que se encuentra en una instancia de coordinación de alto nivel, y los avances negociadores con la UE, aunque con dificultades.

Nuevos tiempos

El BID destaca en su último informe sobre integración regional que el Mercosur ha sabido, en los últimos años, “actualizar su agenda ante un mundo muy distinto del que le dio origen”, a principios de la década de los 90. Se refirió así a los esfuerzos del bloque por desarrollar una “agenda digital de vanguardia”, señal de que los socios “han tomado nota de los nuevos tiempos”.

“Un trabajo granular en facilitación comercial y proyectos regionales que permitan la adopción y potenciación de las nuevas tecnologías en actividades agropecuarias, manufactureras y de servicios deberían dar continuidad a los esfuerzos en año en el que el Mercosur comenzó su renovación”, dice el texto.

“A mitad de 2017 se logró un texto único para varios capítulos que, sin embargo, no incorpora rubros relevantes como el agrícola, la propiedad intelectual y las indicaciones geográficas. De esta manera, no logró cerrarse el futuro acuerdo a fines de 2017 como era esperado en varios ámbitos”, dice el texto. De hecho, el gobierno argentino esperaba que el anuncio de un acuerdo coincidiese con la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) realizada en diciembre en Buenos Aires, pero tuvo que esperar.

El informe destaca que los avances del bloque son aún más relevantes porque se dieron en un contexto internacional poco amigable. “No fue un año en que el viento favorable haya impulsado plácidamente las iniciativas integradoras. Por el contrario, el escenario internacional y la propia dinámica macroeconómica interna distaron de ser óptimas. Se observaron notables tensiones en la globalización, reflejadas en el prolongado impasse que sufren las negociaciones multilaterales y en la recomposición y –posiblemente– en el replanteo de los objetivos de los proyectos mega-regionales que han venido marcando el ritmo de la integración mundial”, dice el texto.

Para Alejandro Ramos, especialista senior de INTAL, esa incertidumbre no fue tan negativa para la región como podría suponerse. Porque permitió, dijo, “revalorizar los esquemas de integración regional como el Mercosur y la Alianza del Pacífico”. “El objetivo es superar los eslabones faltantes de la integración regional en aras de garantizar mercados más amplios”, explicó Ramos en un comunicado.

El BID destacó además que el clima de época en América Latina va a contramano del desencanto mundial por los procesos de integración. Al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en la Unión Europea, “la opinión pública [latinoamericana] percibe un déficit de integración, y la profundización de estos procesos es valorada positivamente por amplios segmentos de la población”, dijo Ana Inés Basco, especialista de integración del INTAL.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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