Siete años de cárcel en EEUU para un ejecutivo clave de Volkswagen en el ‘dieselgate’
El alemán Oliver Schmidt es el segundo condenado en el país norteamericano por el fraude de las emisiones
Segundo ejecutivo clave de Volkswagen condenado en Estados Unidos a prisión por el escándalo de las emisiones. El alemán Oliver Schmidt, que ya se declaró culpable el pasado verano del fraude de manipulación de los motores para simular una contaminación menor, ha sido sentenciado a siete años de cárcel. La pena supera los 40 meses que se impusieron en agosto a James Liang, el veterano ingeniero que participó en el desarrollo del sistema que permitió engañar los controles.
Schmidt, que se encargaba de supervisar el cumplimiento de la normativa, cooperó con los investigadores y esperaba por eso una condena similar a la de Liang. Pero el juez le negó la petición y decide aplicarle en su caso la pena máxima, porque consideró que fue dirigido por sus jefes para mentir a las autoridades en Estados Unidos con datos falsos y destruyendo pruebas, para así tapar el fraude.
En concreto, le condena a 60 meses de prisión por el cargo de conspiración y a 24 meses por violar la Clean Air Act. Las sentencias se aplicarán de manera consecutiva. Además, tendrá que abonar una multa de 400.000 dólares, el doble de lo que se impuso a Liang. La justicia estadounidense presentó hasta la fecha cargos contra ocho empleados de VW por el bautizado como DieselGate.
Schmidt, el más próximo a la cúpula de VW, fue arrestado en enero pasado cuando se encontraba de vacaciones en Miami. Fue justo antes de que se conociera la reprimenda del Departamento de Justicia al grupo alemán. Se le negó la libertad condicional por el riesgo de fuga. Del resto de los acusados, cinco se encuentran fuera de EE UU y para ser juzgados deberían ser detenidos extraditados.
El ejecutivo empezó a trabajar para VW hace dos décadas y en 2012 se puso al frente del departamento que se lleva las relaciones con las agencias de la protección del medioambiente en EE UU. Schmidt trató de manera intencionada despistar a los supervisores cuando detectaron las primeras discrepancias en los controles. El otro arrestado es Giovanni Pamio, antiguo gestor de Audi.
VW instaló en secreto un sistema informático que era capaz de identificar cuando el vehículo estaba siendo sometido a las pruebas de emisiones. En ese momento se activaban los controles. Liang y Schmidt formaban parte del núcleo duro de ingenieros que diseñó la trampa electrónica. El fraude, que afectó a 600.000 vehículos en EE UU, costó a la compañía 30.000 millones de dólares en compensaciones.
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