¿Cordero español o francés? Carne con ‘pasaporte’ para Navidad
Los ganaderos piden controles sobre el etiquetado para evitar que se falsee el país de origen
Los ganaderos quieren que los consumidores sepan de dónde viene el cordero que presidirá la mesa en sus fiestas navideñas. Los productores de seis Indicaciones Geográficas Protegidas —Lechazo de Castilla y León, Cordero de Extremadura, Ternasco de Aragón, Cordero de Navarra, Cordero de Castilla-La Mancha y Cordero Segureño y de la Sagra—, a través de la Organización Interprofesional del Ovino, lnterovic, han reclamado a las diferentes Administraciones que apliquen “los máximos controles” para lograr la total transparencia de los mercados para evitar el fraude y lograr que el consumidor sepa realmente el producto que está adquiriendo y pagando. “El consumidor es libre para adquirir la carne que mejor le convenga por su calidad o precio”, señala el presidente de la interprofesional, Tomás Rodríguez. “Pero pretendemos que sepa lo que está comprando y, para ello, es importante conocer el origen del animal”.
La producción anual española de carne ovina es de unas 100.000 toneladas, con lo que se dispondría de un volumen suficiente para abastecer las necesidades e incluso hay una oferta en conjunto excedentaria, que permite realizar elevadas exportaciones a los países del norte de África. Sin embargo, la Navidad es una excepción: más de un 30% de la demanda de este producto se concentra en estas fiestas. Para cubrir las necesidades puntuales de Navidad se acude a importaciones masivas de carne de cordero y, sobre todo, de animales vivos de otros países comunitarios que se sacrifican después en España.
Importaciones de Francia
Llegan especialmente de Francia, con unos pesos similares a los lechazos nacionales con canales por debajo de los seis kilos. Actualmente han desaparecido prácticamente las importaciones de animales más grandes, que procedían de productos de Australia o de Reino Unido pero que no tenían demanda por los consumidores españoles. La normativa contempla la exigencia de que en el etiquetado del ovino figura el país de origen, cría y sacrificio cuando el mismo se comercializa en bandeja. Pero no está clara oficialmente esa exigencia en el caso de su venta bajo otra presentación, por medios, cuartos o pieza de canal entera. Para los ganaderos españoles es importante que el consumidor conozca en todo caso lo que está adquiriendo.
Según los datos oficiales, frente a unas importaciones medias mensuales de 26.000 corderos lechales, en el mes de diciembre esas compras en el exterior —casi en su totalidad francesas— ascienden a unas 190.000 unidades. Y de estas, 130.000 se sacrifican en mataderos de Castilla y León. De ahí, que las organizaciones agrarias de esa comunidad autónoma hayan exigido a sus autoridades el máximo control para evitar en que animales importados y sacrificados en esos mataderos puedan acabar llevando la etiqueta de Tierra de Sabor, que identifica los productos autóctonos. Si la etiqueta se banaliza, señalan, podría empujar a la baja los precios de las producciones de la región.
El cordero francés procede de un tipo de oveja de raza lechera donde el ingreso principal del ganadero es de la leche y el cordero es un segundo producto de menor valor, con uno peso en canal de unos seis kilos, similar a los corderos lechales nacionales.
Francia es un país donde en los últimos meses, siguiendo la ofensiva de renacionalización en la demanda de productos alimentarios, se han adoptado diferentes disposiciones por las cuales se exige que en la etiqueta de varios productos, especialmente en carnes, figure el origen del mismo, incluso si se trata de los ingredientes de productos elaborados en Francia.
Un consumo medio anual de 1,7 kilos por persona
En España el consumo de cordero se ha reducido prácticamente a la mitad en las dos últimas décadas. La demanda de carne de ovino y caprino es ahora de solo 1,7 kilos por persona y año, frente a por ejemplo los casi 11 kilos de carne de cerdo o los 13,8 de pollo al año, según cifras del Ministerio de Agricultura.
En buena medida, el precio puede ser en parte un factor clave en la decisión, ya que el cordero es la carne más cara: en 2015 rondó de media los 10,64 euros el kilo, frente a los 6 euros del cerdo, los 4,10 euros del pollo y los 9,20 de la carne de vacuno.
“El perfil del hogar consumidor de carne de ovino/caprino es el formado por parejas con hijos mayores; parejas adultas sin hijos, y retirados. De clase alta, media-alta cuyo responsable de compra supera los 50 años”, señala el informe anual de hábitos de consumo el ministerio. Las comunidades que más consumen son Aragón, Castilla y León, La Rioja y Castilla-La Mancha; y las que menos, Canarias, Andalucía e Islas Baleares.
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