El Senado frena la reducción del impuesto al refresco en México
La carga fiscal para las bebidas azucaradas seguirá a pesar de la presión de la industria refresquera
El impuesto a los refrescos seguirá vigente en México. El Senado detuvo la propuesta de reducir a la mitad la carga fiscal para las bebidas azucaradas que la Cámara de Diputados hizo la semana pasada. A pesar de la presión de la industria refresquera, los legisladores acordaron mantener el impuesto para continuar con la alta recaudación fiscal que ha registrado en los últimos dos años. El controvertido Impuesto Especial sobre Producto y Servicio (IEPS) suma un peso mexicano (0,06 dólares) a todos los líquidos con azúcar añadida en el mercado.
En 2013, el Congreso mexicano aprobó la carga fiscal como medida para atacar dos problemas de salud pública: la obesidad y la diabetes. En el primer año del polémico impuesto, el gobierno recaudó 1.900 millones de dólares (31.540 millones de pesos) y la ventas de refresco descendieron un 12%, según una investigación del Instituto Nacional de Salud Pública. “Hoy se ha incrementado el consumo de agua hasta en 10%”, ha argumentado el senador Armando Ríos Piter. La medida ha sido aplaudida internacionalmente por tratarse del primer país en la región que impone el gravamen para combatir un problema de salud pública.
La discusión sobre la reducción del impuesto alcanzó a los senadores hasta la madrugada del jueves. La propuesta de los diputados, respaldada por el lobby del refresco, buscaba rebajar 50 centavos de peso (0,03 dólares) el gravamen para las bebidas con cinco gramos de azúcares por cada 100 mililitros. Los legisladores se inclinaron por favorecer la recaudación fiscal que se estima en 1.267 millones de dólares (21.062 millones de pesos) para 2016.
La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC), que agrupa a las principales empresas de la industria refresquera de México, ha optado por respetar la decisión del Senado. Durante meses, los empresarios aseguraron que la medida había generado pérdidas en las ventas del 2,5% —menores a las estimadas por el Gobierno mexicano— y que la caída en el empleo en el sector había sido de 1.700 puestos de trabajo. El impuesto, señalan en la industria, está “sobrevalorado” y las familias con menos recursos gastan más para conservar su consumo.
Las cifras del ministerio de Salud sostienen lo contrario: la caída en la venta de refrescos ha sido más profunda en los grupos socioeconómicos con mayor pobreza. En México, un 53,3 millones de personas viven en la pobreza y la mayoría se ha inclinado a consumir refresco ante el poco o nulo acceso al agua potable.
El Instituto Nacional de Salud Pública sostiene que la preocupación por el consumo de bebidas azucaradas está principalmente en la población infantil. Los menores que consumen altas cantidades de refrescos tienen 55% más probabilidades de padecer obesidad que quienes consumen menos. “La introducción temprana de bebidas con sabor dulce en los niños definen preferencias por bebidas dulces más tarde en la vida”, señala el Instituto. La escena del bebé bebiendo refresco en lugar de leche de un biberón todavía es frecuente en los hogares mexicanos. Al centro de la mesa siempre hay bebidas endulzadas para acompañar la comida y las tiendas de alimentación ofrecen una amplia variedad de productos que van desde los 200 mililitros hasta los tres litros.
México es el segundo país con más personas que padecen obesidad, después de Estados Unidos. La diabetes es la segunda causa de muertes en México: unas 78.000 personas fallecen al año por esta enfermedad. Casi seis millones y medio de mexicanos son diabéticos. El refresco es prácticamente un producto de consumo básico entre los mexicanos, que son los mayores consumidores del mundo: 163 litros por persona al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La industria refresquera es una de las importantes del país y supone el 1,1% del Producto Interno Bruto (PIB).
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