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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La conexión rusa del corralito

El 25% de los depósitos bancarios están en manos rusas que se benefician de un impuesto de sociedades del 10%

María Antonia Sánchez-Vallejo

Aunque paguen a escote parte del rescate con la tasa impuesta a sus cuentas, los chipriotas no son los únicos –ni los principales- damnificados por el primer corralito de la eurozona. Miles de ciudadanos extranjeros, titulares de cerca del 40% de los depósitos bancarios chipriotas, han quedado en estado de shock por el anuncio, entre ellos miles de griegos que habían transferido su dinero a Chipre con la vana esperanza de preservarlo de su crisis, y muy especialmente los alrededor de 50.000 ciudadanos rusos que residen permanentemente en la isla mediterránea.

La tercera economía más pequeña de la eurozona era hasta ayer mismo una bicoca para los inversores extranjeros: miles de británicos, rusos y, en los últimos años, chinos se han beneficiado de un impuesto de sociedades del 10%. De ahí que, con más del 25% de los depósitos bancarios y un tercio de la inversión extranjera en manos rusas, el Gobierno de Nicosia recurriera antes a Moscú que a Bruselas cuando el contagio de sus bancos a la crisis griega empezó a dar señales. De Rusia llegó, en 2011, el préstamo de 2.500 millones de euros concedido por Rusia, con el que Nicosia esperaba remendar el Laiki Bank (Banco Popular) y el Banco de Chipre, las dos entidades más tocadas por la reestructuración de la deuda griega con pérdidas de 4.500 millones de euros (el 25% del PIB).

En el gesto de Chipre echándose en brazos rusos había mucho de desconfianza hacia sus socios del euro por la -en su opinión- nefasta gestión de la crisis griega, pero aún más de intereses entreverados de gratitud y una filiación fraternal: la religión ortodoxa. “Sin Rusia no hay memorándum”, titulaba este domingo el diario Politis, en un claro guiño al desenlace de una crisis cuya solución –el rescate- venía negociándose desde hacía nueve meses con Bruselas y que solo la victoria de Nikos Anastasiadis, el candidato conservador, en las presidenciales de febrero pareció desbloquear. Además de Rusia, China también fue sondeada por Nicosia para solucionar la quiebra de sus bancos antes de llamar a las puertas de Bruselas.

Pero en la crisis chipriota se juega algo más que la tranquilidad de la eurozona: paraíso fiscal, y área de servicio regional cotizadísima, la isla ha recuperado, con la guerra siria, el protagonismo estratégico que tuvo durante la de Líbano (1975-90); la existencia de dos bases británicas en la isla, y de unos cuantos puertos en el norte frecuentados por la Marina rusa, dan fe de esos intríngulis. A todo ello se suma la existencia de reservas de hidrocarburos en sus aguas, que han concitado la atención de propios y ajenos (China y Rusia, a la cabeza de todos).

La religión ortodoxa y la desconfianza en la UE por cómo ha resuelto la crisis griega, explican el acercamiento a Rusia

El Gobierno de Nicosia ha alcanzado un acuerdo con dos compañías israelíes sobre la explotación del 30% de los yacimientos de gas natural que se hallan en los alrededores de la llamada Plataforma 12, que comparten. La empresa estadounidense Noble Energy es la responsable de las prospecciones en la zona económica exclusiva de Chipre, colindante con sus aguas territoriales y, por tanto, con las turcas (y, al sur de la isla de Kastelórizo, con las de Grecia, que también aspira a su parte del pastel). Ankara ha anunciado represalias contra todos los participantes en las operaciones de detección y explotación y las diferencias sobre esa ingente bolsa de gas amenazan con enquistar hasta el día del juicio final la cuestión chipriota, es decir, la división y ocupación del norte de la isla por Turquía desde 1974, otra anomalía de este pequeño país, miembro de la zona euro desde 2008.

Un informe del Deutsche Bank apuntaba esta semana la posilibidad de que los yacimientos pasen a manos de los acreedores hasta que Chipre pague la totalidad de su deuda, lo que coincide grosso modo con los programas de los dos candidatos que se batieron en las presidenciales de febrero: tanto el ganador Anastasiadis como el candidato derrotado, el comunista Stavros Malás, habían insistido en utilizar los ingresos del gas para enjugar los intereses de la deuda.

Anastasiadis, cabe recordarlo, era el candidato de la canciller alemana, Angela Merkel. Ahora, con el rescate acordado, se multiplican los pronósticos: ¿será un gobernante como el también conservador portugués Pedro Passos Coelho, disciplinado alumno de la troika? ¿O, como le recomiendan algunos medios de comunicación locales, tirará más al socialista griego Yorgos Papandreu, que se jugó el tipo, y lo perdió, esgrimiendo la posibilidad de un referéndum sobre la permanencia de Grecia en la eurozona? Eso mismo pedían ayer el partido comunista (AKEL, en sus siglas griegas) y parte de la opinión pública chipriota: un referéndum. Y sin demora.

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