El grave deterioro del mercado laboral amenaza con derrocar el último bastión de la bonanza económica: el superávit de la Seguridad Social. El Gobierno abrió ayer la puerta a que el sistema público pueda incurrir en déficit por primera vez desde 1998, pese a que las previsiones le otorgaban un superávit del 0,4% del PIB en 2011.
El déficit público es intocable. Está en juego la escasa credibilidad de la política económica del Gobierno ante los mercados y ante los principales países de la eurozona. El último conejo que se ha sacado de la chistera el Ejecutivo ha sido unificar los tres Fondos de Garantía de Depósitos (FGD) de bancos, cajas y cooperativas para que paguen la factura de la reestructuración financiera.
Los mercados no han faltado a su tradición. Justo en los peores momentos, cuando peor pintan las cosas y más cunde el pesimismo, ellos sorprenden con grandes subidas diarias o semanales. Ha vuelto a pasar. La presión sobre la deuda de Italia, España o Bélgica ha aflojado. Y mucho.
El Banco Santander anunció ayer una oferta por la que recomprará participaciones preferentes por 1.965,6 millones de euros a cambio de que los que acepten la oferta suscriban con ese dinero acciones nuevas del banco. Poco después, el Sabadell anunció una operación similar por la que también ofrece canjear 870 millones en preferentes por nuevas acciones.