España estrena la extracción del riñón por la vagina para trasplantes
La técnica, muy poco invasiva, se ha probado con éxito en 34 personas - Sanidad busca aumentar así la donación de vivo, inferior a la media de la UE
Cuantos menos riesgos y molestias tenga el donante, más fácil será que se decida a aportar un órgano. Esa es la premisa de la última técnica que ayer presentó en España un equipo del hospital Clínic de Barcelona: la extracción de riñones para trasplante por medio de una técnica que combina la cirugía mínimamente invasiva y el uso de orificios naturales (en este caso, ombligo y vagina). En el ensayo, que publica la revista European Urology, participaron 30 mujeres y cuatro hombres, y el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, espera que se pueda expandir rápidamente a otros centros.
El trabajo, que ha dirigido Antonio Alcaraz, jefe de Urología del Clínic, utiliza uno de los hitos de la cirugía moderna, la denominada NOTES (acrónimo en inglés de Cirugía Transluminal a través de Orificios Naturales). Estas técnicas -en las que España es un país puntero- se empezaron a usar en humanos en 2007, y se basan en la utilización de orificios del cuerpo para acceder al interior o para sacar órganos. La gran novedad de este ensayo, de los que solo se ha hecho uno antes en el mundo, según Matesanz, es que los riñones así extraídos son válidos para ser trasplantados.
La intervención también se ha hecho a través del ombligo
"Te queda una cicatriz como una espinilla", afirma una voluntaria
De hecho, como explica Juan Francisco Noguera, del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (Iunics) de Baleares -otra de las referencias en este campo-, en este caso se ha utilizado una técnica mixta. En las mujeres se ha usado la vía vaginal para extraer el riñón, pero ha habido que ayudarse de un par de incisiones en el abdomen, de 5 y 10 milímetros, para introducir en la cavidad abdominal el instrumental que separa el riñón y, vital en esta técnica, la cámara y la iluminación que permiten a los cirujanos seguir el proceso. En los varones, la vía de entrada fue el ombligo.
La idea de la ONT es que con esta técnica se podrá conseguir aumentar el número de donantes vivos de riñón. Al contrario que en los órganos que provienen de cadáver, donde España es líder mundial destacada -los últimos datos de la organización muestran que la tasa es de 32 donantes por millón de habitantes, casi el doble que en la UE-, en los órganos de vivo se está por debajo de la media. Los datos de la ONT indican que en 2010 se realizaron 240 trasplantes de estas características -frente a 2.225 de cadáver-. Este año, según Matesanz, se espera llegar a los 300. "Con ello nos situaríamos en la media europea", añadió.
De hecho, en España las donaciones de vivo se empezaron a potenciar en 2006, cuando se vio que el número de órganos que se podían obtener de cadáver estaba llegando a su máximo. En principio, la práctica estaba reservada a familiares de enfermos, pero se ha ido ampliando a desconocidos (los llamados buenos samaritanos) y estimulando con los llamados trasplantes cruzados o las cadenas, en las que un allegado de un receptor es animado a dar a cambio su órgano para otro paciente.
Y aquí entra en juego esta técnica, ya que los posibles efectos adversos de la operación son una de las pegas para que los voluntarios ofrezcan uno de sus riñones. Pero con esta cirugía se reduce el número de infecciones y el riesgo de hernias o adherencias en las incisiones, ya que estas son muy pequeñas y en lugares más protegidos, explicó Alcaraz.
Es el caso de Concepción Jiménez, una mujer de 58 años que ha donado un riñón a su marido. "Llevaba 38 años con problemas renales, pero afortunadamente, solo desde noviembre con diálisis", cuenta. En ese momento ella y sus tres hijos se ofrecieron para donarle un riñón.
Recuerda el proceso como algo muy llevadero. "Me operaron el 5 de abril, el 6 me ofrecieron un caldito -yo pedí un yogur-, y el 7 me mandaron a casa". "A los 15 días no me quedaban más que unas cicatrices de nada, como una espinilla", dice refiriéndose a las incisiones del abdomen. Quizá de todo el proceso lo que menos le gustó fue que ella y su marido estuvieron en plantas diferentes. "No nos vimos ni en el trayecto al quirófano, pero él dice que estaba a mi lado durante la operación porque me oía", recuerda.
Ahora, su vida ha cambiado. No por ella, que sigue siendo una mujer dicharachera y vitalista que no ha perdido su acento granadino aunque lleva más de 50 años en Badalona. Pero sí por su familia. "Mi marido ya no se cansa tanto; es otro", dice satisfecha de haber protagonizado un ensayo tan especial.
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