Bailando con el demonio
Eso le comentaba el joker a Batman: "¿Has bailado con el demonio a la luz de la luna?". La verdad es que no sé si Enrique ha bailado con el demonio muchas veces, imagino que sí, porque trabaja en esto del cine, pero si no lo ha hecho, tendrá que aprender, por lo menos para que no le pise los pies. La cosa está complicada. El mercado del cine se revuelve como una olla hirviendo, y los intereses de unos y otros bullen como garbanzos en un cocido.
Me alegra que el jefe de cocina sea Enrique, un tipo curtido en el negocio, que sabe pelear duro para que sus películas se mantengan el máximo posible en los cines, y las cuida, las mima, pasándolas de una sala a otra, como quien le cambia el agua a los caracoles. Enrique es un peso pesado, una especie de mezcla entre Coppola y el capitán Haddock, un clásico de festivales y mercados internacionales. Me siento a gusto con él, compartiendo ideas y bromas, hablando de cine, porque, aunque somos muy diferentes, tenemos esa manía: que nos gusta lo que hacemos. Ahora hay que pensar en el cocido, y estoy seguro de que Enrique no se preocupa solo de que a los cocineros no les falte de nada, cosa muy importante, sin duda, sino que también le interesa que lo que llevamos a la mesa esté bueno, y que el que pague la cuenta salga contento.
Tenemos suerte, compañeros: un perro viejo, astuto y terco cuidará de nuestros intereses
Qué alegría que la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España cobre fuerza en la vida social y cultural del país. Que alegría que el cine sea criticado, alabado, perseguido, querido y odiado. Porque eso solo significa que estamos jodidamente vivos, más que nunca.
Escribo esto en el avión volviendo de presentar mi último trabajo, donde me acompañaban muchas otras peliculas españolas. Tenemos suerte, compañeros, porque un perro viejo, astuto y terco como ninguno cuidará de nuestros intereses. Los cineastas somos gente afortunada porque Enrique González Macho lleva las riendas. Hay un nuevo sheriff en la ciudad, serio pero divertido (¿como se hace eso? Enrique lo consigue), respetuoso, y sobre todo, valiente. Ahora, eso sí, vendrá el demonio y lo sacará a bailar. Cuidado... Elige bien la canción, y balia como a ti te gusta, a tu ritmo, y ¡suerte!
Si ladran, es que cabalgamos.
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