Las fuerzas de la coalición limitan el castigo al régimen
Los aliados atacan tropas desplegadas y centros de mando
La tercera jornada de bombardeos de la coalición internacional en Libia definió con claridad el reducido perímetro de acción en el que se mueven los militares aliados. La coalición atacó fuerzas terrestres del régimen activas en la zona de Ajdabiya y, ya de noche, volvió a disparar contra objetivos en Trípoli, pero evitó a lo largo del día ampliar el espectro de los objetivos.
"Nuestra misión es muy clara", señaló ayer el general Carter Ham, líder del Comando África de Estados Unidos (Africom), que actualmente dirige la estrategia de las operaciones. "El objetivo no es destruir completamente las Fuerzas Armadas de Gadafi. No es apoyar las eventuales acciones de las fuerzas de oposición. Ni tampoco he recibido ordenes de atacar directamente a Muamar el Gadafi", aclaró el militar.
La zona de exclusión aérea se extiende hacia el oeste
El objetivo marcado por la resolución 1.973 del Consejo de Seguridad de la ONU es simplemente proteger a los civiles de los ataques de las fuerzas del régimen. La estrechez del mandato y la fragilidad del consenso político subyacente a la misión impiden una interpretación extensiva de la operación.
El volumen de fuego se redujo en la noche entre domingo y lunes con respecto a las anteriores. Vince Crawley, un portavoz de Africom, señaló ayer que los aliados dispararon esa noche una docena de misiles, mientras en las anteriores se llegaron a lanzar más de cien cohetes contra una veintena de objetivos.
A falta de conocer el balance de la noche entre lunes y hoy, es significativa la posición expresada por Crawley: "Durante las primeras 24 horas [de la operación] nos concentramos en establecer las condiciones para la zona de exclusión aérea, y ahora estamos en una fase de transición hacia una actitud de patrullaje y control", explicó.
Los aliados centraron sus primeros ataques especialmente en las posiciones fijas de defensa antiaérea libia, para poder patrullar los cielos sin amenazas pendientes. Ahora las defensas aéreas fijas están aniquiladas, y aunque es posible que el régimen conserve las móviles, éstas no representan una gran preocupación para la coalición.
Por tanto, ahora los ataques parecen centrarse en las fuerzas terrestres del régimen en acción; y centros operativos estratégicos -como las estructuras bombardeadas en el recinto del dictador en Trípoli-, para aislar o decapitar las estructuras de mando.
Así, los aliados bombardearon la zona de Ajdabiya en el este de Libia, donde fuerzas leales de Gadafi y sublevados pugnan por el control de la ciudad. Fuerzas francesas dispararon contra un vehículo blindado unos 100 kilómetros al sur de Bengasi.
Otra misión, llevada a cabo por las fuerzas británicas y probablemente dirigida a Misrata, tuvo que ser cancelada in extremis por la presencia de civiles forzados como escudos humanos en la zona de los objetivos, según informaron las autoridades de Reino Unido. Pero las acciones parecen mostrar un elevadísimo grado de contención.
Este cuadro significa que la coalición ya ha logrado limitar poderosamente el margen de acción de las fuerzas de Gadafi, pero el nivel actual de presión no parece suficiente como para provocar entre sus filas una desbandada que deje desnudo al régimen. Las fuerzas rebeldes tendrán probablemente que luchar para ganar terreno.
La relación militar entre aliados y rebeldes es naturalmente un aspecto clave de la campaña. Un portavoz rebelde afirmó por la mañana que había contactos entre las partes, "para señalar a la coalición la ubicación de las fuerzas leales al régimen". Sin embargo, el general Ham negó que hubiese cualquier tipo de comunicación, "formal o informal", con los rebeldes. Ham también excluyó tajantemente que hubiese fuerzas especiales de la coalición en el terreno. Su presencia sería útil para la recolección de información sobre el terreno y para aconsejar la acción de los rebeldes, pero sería una verdadera bomba política, y la misma oposición libia rechaza la opción.
La aniquilación de las defensas antiaéreas y la llegada de nuevos aviones militares permitió ayer extender hacia el oeste la zona de exclusión aérea, que cubre ahora un millar de kilómetros de la costa libia. Unos 80 aviones salieron ayer para patrullar la zona, más de la mitad de ellos pertenecientes a fuerzas armadas europeas. Aviones canadienses y belgas se sumaron a las operaciones.
Por otra parte, el portaviones francés propulsado por energía nuclear Charles de Gaulle llega hoy a las costas de Libia procedente del puerto de Tolón. La flotilla de fragatas que le acompaña y su dotación de aviones de caza volverán mucho más operativa la acción militar francesa.
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