Pulso firme y mano tendida
"Ser español no es nada del otro jueves", dijo Azaña, y se le echó encima toda la derecha. Mucho antes, Cánovas del Castillo dijo que "era español el que no podía ser otra cosa", y se le echaron encima todos los liberales. Yo me siento muy orgulloso de ser español, pero viendo el panorama nacional dan ganas de decir algo parecido. Después de décadas en que España ha sufrido por la herida sangrante del País Vasco, ahora que se atisban pasos decisivos en la pacificación, la política española en vez de hacer un ejercicio de responsabilidad y prudencia ante lo que ocurre, está alardeando de la peor política imaginable.
Por una parte, la derecha y los recursos mediáticos y de otro tipo que posee parecen empeñados en que la experiencia fracase. ¿Por qué? ¿Qué es lo que temen? No puede ser electoralismo. Porque lograr la paz, se sabe que sale muy caro y los Gobiernos que lo consiguen más que premio reciben cierto castigo en las urnas. Si no es electoralismo, ¿qué es? Sinceramente creo que es falta de patriotismo. No puedo calificar de otra forma que ante una cuestión de Estado, en vez de callar o ayudar se utilice el tema para las pequeñas miserias de la oposición sin cuartel al Gobierno.
Si se acepta lo que dice el PP, bien; si se hace lo que no le gusta, acoso y derribo contra el Gobierno En materia antiterrorista, Zapatero, por falta de valentía, ha optado por no molestar a la derecha
El problema es que el Gobierno y el partido que lo sostiene no están libres de culpas. Comprendo que su margen de maniobra no es excesivo, también las dificultades que atraviesa el socialismo ante el embate de la crisis y una oposición inmisericorde. Arrugarse, plegarse ante el ambiente creado por la derecha puede dar una apariencia de consenso que siempre es buena. Pero el actual consenso es falso, un consenso negativo: si se acepta lo que dice el PP, bien; si se hace lo que no le gusta, acoso y derribo contra el Gobierno. ¿No habíamos quedado que el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo estaba guiado por el principio de que el Ejecutivo es el responsable de la política antiterrorista y la oposición prestaba su apoyo siempre y cuando se le explicara el porqué de esa política? Los términos parecen haberse invertido.
Comprendo que la derecha olvide el patriotismo, lo suyo es el patrioterismo, pero la izquierda no puede dejar de ser patriota. Y aunque tenga que tomar medidas que pueden traerle problemas tiene mayor obligación que la derecha en ser responsable y hacer lo que se debe. Al fin y al cabo la socialdemocracia solo es posible en un Estado fuerte, porque sus seguidores esperan la ayuda del Estado, en cambio, la derecha cuenta con otros muchos instrumentos.
¿Acaso no se ha visto obligado Zapatero a tomar determinadas medidas sabiendo que eran costosas, pensando en el futuro del país? En cambio, en materia antiterrorista creo que ha optado por no molestar a la derecha. ¿Por electoralismo? Más bien por falta de valentía. Esta pasividad no le va a dar más votos, quizá tampoco lo contrario le daría, pero por patriotismo, y aunque cueste más enfrentamientos con el PP, no debería de tolerar sin combatirlo el ambiente mezquino y negativo que va creciendo en España sobre la posible pacificación de Euskadi.
Con legitimidad que me da ser uno de los más firmes defensores de la Ley de Partidos, el clima de alarmismo y presión a la que se está sometiendo a la opinión pública, y a fin de cuentas a los tribunales, sobre una posible legalización de Sortu, sembrando argumentos demagógicos y temores falsos, es una irresponsabilidad.
La Ley de Partidos se hizo para ilegalizar, pero también para legalizar si se cumplían sus condiciones. Los tribunales decidirán, y supongo que decidirán bien, pero no se está jugando con la frialdad y prudencia que exige un tema y un momento tan importante.
Pero, quizás, lo de menos es la cuestión de la legalización. Lo malo y lo peligroso es la ceguera que se está demostrando ante lo que ocurre en Euskadi y a su izquierda abertzale.
Por mucho ruido que se haga para ocultarlo ningún político serio que conozca el País Vasco puede negar que Batasuna ha optado por el adiós a las armas y que eso nos lleva antes que después al fin de ETA. Menos aún, ningún político serio puede olvidar que estas cosas no son irreversibles, que desde la política y las instituciones se pueden hacer cosas decisivas para facilitar, dificultar o dejar pudrir esa evolución.
Pienso sinceramente que ante el empuje de la derecha y la debilidad del socialismo se ha optado por la pasividad ante lo espinoso y arriesgado de la cuestión. Los que tanto han sufrido con el terrorismo y los que tanto han luchado contra él no se merecían esto.
Qué más da unos votos más o unos votos menos. Y ahora vuelvo a lo de Azaña y Cánovas. ¿En qué país de Europa o del mundo a un ministro del Interior qué está terminando o ha terminado con un problema que se creía irresoluble, en vez de darle el sostén y el agradecimiento de todos, se sea de derechas o de izquierdas, se le convierte en un personaje al que combatir o destruir? ¡Solo en España!
¿En qué país a un presidente del Gobierno que apostó por la paz y la va a lograr no se le reconoce ni siquiera ese mérito de alcance histórico? Y además se le descalifica por lo hecho en la legislatura anterior, como si lo que ocurre ahora no fuese una especie de epílogo de lo que ocurrió entonces, del trabajo de entonces, y no algo caído del cielo? ¡Solo en España!
Las elecciones son una cosa. A veces se ganan y a veces se pierden. Pero las vidas humanas son sagradas y lo primero es lo primero. No seamos unos irresponsables y desaprovechemos la ocasión. Tampoco seamos ingenuos, los que hoy boicotean, mañana serán los abanderados del logro de la paz. Decía Machado que "los invisibles hiladores de los sueños eran dos, el torvo miedo y la verde esperanza" que, aplicando a nuestro caso, podrían ser el pulso firme y la mano tendida.
Jesús Eguiguren es presidente del PSE-EE-PSOE.
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