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Ola de cambio en el mundo árabe | Inestabilidad en el norte de África

Los cambios en el mundo árabe provocan una crisis en el Gobierno de Sarkozy

Alain Juppé ocupa Exteriores tras la salida de Alliot-Marie por el 'caso Ben Ali'

Antonio Jiménez Barca

La ola revolucionaria que recorre el mundo árabe se ha llevado por delante de rebote a la ministra de Asuntos Exteriores francesa, Michèle Alliot-Marie, cuestionada por sus polémicas vacaciones navideñas en Túnez, en las que usó un avión de un empresario próximo a Ben Ali, y ha acarreado, además, una minirreforma del Gobierno de Nicolas Sarkozy, la décima en lo que va de legislatura.

La ministra, en una carta remitida ayer a Sarkozy en la que no reconocía ningún error, anunciaba una dimisión cantada desde el viernes y reclamada por la oposición desde hacía un mes. Su sustituto será el actual ministro de Defensa y alcalde de Burdeos, el veterano Alain Juppé, ex primer ministro y exministro de Exteriores en los noventa.

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Los cambios del Gobierno de Sarkozy no se quedan ahí: Brice Hortefeux, ministro del Interior y amigo personal de Sarkozy, el hombre con el que habla todos los días por teléfono, deja el cargo para convertirse en consejero especial en el Elíseo. Su misión, en teoría, será la de preparar la campaña electoral de 2012, que se presenta complicada para un Sarkozy que se arrastra en los sondeos desde hace casi un año. Su puesto será ocupado por Claude Guéant, el actual secretario general del Elíseo, otro hombre de confianza del jefe del Estado francés. El presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) en el Senado, Gérard Longuet, será el nuevo ministro de Defensa.

El objetivo de Juppé será el de levantar la diplomacia francesa, inmersa en una crisis de identidad y de credibilidad, cuestionada por su apoyo hasta el último minuto al dictador tunecino Ben Ali, zarandeada por las revelaciones de las amistades tunecinas de Alliot-Marie y herida por las críticas de algunos embajadores que, el 23 de febrero, en una tribuna en Le Monde, aseguraron que Francia "había perdido su voz en el mundo".

Sarkozy, en una alocución televisada ayer en la que anunció los cambios de su Gobierno, celebró sin reservas la revolución del mundo árabe, la calificó de una "nueva era", aseguró que hay que mirarla con "esperanza" y "sin miedo" y justificó el apoyo en el pasado a los regímenes dictatoriales que la antecedieron por haberlos considerado un dique frente al integrismo y el terrorismo. Anunció que propondrá medidas a la UE para sostener y ayudar a las nacientes democracias y después justificó sus cambios gubernamentales para así mejor gestionar toda esta revolución "en materia de seguridad y de diplomacia". Advirtió, antes de terminar, que un fracaso en la ayuda a la estabilidad de estos nuevos Estados "puede acarrear flujos inmigratorios incontrolados".

Más allá de las grandes intenciones de Sarkozy, la caída de Alliot-Marie se produjo por un motivo mucho más prosaico: en sus vacaciones navideñas, ella, junto a sus padres y su compañero, Patrick Ollier, ministro de Relaciones con las Cortes, utilizaron dos veces el avión privado de un multimillonario empresario local, Aziz Miled, próximo a los círculos de poder de Ben Ali. La ministra se defendió mal al conocerse la noticia, ocultando datos clave que, cuando salieron a la luz, acabaron de socavar su credibilidad y su futuro: su padre, Bernard Marie, aprovechó el viaje para hacer negocios inmobiliarios con Aziz Miled.

La ministra seguía asegurando que no dimitiría cuando explotó, la semana pasada, la tercera granada mediática: Patrick Ollier -que continúa en el Gobierno- había servido de intermediario para empresas francesas de armamento y de explotación de energía nuclear.

Michèle Alliot-Marie, con Nicolas Sarkozy el pasado 14 de febrero.
Michèle Alliot-Marie, con Nicolas Sarkozy el pasado 14 de febrero.PHILIPPE WOJAZER (ASSOCIATED PRESS)

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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