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Columna
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'Zombi'

Las últimas semanas están resultando letales para el Gobierno, dada la coincidencia de tantas grandes crisis como acaban de entrar en colisión. He aquí una sucinta relación. 1) La crisis marroquí del Sáhara, que ha cogido desprevenida a la nueva ministra de Exteriores impidiéndole reaccionar con firmeza y dejando la posición internacional de nuestro país en situación de extrema debilidad, sometida como está al arbitrario despotismo de un régimen sultanista como el alauí. 2) El desastre electoral del PSC, que ha puesto de manifiesto no solo la patente incapacidad del pobre Montilla para liderar un Govern zombi, como desde hace tiempo era el Tripartit, sino también el estrepitoso error estratégico que cometió Zapatero al apostar todas sus cartas a la baza confederalizante de la llamada España Plural; lo que además de contravenir frontalmente el diseño federalista adoptado en 2003 por los barones del PSOE en Santillana del Mar, ha venido también a agravar el regresivo declive de la izquierda española.

A Bambi le cuida ahora el astuto Ulises Rubalcaba, que no dudó en decretar el estado de alarma Zapatero debe proponer una ley de huelga para impedir que se tome como rehenes a los ciudadanos

3) La segunda ronda de la crisis (esta vez irlandesa) de nuestra deuda soberana, que continúa su larga marcha hacia su futura bancarrota, obligando a la vicepresidenta Salgado a adoptar un nuevo paquete preventivo de medidas disuasorias (como la subida del tabaco y la privatización de AENA y la Lotería), entre las que destaca por su patente injusticia la supresión del PRODI que venía malamente a aliviar la pobre miseria a la que se ven reducidos los desempleados de larga duración. 4) Las escandalosas filtraciones de Wikileaks sobre los cables diplomáticos estadounidenses, que han revelado lo que ya adivinábamos pero que hasta ahora carecía de confirmación: cómo es la cínica doblez de nuestros gobernantes, sin escrúpulos para contradecir en sus confidencias privadas el talante buenista y la retórica justificatoria con que alardean en público defender los derechos humanos.

5) Y por si todo esto fuera poco, la semana pasada se produjo la crisis previamente anunciada de los controladores descontrolados por unos presuntos instigadores incontrolados. Todo ello como último round del pugilato con que su sindicato ha venido desafiando a Fomento desde hace años. Y como al ministro no se le ocurrió mejor expediente para detener el paro iniciado en Santiago que dictar un decreto ley en vísperas del puente de la Constitución, los controladores aprovecharon la ocasión para aceptar el envite y doblar la apuesta, con lo que rompieron el tablero de vuelo paralizando los cielos. Todo ello fiados en la imagen de debilidad que aflige a Zapatero, lo que les hacía creer que podrían arrodillarle sin dificultad. Pero no contaban con que a Bambi ahora lo cuida el astuto Ulises Rubalcaba, que no dudó en echar el resto decretando el estado de alarma. Pero para entonces ya se habían violado los derechos del medio millón de ciudadanos que esperaban volar, por no hablar del lucro cesante de los cientos de millones de euros que perdió la industria turística nacional.

Algunos entienden que este primer acto de autoridad del Gobierno Zapatero le habrá servido para neutralizar y quizás invertir la caída hacia el abismo por el que se venía despeñando. Pero no hay que hacerse ilusiones, pues es tal el descrédito acumulado que su gesto de autoridad solo será entendido como acto reflejo de inseguridad. De ahí que la coincidencia astral de estas cinco crisis antedichas le habrá supuesto un golpe fatídico del que ya no hay posible recuperación, como demuestra la reciente encuesta de Metroscopia que cifra su desventaja rayando el 20%. Por eso ahora la Z del Gobierno Zapatero ya parece la Z del zombi: y es que el suicidio de Zapatero al que me he referido desde esta columna le ha convertido en un muerto viviente que devora a sus propias víctimas, condenándole a tambalearse hasta 2012 como un cadáver político que se resiste a desaparecer.

Entonces, ¿qué podría hacer el Gobierno? Ante todo, admitir la evidencia abandonando toda esperanza de reelección. En lugar de tratar de reducir las pérdidas, tendría que hacer de necesidad virtud, diciéndose: de perdidos, al río. Debería renunciar al intento de recuperar los votantes perdidos e invertir los meses que le quedan en rectificar sus errores. Igual que rectificó su errada política del proceso de paz, e igual que rectificó su errada negación de la crisis, ahora tendría que rectificar sus demás errores estratégicos, empezando por la confederada España Plural (para volver al federalismo de Santillana) y terminando por su errada política laboral, para proponer de una vez una Ley de Huelga plenamente constitucional que impida a las organizaciones sindicales tomar a los ciudadanos como rehenes de sus chantajes.

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