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"Lo mataron por venganza"

Con un ramo de flores sobre las rodillas, Àlvar Busquets, de 85 años, cara surcada y ojos hinchados, dobla el pañuelo que acabará empapado de lágrimas al final de la mañana. Busquets, natural de Cornudella de Montsant, acudió ayer a Tarragona con sus familiares para dejar el ramo en el mural en el que figura el nombre de su padre: Joan Busquets, fusilado a los 50 años, en mayo de 1939, en la montaña de la Oliva, el mismo punto en que fueron ejecutadas otras 770 personas, a las que después enterraron en la fosa común del cementerio. "Lo detuvieron en febrero, lo encarcelaron en abril, cuando terminó la guerra. Y lo mataron poco después", explica.

Su padre cometió el crimen de ser alcalde de Cornudella tres meses y medio. "No lo mataron por política, fue por venganza. Lo denunciaron falsamente varios vecinos. Eso no lo he dicho en el pueblo por vergüenza, pero ahora ya da igual", lamenta. Este asesinato ilustra lo gratuito de la represión franquista, enfrascada en una caza de culpables en la que cualquiera podía ser sospechoso. "Mi padre era de izquierdas, pero sus mejores amigos eran de derechas. Se querían librar de él", cuenta.

Busquets tenía 13 años cuando vio a su padre por última vez. "Si lo hubiera tenido conmigo, habría cruzado montañas. A mi padre lo mataron, pero nosotros morimos en vida. Me ha hecho mucha falta". Siguió sus pasos: Busquets acabó afiliado a ERC y fue alcalde de Cornudella durante 16 años, de 1979 a 1995. De sus mandatos recuerda cierto odio los primeros años. "Me amenazaban con que me enviarían al paredón como a mi padre". Solo lamenta una cosa: "Goberné con mi padre siempre presente, pero nunca pude hacer nada por él".

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