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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Campanas sin vuelo

El atisbo de recuperación en el primer trimestre no basta para certificar el fin de la recesión

La estimación del Banco de España sobre el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año aporta una décima de variación positiva sobre el trimestre anterior. Es una buena noticia, después de seis trimestres consecutivos de contracción de nuestra economía. La magnitud de la variación y la base sobre la que se expresa no permite, sin embargo, echar las campanas al vuelo. Sólo puede afirmarse que hemos tocado fondo y, si no hay malos registros en próximos trimestres, la economía reiniciará una muy moderada senda de crecimiento. Tan moderada que, aceptando las previsiones de la mayoría de las agencias multilaterales y de los analistas españoles, el crecimiento del conjunto del año se cerrará con otra tasa de crecimiento negativa, en el entorno del medio punto porcentual. El Ibex volvió a hundirse ayer (-3,28%), una declaración explícita de que las cuentas del PIB en el primer trimestre todavía no despejan la incertidumbre española.

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Sería un error, por tanto, conceder a esta estimación provisional el poder de prescripción sobre la evolución del conjunto de la economía española, como si ya se hubiese salido irrevocablemente de la recesión y olvidar las amenazas que siguen pesando sobre el bienestar de los españoles. El paro, el desequilibrio más grave, no va a disminuir de forma rápida. Es muy probable que se mantengan tasas de desocupación en torno al 19% en los próximos cuatro trimestres. Las perturbaciones que sufren los mercados financieros no favorecen la corrección de ese otro desequilibrio crucial, el de las finanzas públicas. Sin crecimiento ni aumento de la demanda, la reducción del déficit es muy complicada.

El otro gran desequilibrio a corregir es el de la confianza de los agentes económicos en las instituciones. Casi todas, desde el sistema bancario a las organizaciones empresariales, los partidos políticos y el propio Gobierno, están perdiendo a chorros la confianza de la opinión pública en que puedan resolver la crisis financiera y la recesión. No es problema sólo de España. Europa también tiene problemas de iniciativa y claridad de ideas. El Eurogrupo tiene que demostrar que está a la altura de las circunstancias alumbrando un acuerdo que apacigüe el ataque financiero al euro.

Flaco favor harían el Gobierno y la oposición a la urgente restauración de la confianza si se enzarzaran ahora en una discusión sobre lo que significan las décimas del PIB, en lugar de acometer en serio la solución de dos de los problemas que enunciaron Rajoy y Zapatero en su pasado encuentro. Si el Banco de España tiene razón y empieza a normalizarse el flujo del crédito, Gobierno y PP tienen que ayudar a que se consolide esa tendencia. Está pendiente la concreción del plan de ajuste del gasto público, como bien recuerdan los mercados casi todos los días. Estas son las tareas urgentes y las que merecen un acuerdo serio. Las demás, sin ser tan perentorias, son tareas importantes y podrían beneficiarse de las habilidades de las instituciones si estas dispusieran de una altura de miras distinta de la exhibida hasta ahora.

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