Protesta a 40 metros de altura

Subido a una grúa de 40 metros, con una mochila llena de latas de conserva y botellas de agua, envuelto en un saco de dormir para combatir el frío, David Cediel, de 36 años, obrero de la constructora Jigar, SA, se preparaba ayer a las ocho de la tarde para hacer noche en las alturas. Cediel protesta por la deuda que tiene con su compañía la empresa Ploder, encargada de la construcción de un aparcamiento en Pozuelo.

El trabajador se subió a la grúa a las siete de la mañana, con cuerdas y un arnés de seguridad, y colgó una pancarta que dice: "Ruina consentida", una crítica al Ayuntamiento de Pozuelo, gobernado por el Partido Popular, por las deudas que tiene Ploder con distintas empresas subcontratadas para la ejecución del aparcamiento subterráneo, que tendrá encima una plaza donde se levantará una Casa de la Cultura municipal.

La obra comenzó en verano de 2008 y tiene un presupuesto de 22 millones de euros. El Ayuntamiento adjudicó la obra cuando su alcalde era Jesús Sepúlveda y su concejal de Obras Yolanda Estrada, que luego dejaron sus cargos al estar imputados en el caso Gürtel, la trama corrupta ligada al PP.

Jigar, SA, la compañía del obrero subido a la grúa, reclama a Ploder 140.000 euros por la construcción de la estructura del aparcamiento. Otra empresa con la que contactó ayer este diario, Cobaralba, SL, afirma que le debe más de 150.000. La constructora Ploder prepara actualmente un concurso de acreedores para saldar sus deudas por ésta y otras obras. Debe 81 millones de euros a la banca y más de 350 a subcontratas y acreedores.

Ploder se negó a hacer declaraciones sobre el caso, mientras que el Ayuntamiento de Pozuelo, por medio de su concejal de Movilidad, Pablo Gil, afirmó que no se hace cargo de "los tratos privados entre la empresa adjudicataria y sus subcontratas". El grupo del Partido Socialista en Pozuelo denunció la "falta de presión" a Ploder del actual alcalde, el popular Gonzalo Aguado, concejal de Urbanismo cuando se adjudicó esta obra.

El obrero explicó ayer por teléfono, subido a la cima de la grúa, que no piensa moverse hasta que el Ayuntamiento fuerce a la empresa a negociar: "Alguien tiene que presionarlos para que paguen la deuda; no bajaré hasta que se sienten a negociar. Tengo agua y latas de sardina para rato...". Cediel aseguró que pasaría la noche en la grúa.

El Ayuntamiento pidió sin éxito a Cediel que bajara. También lo intentó un negociador de la policía, pero fracasó: "Amenazó con subir", contó el obrero. "Y le dije que no lo intentara; tengo bloqueada la trampilla por la que se sube a la superficie".

El dueño de Jigar, SA, y suegro del obrero, Arturo Sandín, de 52 años, asegura que su empresa está al borde de la quiebra por culpa de varios impagos como éste: "En un año hemos tenido que despedir a 140 trabajadores. Ya llevamos cinco impagos por obras distintas. Debemos 600.000 euros a los bancos. Si no conseguimos que Ploder y los demás nos paguen, en cinco meses quebraremos y los bancos nos lo embargarán todo".