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Obama irá a Copenhague en el momento decisivo de la cumbre

El presidente de EE UU apunta a un pacto por el clima con garantías de China e India

La Casa Blanca anunció ayer que Barack Obama retrasará una semana su viaje a la cumbre del clima en Copenhague. De esta manera, coincidirá con el resto de líderes el último día, que es cuando se tomarán las decisiones clave, y en la ceremonia de clausura, dando a entender que Estados Unidos ha conseguido garantías de otros países, sobre todo de China e India, de que van a aceptar límites a la emisión de gases contaminantes. Éste era el requisito previo que EE UU necesitaba para respaldar un acuerdo internacional sobre el clima que suceda al protocolo de Kioto, que expira en 2012.

"Después de meses de actividad diplomática, se están viendo avances para un acuerdo importante en Copenhague, donde todos los países se comprometerán a tomar medidas en contra de la amenaza global del cambio climático", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, en un comunicado. "Después de diversos encuentros bilaterales con el presidente y dado que EE UU ha anunciado unos objetivos de reducción de emisiones que reflejan el progreso que se ha hecho en el Congreso en cuanto a legislación sobre energía, China e India han aceptado, por primera vez, instaurar una serie de objetivos para reducir sus emisiones".

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Obama estará el próximo jueves en Oslo, en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz. En principio iba a acudir a Copenhague el miércoles, dos días después de la inauguración de la cumbre del clima, cuando todavía se estarán ultimando los detalles del acuerdo.

Los analistas interpretaron el cambio de agenda de ayer como un signo de que Obama podrá firmar un acuerdo político vinculante, aunque es difícil que éste sea un marco legislativo al mismo nivel que el protocolo de Kioto.

En ese sentido, se seguiría con la agenda detallada por el primer ministro danés Lars Lokke Rasmussen el mes pasado en una cumbre del clima en Singapur: llegar a un acuerdo político en Copenhague y seguir con las negociaciones para alcanzar un marco legislativo definitivo en sucesivas cumbres, como la de México en 2010. "El acuerdo de Copenhague debería obligar a una serie de rondas de negociaciones legales y debería establecer una fecha límite para su conclusión", dijo Rasmussen entonces.

Al acuerdo político le seguirían duras negociaciones sobre qué límites establecer a cada país, cómo se compensarían las reducciones en empresas y plantas energéticas y qué tipo de energías limpias se deberían financiar.

Los compromisos de los Gobiernos de China e India para reducir la contaminación en sus países parecen ser el signo que la Casa Blanca esperaba para acudir a Copenhague no a negociar, sino a firmar un acuerdo político definitivo. El ex presidente Bill Clinton ya respaldó el texto original de Kioto, en 1997, pero ni él ni su sucesor, George W. Bush, llegaron a ratificarlo. Obama se ha centrado en negociar de cara a un nuevo pacto que incluya también un establecimiento de límites en la emisión de gases contaminantes a las economías emergentes, como China o India, algo no contemplado bajo Kioto.

A la cumbre de Copenhague, Obama aporta su apoyo a la limitación gubernamental de gases contaminantes en su propio país. El presidente apoyó a la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes cuando aprobó, en mayo, una ley que reduciría las emisiones de CO2

en un 17% de aquí a 2020 y en un 83% hasta 2050 respecto a los niveles de 2005. Aquel primer paso era ambicioso: regresar a los niveles de contaminación de 1990.

A esa ley todavía le queda bastante recorrido: debe ser aceptada a trámite en el Senado y debe ser aprobada allí antes de que Obama la pueda ratificar. El jueves, un grupo de la mayoría demócrata en esa cámara le envió una carta a Obama en la que detallan las condiciones necesarias para que ese tipo de límites puedan convertirse en ley en el Congreso. Entre sus exigencias figura aplicar tarifas y multas en las transacciones de comercio internacional con países emergentes que incumplan los requisitos de emisiones.

Esos senadores son de Estados como Pensilvania, Ohio o Michigan, zonas muy industrializadas que han visto desaparecer centenares de miles de puestos de trabajo en la última década. Obama deberá contar con ellos para aprobar una ley nacional de cambio climático en consonancia con lo que consiga en Europa.

Obama pasea en bicicleta con sus hijas en Chilmark, en Massachussetts (EE UU), el pasado agosto.
Obama pasea en bicicleta con sus hijas en Chilmark, en Massachussetts (EE UU), el pasado agosto.AFP

Energía 'verde'

Desde su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama ha invertido unos 148.000 millones de euros en energías renovables, defendiendo ese sector como una posible fuente de empleo y renovación económica en tiempos de crisis. Buena parte de ese dinero procede del Plan de Estímulo Económico aprobado en primavera.

Su objetivo es doblar el consumo de renovables en EE UU en el próximo trienio. En este momento, un 7% de la energía que se consume en el país procede de fuentes no contaminantes. En sus discursos al respecto, el presidente ha citado a España como ejemplo a seguir en la creación de empleo a través de las renovables.

Además, se ha mostrado partidario de revitalizar la energía nuclear, que en los últimos años ha sido reconsiderada por diversos sectores del ecologismo. Existen 104 reactores en EE UU, y, aunque en tres décadas no se ha construido ninguno, el presidente ya ha anunciado que aceptará la construcción de cuatro nuevos reactores.

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