Jugar al estilo americano

Quiénes son tus mejores amigos?", preguntamos a Jose Thompson, un señor de 12 años, rubio, delgado, educado, serio. Estamos en su casa, vivienda típica de la Norteamérica acomodada, de madera, con baranda, perro, jardín, coches en el garaje, canasta de baloncesto, trastero a rebosar, cocina de las de mucho uso porque aquí la casa es centro… Estamos en Summit, localidad de Nueva Jersey rodeada de praderas, lagos, una calle principal de administración y comercio, instalaciones deportivas y malls; todo monumental, coches-tanque, oferta de consumo desorbitada… Un paisaje sacado de Mujeres desesperadas o de la última película de Sam Mendes, Revolutionary Road, incluso de Twin Peaks… La vista, hermosa. La vida comunitaria, reglada. Desasosegante por perfecto. Jose no ha ido hoy a la escuela (hay que justificarlo) y nos espera interesado, como en todo lo que hace. Teresa, su madre, es risueña, hospitalaria. Y Jose cita de inmediato a Jason Novo, de 12 años, y a Yannick Nandury, su vecino, de 9, que toca con él en la orquesta del cole. Niños que lo tienen todo o casi; segunda generación de inmigrantes asentados. Jose es de origen cubanoestadounidense; Jason, heredero de costarriceña y cubano; Yannick es hijo de Padmaja y Srinivas, ingenieros indios. Los tres amigos profundamente americanos. Hablan de su país como modelo y marca. Tienen banderas, juegan a béisbol y lacrosse, piden pizzas, hamburguesa y Coca-Cola. Las tres madres reunidas, pendientes de horarios educativos, de entradas y salidas de sus hijos. La de Jason, Ana, tiene tres, trabaja, es de familia extensa. La de Yannick sufre porque su retoño es travieso, un engatusador de ojos oscuros. Dice que, tras 19 años, añora su país, quizá es hora de volver, algo que Yannick no ve: "Aquí están mis amigos". De mundo tan ordenado, se evaden los críos con sus juegos. Como el de las "casas secretas". Rincones cerca del lago donde ocultan objetos. Sólo ellos saben lo que esconden.