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Columna
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Cambio de modelo

El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, suele usar terminología económica para referirse a la actualidad política. Cuando era vicepresidente solía decir que le habían contratado para tal o cual cosa. Ahora dice que la educación es negocio. Valen las dos metáforas porque explican bien el empeño personal de Griñán, aunque ese tipo de lenguaje suene un poco distante. Coincidente con el tiempo ha sido el debate del estado de la nación donde José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que menos ladrillos y más educación. Era una forma de explicar lo que ahora se llama cambio del modelo productivo y el énfasis en la educación como la manera para adoptar un modelo diferente. A la par el presidente del Gobierno ha prometido que todos los niños empezando por los de 5º de la ESO van a tener un ordenador personal. Hasta aquí todo muy bonito. Nadie puede decir lo contrario, ¿habrá quién pueda decir que no apuesta por la educación, siguiendo la terminología política al uso? Seguro que no. Todo el mundo apuesta por la educación. Será por apostar, que la política parece un casino de tantas apuestas como hay. Ahora bien, hay que explicar de qué estamos hablando. ¿De un sistema como el francés con una escuela pública única y laica, eso que llaman "el ascensor social"? ¿O el sistema finlandés de enorme prestigio social para quienes se dedican a la docencia? ¿O un sistema americano, con escuela pública para pobres y privada para ricos? ¿De qué estamos hablando, de repartir ordenadores y pizarras digitales? Pues si en eso consiste el acento en la educación vamos listos. Mientras pervivan dos sistemas financiados con fondos públicos, uno privado concertado (católico) y otro público, al final la escuela pública pagará siempre el pato de la falta de recursos y será el sumidero donde terminarán inmigrantes y niños con necesidades educativas especiales. Como se ha hecho en Andalucía se pondrá un ordenador para cada tres niños (depende si es centro TIC o no, o si es un centro TIC de "gestión y rincones" u otra modalidad) pero luego la mitad no funcionan, no tienen acceso a Internet o no hay quién enseñe a los niños a manejarlos.

El problema de la enseñanza empieza por el cambio de modelo social. Para los padres, los colegios son un almacén donde dejar a los niños mientras ellos trabajan o están en otras cosas. Por eso los colegios se han convertido en el refugio de lo que se llama el Plan Familia (aula matinal, comedor, actividades extraescolares) que en la mayoría de los casos consiste en resolver el problema del cuidado de los menores. Lo importante parece ser que los niños estén en los centros no que se les eduque. Los profesores se sienten desmotivados y desautorizados, cada vez con más papeleo que realizar y con menos capacidad para imponer una mínima disciplina porque la autoridad educativa prefiere dar la razón a los padres en cualquier conflicto, que cada día son más frecuentes porque los padres no se preocupan de la educación pero quieren aparecer una vez al trimestre como la autoridad familiar y humillar a los profesores. Da igual que se les dé a los niños ordenadores portátiles, muchos acabarán arrumbados o dedicados al chateo. Si la prioridad es la educación no se puede empezar con medidas tomadas de cara a la galería. Hay que dotar bien a los centros públicos, hay que eliminar los conciertos con los privados, hay que estimular a los profesores, hay que mejorar los planes de estudio y, lo que es más importante, las familias se tienen que implicar en la educación de sus hijos. Si todo esto se da con suficientes medios económicos puede que en dos generaciones hayamos alcanzado el nivel adecuado para cambiar el modelo productivo. Una vez fue una delegación española a Londres y al ver una pradera de césped perfecta preguntaron cómo se hacía para tenerlo así. Es muy fácil, contestaron los ingleses, se riega y se corta, se riega y se corta, así durante 500 años. Algo parecido hace falta en la enseñanza.

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