Un sistema de filtros permite medir la cocaína del aire de Barcelona y Madrid
En Barcelona y en Madrid, la droga está en el aire. Científicos del CSIC han encontrado altas concentraciones de cocaína, heroína, cannabis y éxtasis en dos estaciones de calidad atmosférica. En Barcelona, en la zona universitaria de la avenida Diagonal, y en Madrid, en el campus de la Universidad Complutense. "No es representativo de toda la ciudad", puntualizan los autores. Pero permite saber si estas áreas son focos de consumo.
El estudio piloto ha permitido desarrollar una tecnología de medición que se espera aplicar a más barrios y ciudades. Se trata de una serie de filtros, instalados en las mismas estaciones que miden la contaminación ambiental, que captan hasta 17 compuestos y metabolitos que emiten estas drogas. En el caso de la cocaína, se liberan "en el proceso de manipulación hasta esnifarla", explica Mar Viana, del CSIC. El sistema también recoge las partículas que originan el humo del cannabis y de la heroína fumada.
En días laborables, los investigadores han visto que aumentan los niveles del metabolito del cannabis. "Ya suponíamos que íbamos a encontrar un consumo de cannabis, sobre todo entre los estudiantes", apunta Viana.
La cocaína presenta concentraciones aún más elevadas, similares a metales pesados originados por el tráfico, como el cadmio o el bismuto. En el aire de Barcelona se registra un promedio diario de 210 picogramos (billonésima de gramo). En fin de semana, las concentraciones llegan a cuadriplicarse. "En esta zona se concentran focos de consumo que pueden estar relacionados con la prostitución y otras actividades detrás del campo del Barça", afirma Damià Barceló, del CSIC, también autor de otro estudio que el año pasado reveló altos niveles de cocaína en las aguas residuales de Barcelona, equivalentes a un consumo de más de 70.000 dosis diarias (una dosis equivale a 100 miligramos).
En Madrid, los valores medios de cocaína (480 picogramos) son aún mayores. También se ha detectado una mayor presencia de heroína fumada. "Probablemente porque la estación de muestreo está relativamente cerca de un barrio con un potencial comercio de drogas y porque en las inmediaciones hay un edificio en ruinas habitado esporádicamente", según los autores.
¿Supone esto que respirar el aire de estas zonas puede tener algún efecto? "Ni viviendo mil años llegaríamos a respirar el equivalente a una dosis de cocaína", concluye Viana.
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