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Reportaje:El triunfo de un 'híbrido' literario

Un retrato futurista del pasado

Andrés Neuman gana el Premio Alfaguara de Novela con 'El viajero del siglo' - El autor firma una aproximación "posmoderna" a la Europa del siglo XIX

Javier Rodríguez Marcos

Suele decir el poeta y crítico José Luis García Martín, que lo incluyó en su antología La generación del 99, que Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) se expresa con tanta brillantez que parece que habla directamente "en página", sin erratas, pasado ya a limpio, hilvanando, como buen escritor de aforismos, un titular tras otro.

Ayer lo demostró en la videoconferencia que siguió al anuncio de que su novela El viajero del siglo se había alzado con el XII Premio Alfaguara de Novela, dotado con 175.000 dólares (unos 133.000 euros) y una escultura de Martín Chirino.

Neuman describió el libro ganador, cuya escritura le ha llevado seis años, como "una novela futurista que sucede en el pasado", y Luis Goytisolo, presidente del jurado, situó ese pasado alrededor de 1830, en la Alemania posnapoleónica. Lo hizo en un acto que se abrió con un recuerdo para los fallecidos Isabel y Jesús de Polanco, impulsores del premio, y en el que todos los miembros del jurado trataron de dar con la mejor definición posible para la historia de un viajero atrapado en una ciudad imaginaria.

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"No una novela histórica, sino posmoderna", dijo el novelista chileno Carlos Franz, que destacó el "temblor de irrealidad" que le había producido la lectura de un relato que mezcla, dijo, intriga, amor, pensamiento y erudición. La escritora mexicana Ana Clavel subió la apuesta: "Una mezcla entre La educación sentimental de Flaubert y El castillo de Kafka relatada con aliento proustiano en su búsqueda por recuperar el tiempo ido". Julio Ortega, profesor peruano de la universidad estadounidense de Brown, destacó que, por la condición de poeta de su autor y por la ambición de El viajero del siglo, el Alfaguara había premiado "la literatura". Entretanto, Gonzalo Suárez subrayó que la novela de Neuman es como Wandernburgo, la ciudad en la que sucede: "Tan fácil de entrar en ella como difícil de salir". Por su parte, Juan González, representante de la editorial con voz pero sin voto, destacó el paralelismo entre la Europa que retrata la obra ganadora y la actual.

Desde Granada, la ciudad a la que llegó desde Argentina con 14 años, "pixelado y emocionado" y con los segundos de retraso que impone una videoconferencia, Andrés Neuman asistía feliz a una ceremonia presidida por Ignacio Polanco, presidente del Grupo PRISA, y presentada por Juan Cruz. Así pues, a distancia recibió la felicitación de anteriores ganadores del Premio Alfaguara como los españoles Manuel Vicent y Clara Sánchez, el peruano Santiago Roncagliolo y, desde Miami, el cubano Antonio Orlando Rodríguez.

Todos insistieron en la maratoniana promoción por España y América Latina que espera al nuevo laureado desde que el próximo 26 mayo reciba el galardón en Madrid. Como aperitivo, se lanzó a una rueda de prensa transatlántica que pasó por Miami, se detuvo en Ciudad de México y culminó en Buenos Aires. Al hablar con los periodistas convocados en su ciudad natal, Andrés Neuman cambió el acento granadino por el porteño y el tuteo por el voseo para recordar que en España lo toman por latinoamericano y en Latinoamérica por español. Y eso, dice, es él mismo, "de todas partes y de ninguna, bífido". Como la lengua híbrida en la que escribe, "sin localismos pero sin esa estandarización de los subtítulos del cine".

En ese "castellano Frankenstein" ha escrito sus libros de poemas, reunidos recientemente en el volumen Década. 1997-2007 (Acantilado), y las tres novelas que lo han situado como una de las voces más brillantes de la narrativa latinoamericana reciente: Bariloche (Anagrama), que, con sólo 22 años, le valió a Neuman ser finalista del Premio Herralde en 1999; La vida en las ventanas (Espasa), finalista del Premio Primavera en 2002, y Una vez Argentina (Anagrama), la historia novelada de su propia familia y, de nuevo, finalista del Herralde en 2003.

Cuando le preguntaron si sentía la identidad como una preocupación, el escritor hispano-argentino asintió, para, sin mayor retraso que el que imponían la técnica y la larga distancia, matizar: "Me interesa la pregunta por el extranjero que hay en todos nosotros siempre que la respuesta no sea unívoca. Por eso en la novela hay una cita de Steiner: 'Los vegetales tiene raíces. Los hombres y las mujeres tienen pies'. No creo en el esencialismo de la identidad".

De izquierda a derecha, Carlos Franz, Julio Ortega, Ana Clavel, Ignacio Polanco, Luis Goytisolo, Gonzalo Suárez y Juan González, al hacer público el fallo del Premio Alfaguara.
De izquierda a derecha, Carlos Franz, Julio Ortega, Ana Clavel, Ignacio Polanco, Luis Goytisolo, Gonzalo Suárez y Juan González, al hacer público el fallo del Premio Alfaguara.ULY MARTÍN

La "imaginación con causa" al poder

"Una novela fragmentaria que trata de asimilar la contundencia narrativa del siglo XIX", así definió Andrés Neuman El viajero del siglo. También así: "Como El ángel exterminador de Buñuel en forma de novela clásica". El ambiente de pesadilla buñuelesca de la que resulta imposible salir atraviesa la historia de Hans, un viajero que se detiene en la imaginaria ciudad de Wandernburgo con la intención de pasar una noche y termina quedándose un año entero. "El origen de la novela es un lied de Schubert que habla del encuentro entre un viajero y un organillero". Luego apareció el personaje de Sophie, de la que se enamora el protagonista, y 20 personajes más. Lo que iba para novela corta terminó siendo el retrato de una Europa que, dice Neuman, se parece mucho a la de hoy: "Hay una crisis de identidad que corre el peligro de resolverse a la defensiva, en torno a valores conservadores basados en la seguridad y la economía".

Más que de novela histórica, Andrés Neuman califica su obra de novela "de imaginación con causa". La elección de un viajero como protagonista no es tampoco casual de la mano de alguien que se define como "argentino andaluz del siglo XXI". ¿El presente? "Es tan equivocado pensar que la posmodernidad es sólo un problema estético como que es la solución a todo", dice. "El afán por escribir para el presente lleva a olvidar que en el siglo XIX había valores narrativos solidísimos, empezando por la creación de personajes. Además, con los románticos alemanes llega la gran revolución. Ellos fueron los primeros vanguardistas".

Bibliografía básica

- Novela. Bariloche (1999). Finalista del Premio Herralde. La vida en las ventanas (2002). Finalista del Premio Primavera. Una vez Argentina (2003).

- Relato corto. El que espera (2000). Alumbramiento (2006). El último minuto (2008).

- Poesía. Métodos de la noche (1998). El jugador de billar (2000). El tobogán (2002). Premio Hiperión.

- Aforismos y macroensayos. El equilibrista (2005).

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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