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Tres parejas siguen los pasos de la familia de Sevilla

Desde que en 2006 la ley autorizó la posibilidad de tener bebés seleccionados genéticamente para curar a hermanos gravemente enfermos, 46 familias se han dirigido al Ministerio de Sanidad para poder acogerse a este proceso. Sin embargo, hasta el momento, sólo nueve han obtenido la autorización de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, el organismo asesor del Ministerio que analiza las solicitudes.

De todas estas familias, la formada por el pequeño Javier, su hermano Andrés y sus padres, Soledad y Andrés, ha sido la primera y la única en recorrer hasta el final el camino abierto por la ley de Reproducción Humana Asistida hace tres años. Aunque es probable que dentro de unos meses dejen de estar solos.

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Hay otras tres parejas que siguen sus pasos de cerca. "Son del País Vasco, Cataluña y La Rioja", apuntaron ayer a este diario fuentes del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), la clínica privada que les está tratando. "En dos semanas es muy probable que implantemos los embriones a dos de ellas", señalaron las mismas fuentes.

El caso de Javier es excepcional no sólo por haber sido el primer niño concebido en España para salvar a su hermano. También porque todo el proceso de la selección e implantación del embrión idóneo -libre de la enfermedad del hermano y compatible-, el llamado diagnóstico genético preimplantacional, tuvo lugar en un hospital público, el Virgen del Rocío de Sevilla, que Sanidad convertirá en centro de referencia estatal.

Centros privados

La aplastante mayoría de las solicitudes se tramitan a través de centros privados. Hasta el punto de que de las nueve peticiones autorizadas por Sanidad, una es la de Sevilla y el resto las ha tramitado el IVI, como señalaron ayer fuentes del Ministerio. El motivo es que no existe ni la especialización ni los recursos necesarios para llevar a término el proceso -sobre todo en determinadas enfermedades- en la gran mayoría de centros públicos.

Antes de que Javier curara a Andrés, decenas de familias españolas han salido al extranjero -sobre todo Bélgica y Estados Unidos- para tener bebés que curaran a sus hermanos enfermos. Y, al menos, cuatro lo han conseguido. La mayoría de ellas emigró porque la técnica estaba aún prohibida. Otras, debido a lo laborioso del proceso, que ha de pasar por distintos comités autonómicos y estatales antes de obtener la aprobación. La urgencia por salvar a sus chavales choca con la rigidez de la norma.

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