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El legado de Bush

El Senado de EE UU culpa a Rumsfeld de las torturas de Abu Ghraib

El informe, presentado por McCain, condena los métodos del Pentágono

Mónica Ceberio Belaza

Los duros interrogatorios y las torturas infligidas por tropas norteamericanas a prisioneros en las cárceles de Abu Ghraib, Guantánamo y otros centros de detención no fueron sólo el resultado de unos pocos soldados actuando por su cuenta, de algunas manzanas podridas dentro del Ejército, sino el producto de políticas aprobadas por el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, y dirigidas por oficiales de alto rango. Fue una decisión del Gobierno. Así lo reconoce un informe elaborado por el Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, que ha pasado 18 meses investigando los hechos. El informe fue aprobado por los 17 miembros del comité de 25 que asistieron a la votación. No hubo ningún voto en contra. Los líderes demócrata y republicano del comité, el senador de Michigan Carl Levin y el ex candidato presidencial John McCain, hicieron público el jueves un resumen de 29 páginas con sus conclusiones.

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El texto es un golpe demoledor para las políticas antiterroristas del presidente saliente, George Bush, ya en sus últimos días al frente de la Casa Blanca. "El hecho es que altos cargos del Gobierno de EE UU pidieron información sobre cómo usar técnicas agresivas, redefinieron la ley para crear apariencia de legalidad y autorizaron su uso contra los detenidos", señalan los senadores, que critican también la orden ejecutiva aprobada por Bush en febrero de 2002 por la que se suspendió la aplicación de la Convención de Ginebra en el conflicto con Al Qaeda. "Siguiendo esta decisión presidencial se abrieron camino técnicas como el waterboarding

[si-mulacro de ahoga-miento], desnudar a los prisioneros o colocarlos en posiciones complicadas, métodos usados por enemigos nuestros que no respetan la Convención de Ginebra", afirman los senadores, que no sólo condenan lo sucedido con argumentos éticos, sino que afirman además que se ha puesto en peligro la seguridad nacional.

El uso de estos interrogatorios, según el texto, dañó la habilidad de EE UU "para recoger información precisa de inteligencia que podría haber salvado vidas", "hizo más fuerte al enemigo" y "comprometió la autoridad moral" del país. Un portavoz de Rumsfeld, Keith Urbahn, aseguró que el informe del Senado no tiene más que "alegaciones sin fundamento contra aquellos que han servido a la nación".

Rumsfeld aprobó en diciembre de 2002 el uso de técnicas duras para interrogar a los detenidos en la guerra contra el terrorismo, pero derogó sus directrices un mes después. A pesar de ello, estas prácticas no cesaron -en contra de lo que ha reiterado Rumsfeld-, sino que siguieron llevándose a cabo con el conocimiento del Departamento de Defensa.

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En el caso de la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, tristemente famosa por las fotos de soldados norteamericanos riéndose mientras trataban como animales y torturaban a prisioneros musulmanes, el informe sostiene que las políticas de interrogatorio que se comunicaban a los soldados incluían "el mensaje de que las presiones físicas y la degradación eran tratamientos adecuados para los detenidos".

El informe del Senado comienza con toda una declaración de principios. Unas palabras del general David Petraeus, de mayo de 2007, cuando era comandante general de la Fuerza Multinacional en Irak: "Lo que nos diferencia de nuestros enemigos en esta pelea... es cómo nos comportamos. En cada cosa que hacemos debemos observar las normas y valores que suponen tratar a los no combatientes y a los detenidos con dignidad y respeto. Somos guerreros, pero también seres humanos". Principios que, según este informe, la Administración de George W. Bush olvidó en algún punto del camino.

Un soldado estadounidense ante un preso iraquí, en la prisión de Abu Ghraib.
Un soldado estadounidense ante un preso iraquí, en la prisión de Abu Ghraib.AP

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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