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Reportaje:

Jerez sale de compras

Las bodegas de la ciudad andaluza se instalan en otras denominaciones de origen

División de las familias históricas y accionistas o bodegas en venta fueron en los últimos tiempos las imágenes más representativas de Jerez de la Frontera, con una caída, además, de las ventas de sus vinos tradicionales. La venta del emblemático grupo Domecq y el toma y daca entre varios grupos multinacionales hasta caer en manos de Beam Global fue uno de los escenarios más significativos de ese proceso, que corresponde ya al pasado lejano.

Frente a una superficie histórica de cultivo de viñedo de unas 7.000 hectáreas, en los años ochenta la superficie había llegado a superar las 20.000. Era el periodo de la euforia a la sombra de la imagen de los vinos de Jerez. Pero el auge del viñedo no se correspondía con la demanda real de los mercados para el tipo de oferta tradicional de la zona, y los problemas de excedentes dieron lugar a un plan de ajuste y arranque de la mitad de las superficies.

La zona ha pasado del vino tradicional a la elaboración de blancos y tintos

Hoy ha cambiado totalmente el panorama. Jerez ajustó sus superficies de cultivo y dispone de unas 10.000 hectáreas de viñedo para atender la demanda de su oferta de vinos tradicionales. A esa cifra se han sumado, sin embargo, otras 2.000 hectáreas para la producción de otros tipos de vinos.

Pero lo más significativo en el caso del marco de Jerez ha sido el cambio protagonizado por el mundo empresarial. De una denominación de origen con bodegas en venta o en crisis se ha pasado a un sector que no solamente se ha consolidado y ha seguido apostando con innovación en la zona, sino que además ha salido a la compra o construcción de bodegas en otras denominaciones de origen y que han diversificado en otras actividades.

Jerez, según los datos manejados por la Federación de Bodegas, Fedejerez, ha renacido con fuerza de lo que en un momento se pensó podían ser sus cenizas. En la actualidad funcionan más de 80 bodegas con una facturación conjunta superior a los 700 millones de euros en vinos, brandies y vinagres. Estas cifras se suman a otros 110 millones en vinos tranquilos blancos y tintos. La industria del vino es un sector básico para el empleo en la zona, con más de 2.500 puestos de trabajo directos y 1.500 indirectos, al margen de la actividad en el sector agrario.

En lo que se refiere a la oferta de sus vinos emblemáticos, las bodegas no solamente han logrado parar la caída y estabilizar la demanda, sino que además han logrado dar un mayor valor a los productos de calidad. En esa misma línea se ha logrado incluso un incremento de las ventas de algunos tipos de vinos, como los finos y manzanillas, mejorando su imagen para atraer a nuevos consumidores.

Con la producción tradicional estabilizada, las bodegas jerezanas han pasado en el propio marco de Jerez a aumentar su oferta en línea con la demanda de los mercados. La primera respuesta fue la elaboración de vinos blancos tranquilos. En esta estrategia destaca la política seguida por

Barbadillo con su marca Castillo de San Diego. En la actualidad, la oferta desde Jerez se ha ampliado también a los vinos tintos, apuesta en la que se han embarcado algunas de las bodegas más importantes como González Byass, Luis Caballero, Huerta de Albalá, Ferris, Páez Morilla o Valdivia. Según los datos manejados por la organización de bodegueros, de las ventas actuales, aproximadamente un 5% corresponden a vinos tintos, y un 20%, a los blancos.

Junto a esta política de diversificación en el sector del vino en el propio marco de Jerez, las bodegas han desarrollado y mantienen una política de expansión y diversificación.

Entre el conjunto de las empresas ubicadas en el marco de Jerez destaca la política seguida por algunas de las más representativas de la zona.

El grupo González Byass se halla presente en La Rioja con Viña Beronia. Cuenta, además, con alcoholeras en Castilla-La Mancha y Chinchón (Madrid). Tiene presencia en Cataluña con La Cava de Castell y dispone de una bodega para vinos de la Tierra de Castilla en Otero (Toledo). En los últimos meses se ha instalado en la denominación de origen Somontano con la compra de Viñas del Vero. Fuera del sector tienen participaciones en la aceitera Hacienda de Bracamonte.

Barbadillo cuenta a su vez con Bodegas y Viñedos Vega Real y ha adquirido el 76% de la bodega Pirineos, también en Somontano.

En la misma estrategia de salir fuera de Jerez se halla Bodegas Hidalgo, con la Bodega Marqués de Arviza en La Rioja; o Luis Caballero, con las bodegas Marqués de Irún en Rueda; Viña Herminia, en La Rioja, o Barón de Ariana para Vinos de la Tierra de Castilla, en Valladolid.

Bodegas Williams & Humbert completa su actividad en el vino con negocios en el sector de la distribución de productos agroindustriales y cuenta con explotación propia de cerdos ibéricos y elaboración de embutidos.

Jerez, como otras denominaciones de moda o con una historia a sus espaldas, ha sido igualmente objetivo de inversiones de nuevos bodegueros, generalmente con recursos generados en otros sectores. En este tipo de inversiones de personas o grupos ajenos al negocio pudo casi siempre más la voluntad que el conocimiento del sector. Ello se está traduciendo, en muchos casos, en un perjuicio para las bodegas tradicionales. La producción de vinos sin un fondo de comercio, al final, se ha traducido en excedentes a los que se ha dado salida en muchos casos a bajos precios como marcas de la gran distribución, algo que denuncian las bodegas históricas. En otras ocasiones, las bodegas han acabado en venta, como es el caso de la bodega Valdivia, adquirida por Nueva Rumasa y que supone un nuevo paso en el retorno de Ruiz Mateos.

Para los responsables de la Federación de Bodegueros de Jerez, la presencia en el sector de nuevas bodegas que han apostado por la venta en volumen y a bajos precios, pero amparándose en la imagen de una denominación, constituye hoy un riesgo para el resto de un sector que ha apostado por la calidad y el precio.

Osborne: vino, agua y jamones

Uno de los ejemplos más significativos entre las bodegas de la zona que han dado un vuelco a su actividad tradicional ha sido el grupo Osborne.

Desde la perspectiva de la diversificación, sobre el total de la facturación de 280 millones de euros en 2007,

el 32% correspondió a jamones y derivados del cerdo ibérico desde la filial Sánchez Romero Carvajal Jabugo y la marca 5J; un 30%, a bebidas espirituosas, donde a sus marcas propias ha sumado la compra de otras 14 marcas del grupo Domecq, propiedad de Pernod Ricard, como Carlos III, Carlos I o Felipe II; un 27%, a aguas minerales de Solán de Cabras, y un 11%, a las ventas de vinos.

En el sector del vino, a su presencia en Jerez suma la bodega Montecillo en La Rioja, la marca Señorío del Cid en Rueda y la bodega en Malpica de Tajo en Toledo. En esta línea de expansión destaca finalmente su reciente alianza con The Wine Group para potenciar su presencia en el mercado norteamericano. -

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