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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Empieza la recesión

La caída de la economía alemana y los datos de la OCDE sugieren que la crisis será larga y aguda

La recesión ya ha llegado a las economías de los países desarrollados. Así lo ha reconocido la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que pronostica para los países del área una caída del 0,3% el año próximo. El panorama de la economía global ha cambiado bruscamente, desde los pronósticos que reconocían una fuerte caída del crecimiento mundial en 2009, pero crecimiento al fin y al cabo, a profetizar una etapa recesiva que se va a cebar sobre Estados Unidos, con un descenso del PIB del 0,9% durante el próximo ejercicio, y sobre la eurozona, con un descenso estimado del 0,5%. Ayer, la principal economía europea, Alemania, también entró oficialmente en recesión. En el tercer trimestre, por segundo consecutivo, registró una caída trimestral del PIB del 0,5%. Pocas dudas caben de que la recesión de la mayor economía europea arrastrará al resto y profundizará el empeoramiento económico esperado en 2009, verdadero epicentro temporal de la recesión.

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El problema más agudo de esta fase recesiva en la que entran los países de la OCDE es que se produce como consecuencia, no única, pero sí decisiva, de una crisis financiera sin precedentes, cuyas ramificaciones y daños todavía no se conocen con entera exactitud. Por desgracia, la experiencia histórica demuestra, y así lo ha recordado el Fondo Monetario Internacional (FMI), que las recesiones económicas posteriores a episodios de crisis en los mercados financieros son más largas y profundas que las que proceden de ajustes industriales o bursátiles. Hay que contar ya con que la recesión será duradera y provocará daños mayores en aquellos países que, como España, tienen que sufrir por añadidura el estallido de una burbuja inmobiliaria.

El riesgo mayor es que la recesión se convierta en depresión debido al estrangulamiento del crédito. Si las entidades financieras, a pesar de las inyecciones de dinero puestas a su disposición en EE UU, Europa y, por supuesto, en España, prolongan el periodo de recomposición de sus balances asegurando su liquidez mediante el procedimiento de cerrar el crédito, el panorama para las economías desarrolladas puede ser un largo desierto de recesión a la japonesa. Ésa es la razón por la cual las instituciones públicas tienen que articular formas de facilitar directamente el circulante a las empresas, aunque sea de forma transitoria.

Los tratamientos de la recesión gozan de un amplio consenso entre las economías de uno y otro lado del Atlántico. En Estados Unidos, la nueva Administración de Barack Obama pondrá en marcha probablemente ambiciosos programas de gasto fiscal; en Europa, Reino Unido y Alemania transitan por la misma senda. Es por la que debería circular la política económica española; pero aquí la licitación pública no sólo no ha aumentado, sino que está congelada. Es una razón más para suponer que la recesión en España será más duradera.

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