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La cúpula de Barceló reabre la lucha por la acción cultural exterior

Llega al Congreso el debate del coste de la intervención en la sede de la ONU

Iker Seisdedos

A César Antonio Molina, ministro de Cultura, le ha salido un extraño aliado en sus escasamente veladas aspiraciones de hacerse con el control de la acción cultural en el extranjero. Una actividad que es competencia en gran medida de sociedades dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Un día después de la presentación en Ginebra de las confusas cuentas de la sala de los Derechos Humanos, que alberga la cúpula creada por Miquel Barceló, el rifirrafe se trasladó ayer al debate por los Presupuestos Generales en el Congreso de los Diputados. Y la poco afortunada gestión de la información acerca de los costes del proyecto por parte de Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, y su equipo sirvió de excusa al PP para exigir que "toda la acción cultural en el extranjero pase a estar controlada por el Ministerio de Cultura". El portavoz popular en la materia, José María Lasalle, hizo saber a Molina que ésa sería la "fórmula" para evitar "bochornos" como lo "ocurrido con la cúpula de Barceló, en la que se han invertido 500.000 euros con cargo a los Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD)".

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Antes, Molina había asegurado que él no es "quién para explicar" si el dinero para financiar la sala se desvió de la "lucha contra la pobreza" a la remodelación de la sede de la ONU. Sí celebró, en cambio, a Barceló como "uno de los mejores artistas del mundo".

Las aspiraciones de Lasalle, plasmadas en una enmienda adicional a la ley de presupuestos, pasan por transferir el control del Instituto Cervantes y la Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior (Seacex) al Ministerio de Cultura.

Una intención que no parece desentonar con la de Molina, que fue director del Cervantes antes de ministro. La acción en el exterior es una de sus indisimuladas prioridades, como lo demuestra el hecho de que el primer gran proyecto del ministerio para esta legislatura fuese la organización del I Congreso Iberoamericano de la Cultura, un proyecto ambicioso que recibió duras críticas por su excesivo carácter teórico.

Rafael Simancas, portavoz socialista en temas culturales en el Congreso, no ocultaba ayer la querencia de Molina por la acción cultural en el extranjero. Aunque encontraba "sorprendentes y contradictorias" las "aspiraciones recién adquiridas por el PP". "No hay una guerra entre ministerios por este tema. Sí, un debate que está vivo. Somos partidarios de repensar cómo se proyecta en el exterior la cultura española. Y sí, la acción cultural es cooperación al desarrollo", explicó. Según Simancas, toda la polémica relativa a Barceló se debe a una "confusión" entre los FAD [fondos de los que dispone Exteriores con diferentes destinos y no sólo la ayuda a países necesitados] y las Ayudas Oficiales al Desarrollo, que requieren aprobación por parte de la OCDE.

En el debate de ayer de los Presupuestos, que superaron el trámite del Congreso y pasan ahora al Senado, los 500.000 euros de la discordia fueron tema recurrente. El portavoz del PP en Cooperación Internacional, Gonzalo Robles, insistió en la polémica por la sala que alberga la cúpula de Barceló. Se preguntó "cuántas vacunas, pozos, saneamientos, cuántos miles de niños podían haber sido atendidos" con los "500.000 euros" de los FAD destinados a la remodelación llevada a cabo en la sede de la ONU. Por su parte, el diputado de ICV Joan Herrera presentó una batería de seis preguntas con las que exige al Gobierno explicaciones sobre el gasto realizado en Ginebra para una sala cuya inauguración está fijada el 18 de noviembre.

Miguel Ángel Moratinos, ayer en el Congreso.
Miguel Ángel Moratinos, ayer en el Congreso.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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