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Reportaje:

Contigo una vez más, Lili Marleen

Un libro traza la asombrosa 'biografía' de una de las canciones míticas del siglo XX

Jacinto Antón

"Mit dir, Lili Marleen". "Contigo, Lili Marleen". Así termina una de las canciones míticas del siglo XX, cantada por millones de soldados nostálgicos de ambos bandos durante la II Guerra Mundial, coreada al borde de las lágrimas en las extensiones de dunas ardientes del norte de África y en las heladas tundras de Rusia, en el vientre metálico de los submarinos y en la panza alada de los bombarderos. Una fascinante canción existencial de amor y muerte, de desasosegante melodía, que le gustaba al propio Hitler -"esta canción nos sobrevivirá a todos", advirtió- , pero que Goebbels miraba con suspicacia porque nunca la pudo controlar. Una canción que el 8º Ejército de Montgomery tomó como botín de guerra tras El Alamein y que los Aliados, tommies y GI, acabaron haciendo suya en la voz inolvidablemente abrupta de Marlene Dietrich. Una canción con vida propia, misteriosa, terriblemente hermosa, romántica pero susceptible de ser desfilada, de una estremecedora ambivalencia, que cantaron, en castiza versión, los soldados de la División Azul, que las SS hacían tocar a los Sonderkommandos en los crematorios, pero que asimismo tarareaban las presas de Birkenau cambiándole la letra para darse una ínfima esperanza.

"Esta canción nos sobrevivirá a todos", advirtió Hitler, a quien le gustaba
"Es un tema de amor, pero también de muerte", señala Rosa Sala Rose
Marlene Dietrich eliminó la dimensión marcial y la 'desnazificó'
La cantaban tanto la División Azul y las SS como las presas de Birkenau

Acaso "única contribución positiva de los nazis al mundo", como dijo John Steinbeck, pero, ay, la favorita de Pinochet, a esa canción, probablemente la que más define el siglo XX junto con La Internacional e Imagine, ha consagrado un libro apasionante la germanista Rosa Sala Rose. Lili Marleen: canción de amor y muerte (Global Rhythm) sale a la venta la semana próxima e incluye un CD con diferentes versiones, incluida la cantada en 1942 por Edda Göering, de tres años, la hija del mariscal del Reich.

La historia de la canción está oscurecida por las brumas de la leyenda: ¿fue dedicada a una sobrina de Freud, Lilly Freud-Marlé, y por tanto los nazis cantaban estrofas inspiradas por una judía? ¿Trató de suicidarse la cantante que la hizo célebre? No es el menor de los méritos de Rosa Sala Rose en esta auténtica biografía de una canción su esfuerzo para separar la verdad de la fábula.

El autor de la letra fue Hans Leip. La creó como un poemita y, pillastre, en su título unió a las dos chicas que le gustaban, la carnal Lili (Betty), hija de unos verduleros, y la sofisticada y liberal enfermera Marleen. Los versos, hijos de la experiencia de la I Guerra Mundial, fueron compuestos en 1915, mientras su autor esperaba para partir al frente de los Cárpatos. Cuentan la historia de un centinela que va y viene entre las jambas del portal del cuartel y, mientras observa la farola bajo la que se solía encontrar con su amada, evoca melancólicamente su amor. En una segunda fase, Leip incluyó dos estrofas más que le dan un remate sombrío y hasta macabro, con el soldado muerto. Ese final fantasmagórico aparece o desaparece en las distintas versiones, pero, significativamente, está en la que tanto les gustaba a los soldados de la Wehrmacht.

"Es una canción de amor, pero también de muerte, una mezcla de Eros y Tánatos", explica Sala Rose, apartando una mecha pelirroja de sus intensos ojos azules. La autora, que ha pasado 11 años recopilando material sobre la canción, no ha querido desmitificarla, algo que considera imposible, sino desvelar sus ambigüedades y paradojas y revelar hasta qué punto, hija de su época, no podía ser una canción inocente.

En su existencia son definitivos tres mentirosos oportunistas, sus tres progenitores: Leip, que vivió bien bajo el nazismo; el compositor definitivo, Norbert Schultze, miembro del partido, y la cantante Lale Andersen, una superviviente nata. Es curioso que Lili Marleen se haya hecho famosa cantada por mujeres porque estaba pensada para que la cantara un hombre. Esa ambigüedad sexual, sin embargo, es uno de sus encantos y ayudó a convertirla luego en icono gay. Schultze le dio el punto marchoso -y nunca mejor dicho-. De hecho, el despreciable tipo era un experto en marchas militares: apodado "Schultze el de las bombas", fue el autor de la cancioncilla nazi que animaba a bombardear Inglaterra y también compuso ese simpático hit que fue el himno del Afrika Korps: Los panzers ruedan sobre África. Según la leyenda, Schultze improvisó los acordes de Lili Marleen al piano la Noche de los cristales rotos, el gran pogromo nazi. Más realista es la versión de que los fusiló de un anuncio de pasta de dientes.

Del disco, lanzado en 1939, en el que Lili ¡iba en la cara B!, sólo se vendieron 700 copias. El éxito le llegó de manera casual a la canción cuando la emitió en 1941 para todos los frentes la emisora militar alemana de Radio Belgrado. Ése fue su nacimiento como mito. Desde ese momento, los soldados no dejaron de pedirla masivamente. El fenómeno inquietó a las autoridades alemanas: por incontrolable y porque, desgarrada historia de pena y muerte que se regodea en el dolor, no parecía una canción muy optimista, precisamente. Vamos, que si ya es triste oírla ahora cuando se acaba una relación, imagínense en Stalingrado. Es cierto que también sublimaba la muerte en combate.

En torno a la canción se desarrolló, como documenta Sala Rose, una durísima lucha de propaganda. Conscientes de que no tenían nada así y de que sus soldados estaban peligrosamente seducidos por la canción enemiga, los Aliados trataron de apropiársela. En 1943, la canción se internacionaliza completamente al cantarla para el ejército de EE UU Marlene Dietrich, que eliminó la dimensión soldadesca y desnazificó Lili Marleen para convertirla en una chanson sentimental, cambiando la trompeta por el acordeón.

Hoy, Lili Marleen sigue haciendo llorar a los viejos veteranos y fascina e intriga a los adultos, pero resulta desconocida para los jóvenes. Inmortal, resonará siempre en la banda sonora del más atroz de los siglos: "Vor der Kaserne / vor dem grosen Tor...".

Marlene Dietrich saluda a los soldados del barco <i>Monticello, </i>que atracó en Nueva York el 20 de julio de 1945.
Marlene Dietrich saluda a los soldados del barco Monticello, que atracó en Nueva York el 20 de julio de 1945.AP
La escritora Rosa Sala Rose, en Barcelona.
La escritora Rosa Sala Rose, en Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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