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Reportaje:El golpe más duro a las FARC

"Pudimos soñar porque os oíamos"

Ingrid Betancourt afirma que está viva gracias a que escuchaba en la radio a su familia

El Ejército colombiano asestó ayer un durísimo golpe a la guerrilla de las FARC con la liberación, tras seis años de cautiverio, de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. En una operación en el departamento de Guaviare, en plena selva, sin un solo disparo, los militares rescataron también a tres estadounidenses, cautivos desde 2003, y a 11 soldados. Los secuestrados fueron trasladados a la base aérea de Tolemaida, a 190 kilómetros de Bogotá. Un militar infiltrado en la cúpula de las FARC fue la clave para la liberación.

Betancourt, con buen aspecto, pudo estrechar en sus brazos en la base militar a su madre, Yolanda Pulecio, y a su marido, Juan Carlos Lecompte. Con voz firme, felicitó a los militares por la operación, cuyos detalles relató, y explicó: "Pudimos soñar, pudimos mantener la esperanza viva, porque oíamos a los nuestros", en referencia a los mensajes de familiares de rehenes que difunde habitualmente la radio colombiana.

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El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció el rescate a las tres de la tarde (nueve de la noche en la España peninsular). "Seguiremos trabajando para la liberación de los demás secuestrados. Hacemos un llamamiento a los cabecillas de las FARC para que no se hagan matar y liberen a los rehenes", declaró.

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Sin pegar un sólo tiro. Sin producir un sólo rasguño. El Ejército colombiano logró liberar ayer a 15 de los 40 secuestrados canjeables en manos de las FARC dentro de una operación que el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, calificó "de película".

El Ejército no sólo llevaba tiempo infiltrado en el corazón mismo del comando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que custodiaba a los 15 rehenes liberados ayer, sino que había camuflado a sus agentes en el seno de la propia cúpula guerrillera.

Ninguno de los siete miembros del Secretariado de las FARC sospechaba nada cuando el infiltrado del Ejército ordenó a los guerrilleros del comando: "Hay que trasladar a los rehenes a la zona donde está Alfonso Cano". Alfonso Cano es el nuevo jefe de las FARC desde que el pasado 26 de marzo falleciera a los 79 años Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda o Tirofijo.

Los carceleros, engañados, reunieron a los secuestrados, que se encontraban divididos en tres grupos repartidos por las selvas del Guaviare, al sur del país, en un punto del río Apaporis, en los límites de Guaviare y Vaupés. Desde allí, tendrían que esperar la llegada de un helicóptero amigo, o en cualquier caso, neutral.

La última fase de la Operación Jaque acababa de activarse. El trabajo oscuro y sigiloso del Ejército iba a dar sus frutos. Un helicóptero MI-17 igual a los que utilizó el Gobierno venezolano en la liberación de rehenes a comienzos de año aterrizó en el lugar convenido. Los pilotos vestían camisetas del Che Guevara. El jefe del comando que custodiaba a los rehenes, conocido con el apodo de César, y otro guerrillero, entraron en la nave.

Los guerrilleros sólo se dieron cuenta de que los que se encontraban dentro eran agentes secretos cuando ya estaban inmovilizados. Los demás carceleros regresaron tranquilos a sus campamentos. Según el ministro de Defensa, no se realizó ningún ataque contra ellos, en espera de que este gesto sea respondido por las FARC con la liberación de los 25 rehenes canjeables que quedan, entre ellos tres civiles.

La noticia, que produjo una alegría desbordante en Colombia, la comunicó sobre las tres de la tarde Juan Manuel Santos. Fue, dijo, una operación de inteligencia "sin precedentes por su audacia y efectividad".

Tres horas después, Ingrid Betancourt, la rehén más famosa de la guerrilla, aterrizó en Bogotá ataviada con chaqueta y gorro del Ejército colombiano. Expresó emocionada su agradecimiento a los militares, y calificó la operación de "perfecta". También dio las gracias a Uribe, "que supo jugársela por nosotros, y a Juan Manuel [Santos], por su audacia", y al presidente francés, Nicolas Sarkozy. "Tenemos que sacar a los que quedaron; Dios quiera que sea por negociación pero si no es así, tengamos confianza en nuestras fuerzas militares", añadió.

"Esta mañana, cuando me levanté, recé el rosario a las cuatro de la mañana. Teníamos la expectativa de que de pronto alguno de nosotros pudiera ser liberado por una comisión internacional de la cual los medios habían hablado. Yo le debo mucho a los medios de comunicación; si no fuera por ustedes, probablemente tampoco estuviera viva. Pudimos soñar, pudimos mantener la esperanza viva porque oíamos a los nuestros [en los programas de la radio colombiana dedicados a los rehenes], a mi mamá, durante seis años, a las cinco de la mañana, a mis niños, a todos los que quiero".

Ingrid tiene ahora 46 años, los mismos que las FARC. Tras seis años de cautiverio, en su relato de la liberación, pronunciado sin más titubeo que el de la emoción, no se veía asomo de síndrome de Estocolmo. "Una hora antes de que llegaran los helicópteros, el comandante Asprilla habló conmigo y me dijo que todos íbamos a subir en un helicóptero, que nos iban a llevar no sabían ellos a dónde, pero era para hablar con un jefe, con un mando. Yo le pregunté si era con Alfonso Cano o con el Mono Jojoy [jefe militar de la guerrilla] y me dijo que probablemente, que ellos no tenían el detalle pero que era alguien muy importante y que de ahí nos trasladaban a algún sitio para tenernos en una situación de cautiverio mejor. Ahí se nos rompió el corazón (...), porque más cautiverio, otro traslado, perder las esperanzas de una liberación...".

Cuando llegó el helicóptero, la desesperanza fue mayor: "Nos dijeron que teníamos que subir esposados. Eso fue muy humillante. (...) "Cerraron las puertas del helicóptero, tomó vuelo, y de pronto hubo algo que sucedió, no me di cuenta bien qué era. De pronto vi al comandante que durante cuatro años estuvo al mando de nosotros, que tantas veces fue tan cruel, tan humillante y tan déspota, lo vi en el suelo, en peloto [desnudo], los ojos vendados. No crean que sentí felicidad, sentí mucha lástima. Pero le di gracias a Dios de estar con personas que respetan la vida de los demás, aun cuando son enemigos".

Después... "El jefe de la operación dijo: 'Somos el Ejército nacional, están en libertad'. El helicóptero casi se cae porque saltamos, lloramos, nos abrazamos. No lo podíamos creer".

Ingrid Betancourt, durante su cautiverio en manos de las FARC, en una imagen difundida en noviembre de 2007.
Ingrid Betancourt, durante su cautiverio en manos de las FARC, en una imagen difundida en noviembre de 2007.ASSOCIATED PRESS

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