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"Necesito que me cuiden, y ella, una buena residencia"

Martín Herrando, de 59 años, arrastra desde 2003 cinco operaciones, todas ellas derivadas del cáncer de colon que le detectaron hace cinco años y que se le ha reproducido en los pulmones. Felisa Pérez tiene 58 años, una esclerosis múltiple avanzada y unas ayudas para combatir su situación a través de la Ley de Dependencia que no llegan.

Entre quirófanos, análisis, sesiones de quimioterapia, radioterapia, convalecencias, un cuadro de depresión grave y ansiedad, Martín hace de cuidador principal de Felisa, su pareja, a quien la enfermedad neurodegenerativa que padece tiene postrada en el sofá reclinable de su comedor. Él se ocupa de lavarla, cambiarla y tratarle las llagas que le han aparecido hace algún tiempo, además de haber asumido las tareas del hogar. "Mi oncólogo me tiene terminantemente prohibido hacer cualquier tipo de esfuerzo, pero ¿cómo quiere que lo evite si mi mujer depende de mí?", se lamenta.

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Martín relata su historia en el salón de su casa -propiedad de la familia de ella-, en una mesa repleta de documentación en la que los expedientes de los servicios sociales se mezclan con informes médicos, historias clínicas o la prueba radiológica de la última metástasis que le han detectado, otro carcinoma que le extirparán en junio. Al fondo, tumbada en el sofá, su mujer asiente a lo que dice y, de vez en cuando, interviene.

-Seguro que la metástasis ha sido por mi culpa.

-No digas eso, nena, que no tiene nada que ver.

La pareja cree que lo mejor es que ella ingrese en una residencia. Con esta idea presentaron ambos la solicitud de las ayudas correspondientes a la Ley de Dependencia en mayo de 2007. De momento, sólo cuentan con el resultado de la evaluación de Felisa: 76 puntos y condición de gran dependiente grado III nivel 1, con fecha del 14 de marzo. Están a la espera del Plan Individualizado de Atención tras haber remitido los datos de su situación económica.

Tampoco ha habido suerte con la solicitud cursada en septiembre de 2007 a los servicios sociales municipales para que les consiga una plaza en un centro especializado. La única asistencia que reciben son dos horas de ayuda a domicilio de lunes a viernes. "Alguna vez la asistente social me ha dicho que hay residencias privadas económicas desde 1.300 euros al mes. ¿Cómo voy a pagarla con mi pensión de 1.300 euros y la suya de 400?", apunta Martín. "¿No entienden que yo estoy para que me cuiden y mi mujer necesita una buena residencia?".

-Yo debería morirme ya.

-No digas eso, nena.

Martín Herrando y Felisa Pérez, en su casa, a la espera de recibir la ayuda de la Ley de Dependencia.
Martín Herrando y Felisa Pérez, en su casa, a la espera de recibir la ayuda de la Ley de Dependencia.JESÚS CÍSCAR

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