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Reportaje:Agricultura con etiqueta

Alimentos con alto valor añadido

Los productos de las siete denominaciones de origen y los doce 'label' viven un gran auge, a pesar de las denuncias de fraude sobre varios de ellos

La venta de productos agroalimentarios con la distinción label superó el año pasado los 107 millones de euros, un 15% más que en 2006. A pesar de que se revelaron notables fraudes en las denominaciones de origen Txakoli de Getaria, Queso de Idiazabal o Euskal Okela, los doce alimentos y bebidas que merecen el reconocimiento de la Fundación Kalitatea, dependiente del Departamento de Agricultura del Gobierno vasco, siguen contando con el favor de los consumidores. La calidad de los productos y la creciente sensibilidad, en tiempos de globalización, hacia el agricultor y ganadero vascos, se imponen a pesar de las irregularidades descubiertas. "Y al final, el fraude se desenmascara. Tenemos inspectores circulando por todo Euskadi, además de la colaboración de los productores. A nadie le interesa la trampa", afirma el director de la Fundación Kalitatea, Iñaki Isasi.

"Al final el fraude se desenmascara. A nadie le interesa la trampa"
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Esta entidad es la heredera del Consejo del Label Vasco de Calidad Alimentaría, nacido en 1989 con el fin de ayudar al sector agroalimentario y pesquero. "Se trataba de garantizar una vida digna a nuestros baserritarras y arrantzales, al mismo tiempo que se buscaba promocionar los productos de la tierra y mejorar su calidad", recuerda Isasi. Cuando surge el label, en Euskadi sólo existe una denominación de origen calificada (DOC) reconocida, la del vino de Rioja, en el sur de Álava. Pronto le siguieron Getariako Txakolina, Queso de Idiazabal o el Pimiento de Gernika, el último producto en recibir este reconocimiento, avalado por la Unión Europea, el año pasado. Ahora son ya siete.

Por producción, junto al vino de Rioja alavesa, destaca el queso Idiazabal, la única denominación de origen de queso, que comparte territorio con Navarra. Incluye a pastores elaboradores y a grandes queserías industriales, lo que provoca que la calidad de las más de 1.000 toneladas de quesos que salen al mercado sea muy desigual.

De forma paralela, se va dotando de contenido al label, una calificación exclusiva para productos del País Vasco, la marca de calidad que otorga el Departamento de Agricultura y Pesca. Nestor Basterretxea diseñó el logotipo, la famosa K que se ve en algunas carnicerías, porque "euskal okela", la carne acreditada con este distintivo, es uno de los principales objetivos de apoyo. Ahora la euskal okela ya ha alcanzado el estatus de denominación de origen. En este momento, ascienden a la docena los productos con label.

Por supuesto, esta calificación es un valor añadido, pero el productor no tiene la obligación de asumirla. "Más que nada, porque se ha de someter a unos controles continuados", apunta Isasi. Pero también tiene sus ventajas: protege los productos de imitaciones. "Es lo que ocurre, por ejemplo, con el pimiento de Gernika, que hemos tenido que amparar de manera especial ante la avalancha de imitaciones procedentes de Marruecos, cuya calidad, por otra parte, no ponemos en duda", añade.

Ana Collía, de la Unión de Consumidores de Euskadi, asume la necesidad de estas distinciones en los productos. "Vivimos un momento de especial sensibilidad hacia lo que comemos y bebemos. Y nuestra labor es que se respeten los derechos básicos: salud, seguridad e información. A priori, los sistemas de etiquetado, el control de los inspectores deberían garantizar la calidad de esos productos label", apunta.

Pero la realidad no es tan diáfana. Hecha la ley, hecha la trampa. Al rebufo de estas calificaciones viene la picaresca de quien pretende vender como txakoli de Getaria otro vino blanco, o como queso de Idiazabal, que debe ser elaborado con leche de oveja latxa o carranzana, productos en los que se emplea leche de otras ovejas o de vaca. Las recientes denuncias de fraude en estas dos denominaciones han revuelto ambos sectores. "¿Realmente la Administración pública garantiza el control y cuenta con los recursos humanos suficientes?", se pregunta Collía, que también muestra su preocupación por la comercialización de la euskal okela. "Debería ser más abierta", opina.

Para la UCE, la solución ideal es que un órgano independiente controlara los productos que avala la Fundación Kalitatea, "y que ésta se limitara a calificar".

Un puesto de productos del país, en la feria del último lunes de octubre en Gernika
Un puesto de productos del país, en la feria del último lunes de octubre en GernikaTXETXU BERRUEZO

Un 'label' heterogéneo

El label ha servido para reivindicar productos que se encuentran en la memoria gastronómica vasca desde tiempo inmemorial, caso de las alubias de Tolosa y Gernika, y también para resguardar otros que se encuentran en peligro de extinción, como los huevos de caserío, cuya comercialización se realizaba hasta ahora de puerta en puerta.En los doce productos reconocidos se encuentran valores seguros como el cordero lechal o el pollo de caserío, pero también otros que sorprenden al gourmet, como la patata de Álava. Se estimaba que el tubérculo alavés recibía su fama en la modalidad de siembra, no de consumo. Con el label ha cambiado su uso.Otra cosa es la guindilla de Ibarra, auténtico manjar, bien frita, bien en vinagre, como ingrediente básico de la popular gilda, uno de los pintxos imprescindibles en toda barra que se precie.

Las otras calificaciones

"Una cosa es el certificado de calidad y otra la filosofía del buen vivir y comer sano", aclara Ana Collía, portavoz de la de la UCE y miembro también del Consejo Asesor de Agricultura Ecológica de Euskadi. En estos productos, como en los que ampara el movimiento slow food, el fraude es inexistente. "Es que los productores no sólo son agricultores: apuestan por la calidad de sus productos, por la artesanía", añade Collía.La normativa sobre agricultura ecológica es reciente, con año y medio de vigencia, y afecta a unos 200 agricultores y elaboradores en todo el País Vasco, donde se trabaja un millar largo de hectáreas sin acudir a productos químicos, semillas transgénicas y respetando el medio ambiente.En cuanto a la slow food, los productos vascos dominan en la lista de España, con la sal de Salinas de Añana, la cebolla morada de Zalla o el euskal txerri.

Los vinos de Rioja siguen a la cabeza

A pesar de lo reducido del territorio, Euskadi cuenta con cuatro denominaciones de origen vinícolas. Una de ellas, la subedenominación de Rioja alavesa, está considerada como una de las mejores zonas del mundo y es, quizás, la que tiene un precio por hectárea más alto. La calidad de sus vinos es indudable. No ocurre lo mismo con el txakoli, aunque ha mejorado mucho en los últimos veinte años. Sin embargo, y a pesar de la excesiva relación calidad precio, el txakoli está de moda. Se lleva la fama el de Getaria, seguido de cerca por el Bizkaiko txakolina, mientras que el de Álava comienza a despuntar.

La producción de tomate y miel logra unos resultados sorprendentes

Los buenos resultados obtenidos en 2007 de los productos con label no se han vivido por igual: la patata alavesa, la guindilla de Ibarra o las alubias han sufrido las consecuencias de una meteorología adversa. Por el contrario, la euskal okela, la miel y el tomate vivieron un año espléndido el pasado ejercicio.Si la evolución ascendente de la carne de vacuno calificada afianza la trayectoria de este producto, que ha comercializado más de cuatro millones de kilos el pasado año, hay otros label que sorprenden por sus cifras. La miel, por ejemplo, ha tenido un incremento del 38% en sus ventas. El control de este producto es riguroso, según Iñaki Isasi. "Sabemos cuántas colmenas hay en Euskadi y cuántos kilos producen, aunque, evidentemente, las flores donde liban las abejas pueden no encontrarse en nuestro territorio, eso es inevitable". El requisito fundamental es que la miel base no esté calentada y una gran exigencia en la trazabilidad para calificarla como de brezo o de eucalipto. "Si no, pasa a denominarse mil flores", añade.Por su parte, el tomate, del que se han comercializado 2,6 toneladas, vive un incremento espectacular: hace diez años sólo se producían unos 20.000 kilos. Este incremento ha sido consecuencia de la gran aceptación de este producto por parte de los consumidores, lo que ha llevado a que el número de productores de este cultivo ronde el centenar en todo el País Vasco.Por otro lado, 2007 ha sido el primer año de andadura del huevo de caserío vasco, con una comercialización de más de un millón de unidades bajo la marca "Euskal Baserriko Arrautza". Sin olvidar que el atún rojo capturado por la flota vasca también ha alcanzado el eusko label.

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