Mala noche para los melómanos indecisos. Con la oferta musical de este viernes se echaba de menos el divino don de la ubicuidad. Loquillo se reencontró con la capital de la mano de un disco de título muy madrileño, Balmoral, en honor a la hoy desaparecida coctelería que tanto apreciaban los dandis como él.
La sala La Riviera, en el paseo de la Virgen del Puerto (Arganzuela), no tiene licencia de actividad para todas las reformas que ha realizado, entre las que se incluye la ampliación de la discoteca. El local, que acoge más de un centenar de conciertos, tiene licencia de 1964 para la actividad de café bar, restaurante y sala de baile.
Sopló desde Pekín y desató la tormenta. A 10.000 kilómetros de su gran rival, Esperanza Aguirre, no pudo contenerse. Y esta vez, en la capital asiática, después de que los barones del Partido Popular salieran en masa a defender lo mismo que él, saborea las mieles del cambio de tornas.
Rosa espera. Cruza sus manos entre las mangas de la rebeca gruesa y fija la vista. No, no viene ninguno. Un sombrerito de forro marrón le cubre las cejas a esta filipina menuda de 53 años que no para de reír. A pesar del frío inesperado de abril, de la espera, Rosa ríe en Cibeles junto a una parada de autobús vacía en la decimotercera jornada de huelga de la Empresa Municipal de Transportes (EMT).
"Sanidad pública sí, privada no". Unas treinta personas iniciaron ayer bajo ese lema un encierro en el hospital Severo Ochoa de Leganés -que se mantendrá hasta las seis de la tarde de hoy- para protestar por la progresiva privatización de la sanidad pública madrileña y para exigir a la Comunidad que acate la sentencia judicial y restituya en su puesto al doctor Montes.
Loquillo está en la ciudad, señores. Llevaba dos años sin actuar por aquí. Y llega con su mejor disco en muchos años, Balmoral, y un saco lleno de clásicos del pop español. Las 2.000 personas que llenaban anoche La Riviera pudieron ver a un Loquillo renovado. Sigue siendo un tipo duro, pero sus 47 años ganan sabiduría, temple y autoridad sobre el escenario. Está que se sale el Loco.
En el aeródromo de Fuentemilano, en el límite de Segovia con Madrid, el termómetro marca cuatro grados bajo cero y el anemómetro señala un viento de 30 kilómetros por hora. "Malas condiciones para el lanzamiento de CanSats", dicen los expertos.