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Una tecnología en desarrollo rechazada por los ecologistas

El proyecto de Industria de construir vertederos subterráneos de CO2 ha chocado con el rechazo unánime de las asociaciones ecologistas. "La captura y enterramiento de dióxido de carbono es una tecnología muy poco desarrollada y muy costosa", advierte Manuel Sánchez Patón, portavoz de Ecologistas en Acción en Tomelloso. "Además, todavía no sabemos las consecuencias que pueden tener los residuos en el interior de la corteza terrestre", añade.

La captura y secuestro del dióxido de carbono para evitar que llegue a la atmósfera y contribuya al calentamiento global es una tecnología conocida desde hace años. Sin embargo, aún no se ha probado con eficacia a la escala necesaria para eliminar grandes cantidades de residuos. La Comisión Europea, junto al sector industrial, los centros de investigación y las asociaciones conservacionistas, puso en marcha a finales del año pasado un concurso para elegir 12 proyectos que demostrasen, antes de 2015, la aplicación de estas tecnologías en centrales eléctricas de 400 megavatios, que son las más habituales. Los residuos capturados se inyectarían a continuación en depósitos situados a más de 1.000 metros de profundidad. Así lo hace desde 1996 la plataforma noruega de Statoil en Sleipner, en el Mar del Norte. Separa el dióxido de carbono del gas natural que extrae y lo canaliza hasta un sustrato salino bajo el fondo marino. En Puertollano (Ciudad Real), la planta de Elcogás es pionera desde 1998 en ensayar la captura de CO2

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"¿Un depósito de qué?"

antes de la combustión del carbón.

Los ecologistas se oponen a esta tecnología porque consideran que es una coartada para que las compañías energéticas sigan produciendo al mismo nivel. De hecho, es el método que defienden las petroleras para luchar contra el calentamiento global. "De lo que se trata es de cambiar el modelo energético y, sobre todo, de consumir menos", señala Sánchez Patón. Una opinión con la que coincide Fructuoso Pontigo, portavoz de la Coordinadora Ecoloxista d'Asturies, en Llanes, informa Javier Cuartas. "No es la solución porque eso no es más que esconder la basura. Lo que hay que hacer es reducir las emisiones cambiando el modelo energético hacia las energías renovables y consumiendo menos".

Otra circunstancia de la que alertan los ecologistas es que la colocación de vertederos de CO2 puede atraer la construcción de plantas térmicas, como señala José Pablo Vázquez, de la asociación ecologista onubense Mesa de la Ría, informa Manuel J. Albert. De este modo, las compañías abaratarían el coste del transporte de residuos desde la central al depósito.

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