Y el cuento se hizo realidad
Un escritor que retrata el universo juvenil, novelas que recogen leyendas urbanas y un puente en Roma que rebosa candados. Federico Moccia, un fenómeno literario que aterriza en España.
Leídos por millones de adolescentes, los libros de Moccia hablan de ropa, sexo y amor
Silvia y Manuel han hecho hoy novillos. "Teníamos algo más importante en nuestros planes y llevábamos un mes programándolo", dice ella, 14 años pasados soñando entre los caserones de las afueras de Roma. Él calla y, sólo tras señalar el río Tíber, masculla: "Ahí está". Acaba de lanzar la llave que pretende sellar su amor después de un año de relación. El símbolo de su compromiso sólo es un candado, un anodino trozo de metal. Sin embargo, junto a él hay miles más que engalanan las barandillas del milenario puente Milvio y dan fe de una fábula contemporánea vivida con pasión por millones de adolescentes italianos. Porque esta historia empieza como un cuento, entre las páginas de un libro, y enseguida se convierte en algo real.
Y es que pasear por el centro de la capital italiana, curiosear entre los escaparates de las vías del Corso y del Babuino o ir de copas por el barrio de Trastevere se han convertido, desde hace unos años, en una forma de entrar en el universo literario de Federico Moccia. Este escritor de 44 años, que acaba de publicar la novela Perdona si te llamo amor (Planeta), es el responsable de un fenómeno editorial y social que le ha llevado a vender millones de copias a jóvenes de entre 11 y 18 años. Nada de ciencia-ficción o fantasías improbables. Lo suyo son unas historias de amor llenas de adolescentes que hablan de ropa, sexo, se divierten, no les hacen caso a sus padres, participan en carreras clandestinas, fuman, beben crecen y se enamoran.
Moccia lo admite con serenidad sentado en una azotea del barrio de Prati, donde nació, y a dos pasos de ese puente que convirtió en uno de los símbolos de su obra. "Empecé a escribir siendo muy joven, observando y viviendo. Entonces empezó a plasmarse mi primera novela, Tres metros sobre el cielo [De Bolsillo, 2005]". Ese manuscrito, acabado ya en 1992, fue rechazado por todas las editoriales. Para quitarse el gusanillo, el autor, que ha trabajado como guionista en cine y televisión, decidió autoeditarse: hizo circular algunos centenares de ejemplares y se dio por satisfecho. Hasta que, en 2003, el productor de cine Riccardo Tozzi entró en una copistería y vio a una chica fotocopiando ávidamente una montaña de folios. "¿Qué asignatura es?". "No son apuntes, es una novela". Tozzi apuntó el título y esa misma tarde le preguntó a su sobrina: "¿Sabes algo de ese libro?". "Claro, en mi liceo, todos lo hemos leído". Lo demás es simple rutina de un caso literario. El productor quiso comprar los derechos para una adaptación cinematográfica y se puso en contacto con Moccia, que por su parte volvió a llamar a las puertas de los editores. Fue suficiente alguna adaptación de los contenidos para que Feltrinelli le lanzara al estrellato.
Basta un paseo entre café Sant'Eustachio, donde sirven uno de los mejores espressos de Roma, y el restaurante Amatriciano, refugio de famosos que quieren ver y dejarse ver, para darse cuenta. Esos escenarios habituales de las novelas de Moccia se convierten los fines de semana en las pasarelas favoritas de los adolescentes. Giulia y Elena, de 16 y 17 años, están apurando unas hamburguesas sentadas junto al panteón de Agrippa. Llevan gafas de sol, lucen teléfonos móviles de colores chillones y se les ilumina la cara cuando oyen el nombre del escritor. Cuentan que es imposible no conocerle, que ven sus vidas reflejadas en un libro y que están a punto de ir a un café que frecuentan algunos personajes de Moccia. Como Alex y Niki, el publicitario treintañero y la adolescente protagonistas de Perdona si te llamo amor. Él los vio paseando por el centro y desde entonces se han convertido en estrellas, aunque nadie sepa quiénes son realmente.
"Niki es una chica común. No es famosa ni muy guapa, pero es resultona. Un día la vi paseando por la vía del Corso", cuenta. "De repente, se pone a hablar con su madre por teléfono y después encuentra a un chico mucho mayor que ella. Vi que ese hombre le gustaba y me pregunté: '¿Cómo serán sus vidas? ¿Podrían estar juntos?", prosigue. Las respuestas y la imaginación plasmaron esa novela que transcurre en una Roma alejada de los circuitos turísticos tradicionales. Por ejemplo, los alrededores del puente Milvio. Los protagonistas del segundo libro de Moccia, Ho voglia di te (Tengo ganas de ti), publicado en 2006, deciden sellar su compromiso poniendo un candado en la tercera farola de ese puente. "En Roma hay muchas tradiciones, desde echar una monedita a la Fontana di Trevi hasta poner la mano en la Bocca della Verità. Pero eran demasiado conocidas, así que decidí inventar una. Una semana después del lanzamiento, crucé el puente y vi que alrededor de la tercera farola había más de cien candados. Fue una sensación increíble: te das cuenta de que dices algo en broma y se convierte en una realidad". Esos cien candados se multiplicaron en muy poco tiempo y el Ayuntamiento de Roma se vio obligado a retirarlos ante el peligro de que la farola se cayera. El partido de Silvio Berlusconi aprovechó la ocasión y clamó contra el alcalde de centro-izquierda de la capital, Walter Veltroni. "La izquierda está en contra del amor", dijeron. Así que el Ayuntamiento habilitó unas barandillas para que los enamorados, llegados de toda Italia, puedan consumir el ritual. Y lanzar la llave pronunciando las dos palabras más banales y sorprendentes de una historia de amor: "Te quiero".
Perdona si te llamo amor está editado por Planeta.
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