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Pinturas en la sala Ítaca del tango exiliado por la dictadura

En la Argentina de los años setenta, ser progresista y contrario a la dictadura era sinónimo de Itaka, la marca de las escopetas que daban el tiro de gracia a los represaliados. El artista argentino Walter Canevaro (Corrientes, 1945) asistió a la desaparición de muchos intelectuales y amigos, como el poeta Roberto Santoro, y resistió con sus dibujos reivindicativos hasta que no le quedó más remedio que exiliarse.

Después de instalarse en España y trabajar como ilustrador de culto durante décadas, Canevaro echa la vista atrás en la exposición titulada Una Ítaca sin itakas, en la sala de teatro que lleva el mismo nombre, y siempre le causó terror cuando lo escuchaba. Pero si hay algo que la dictadura no le pudo arrebatar fue la imagen de los salones, las canciones melancólicas y los pasos de baile que repite en sus acrílicos con sabor a tango, a medio camino entre el expresionismo y el cubismo geométrico.

"El cuadro con el que más me identifico es Tributo a un cuchillero, porque me siento un poco cuchillero con mi lápiz, que va a contracorriente sobre la pintura, como un cuchillo que corta fino", explica Canevaro.

Exposición Una Ítaca sin itakas, de Walter Canevaro. Sala Ítaca (Canarias, 41). Entrada libre. Abierto de jueves a domingo hasta el 30 de enero. Más información: www.salaitaca.com

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