Los internautas están de enhoramala. Crecen los intentos de cercar la gratuidad de Internet, de vigilar y bloquear las descargas. Las últimas iniciativas del presidente francés, Nicolás Sarkozy, y de la Unión Europea y una sentencia reciente en EE UU intentan marcar los límites a una realidad que hasta la fecha ha escapado a casi cualquier control.
Ocho de la tarde del jueves pasado. Una mujer de 31 años está bañando a sus hijos en su casa. Suena el timbre y aparecen dos agentes del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza dependiente de la Guardia Civil). Han ido a entregarle, en mano, una citación para que declare al día siguiente en la Comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos (Madrid). "Usted practicó un aborto en febrero de 2007", le dicen.
El debate sobre el aborto ha revivido con virulencia en España el último mes después de que una investigación judicial llevara a prisión a varios profesionales de clínicas que practican la interrupción del embarazo en Cataluña, pero sobre todo, de la batalla de los obispos y sectores de la derecha contra el Gobierno.
Las asociaciones gays de Canadá han denunciado la "vuelta al pasado" de su Ministerio de Sanidad. Éste ha decidido rechazar las donaciones de órganos de aquéllos que hayan sido "sexualmente activos" durante los últimos cinco años. La medida se debe al miedo a una transmisión del VIH, como si no hubiera pruebas que detectaran el virus.