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Huelgas en Francia

Miles de manifestantes llevan a la calle el pulso con el Gobierno

Un líder sindical moderado abandona entre abucheos la marcha de París

"Unidad sí, colaboración no", "Por el salario, el empleo y el servicio público", rezaban la gran mayoría de las pancartas de los grupos de protesta que ayer desfilaron por distintas ciudades francesas. Los más numerosos eran los de Toulouse, Marsella y París, donde se reunieron, bajo la lluvia, más de 50.000 personas. Según la CGT, la movilización de ayer afectó a 700.000 franceses, una cifra que la policía divide por tres.

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Ferroviarios, estudiantes, profesores, policías y funcionarios en general piden aumentos salariales. "Hace 10 años que no he conocido un aumento", cuenta Jean-Luc, agente del Ministerio de Hacienda. Para Pauline, profesora de instituto desde hace dos años, "los 1.700 euros brutos al mes" no le bastan "para vivir y alquilar un estudio en París". El precio del inmobiliario en la capital ha aumentado un 100% y los salarios apenas un 8% en el mismo plazo de tiempo.

François Chérèque, líder de la reformista CFDT, tuvo que abandonar la manifestación parisiense bajo los abucheos de algunos centenares de trabajadores que le reprochaban que, ya desde el pasado viernes, defendiera la necesidad de detener el movimiento de protesta social para acudir a la negociación con las empresas y los representantes del Estado.

"Sarkozy-Chérèque en el mismo bando" y "Chérèque con los patronos, Chérèque traidor" fueron algunas de las acusaciones que se concentraron contra un sindicalista que propuso que la huelga durara un día y que pretendía negociar. Porque en las manifestaciones de ayer apenas nadie defendió el estatuto especial de los ferroviarios, "eléctricos" o del transporte público parisiense.

El primer ministro, François Fillon, responsabilizó del déficit de poder adquisitivo de los franceses a la semana de 35 horas laborables: "Es verdad que en Francia hay un problema de poder adquisitivo. Desde hace 10 años los salarios apenas han seguido a la inflación. La causa de todo se debe a un crecimiento débil, a una tasa de actividad baja y al rigor salarial, todo ello provocado por las 35 horas".

Si el presidente Sarkozy se negó a adjetivar como "privilegiados" a quienes hasta ahora podían jubilarse tras 37,5 años de trabajo -"no contrapongo unos franceses a otros; cada sector tiene su historia"-, el Gobierno sí ha explotado a fondo ese tiempo de trabajo más breve de 450.000 trabajadores: "Todos debemos cotizar los mismos años. Es una cuestión de justicia. Es innegociable", ha dicho Xavier Bertrand, el ministro de Trabajo. "Quizás sí. Pero si el Gobierno no hubiera rebajado 13.000 millones en impuestos a los más ricos, hoy no estaríamos en la calle", concluye un conductor de metro.

Hoy miércoles debería comenzar la negociación en las empresas de transporte público. El presidente Sarkozy, que anticipa una intervención televisada para mañana jueves, confía en la mejora de la situación para recuperar popularidad -ha perdido cinco puntos en un mes- y sacarse de encima la imagen de que "el Estado es un patrón tacaño con sus trabajadores y dadivoso con sus dirigentes", tal y como le describe Jean-Claude Mailly, líder de Force Ouvrière. Pero lo que deciden o piensan los dirigentes no siempre es seguido por la base: "Ellos se creen patronos, pero nosotros nos sabemos obreros". dice Yannick, un manifestnte.

Miles de trabajadores y estudiantes del sector público se manifiestan en París.
Miles de trabajadores y estudiantes del sector público se manifiestan en París.AFP
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