La delegación española descartó que Zapatero también se fuera
La actitud de Hugo Chávez durante la última sesión del plenario en la XVII Cumbre Iberoamericana no pilló desprevenida a la delegación española, quien ya tenía planteado pedir la palabra si el mandatario venezolano volvía a descalificar a ciudadanos españoles, como hiciera el día anterior con el ex presidente José María Aznar, a quien llamó "fascista", y con el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferran, a quien identificó con la "derecha golpista" de Venezuela.
En el momento en que el presidente venezolano atacó a Aznar, el presidente del Gobierno, José Luiz Rodríguez Zapatero, pidió a la secretaria de Estado de Asuntos Iberoamericanos, Trinidad Jiménez, que transmitiera a la presidenta de la sesión, la chilena Michelle Bachelet, que España quería hacer uso de la palabra. Bachelet controlaba además los botones que abrían y cerraban los micrófonos de los intervinientes. En el turno siguiente, Zapatero defendió que se respete a los líderes elegidos democráticamente y, ante las interrupciones de Chávez, el Rey le espetó: "¿Por qué no te callas?".
Finalizado el turno español, y tras el incidente con Chávez, pidió la palabra el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quien, tras lo que una fuente del Gobierno calificó como "un larguísimo discurso", comenzó a quejarse a Bachelet de lo que en su opinión era discriminación respecto a España en el tiempo y frecuencia de intervenciones. Luego acusó a España de tratar de influir en el resultado de las elecciones de noviembre y acusó en concreto al embajador en Managua, Jaime Lacadena.
"Esto hay que pararlo", fue el comentario generado en la delegación española. El Rey y Zapatero conversaron durante algunos segundos. Desde el primer momento descartaron abandonar ambos a la vez la sesión plenaria y dejar la silla de España vacía por dos razones. Una era que el presidente del Gobierno debía responder a los insultos pidiendo el turno de la palabra las veces que fuera necesario. La otra la expresó ayer una fuente diplomática. "Si lo hacemos, nos cargamos la cumbre". El presidente del Gobierno y el Monarca acordaron entonces que don Juan Carlos abandonaría la sala y no volvería mientras prosiguieran las intervenciones, y que Zapatero se quedaría dentro.
Acto seguido, el Rey se levantó de su asiento y se dirigió hacía un espacio aparte, utilizado para los encuentros bilaterales, y está situado en un extremo de sala. Allí fue acompañado por Ricardo Díaz-Hochleitner, secretario general de la Casa del Rey. Acabado el acto, Ortega pidió disculpas a don Juan Carlos.
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